🍁CAPÍTULO VEINTE

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Talina


No dejo de observar a el hombre de cabello marrón y ojos verdes como Eitan. Aquel hombre me mira con rabia y no puedo descifrar los motivos por los cuáles me mira de esa manera. Parecía como si quisiese arrancarme la cabeza con los ojos.

—Mira pequeña loba, solamente estoy aquí para avisarte que debemos ajustar cuentas por lo que le hiciste a mi hijo Eitan —El hombre me dio la espalda—. Nos vemos mañana en la tarde en la cabaña donde mataste a mi hijo.

Iba a responderle y decirle que esas calumnias no eran ciertas, pero el hombre no me deja hablar y se va sin ni siquiera decir adiós. Aunque mañana pienso ir a la cabaña para contarle lo que sucedió realmente.

Por un momento me siento mareada y tomo asiento sobre el borde de la cama. En estos días la comida me ha causado náuseas y vómito.

No sé qué rayos me sucede.

Fui hacia el baño para vomitar en el retrete. Al salir del baño vislumbro a mi padre sentado sobre mi cama y lo veo muy pensativo mientras mantiene su mirada fija en mí.

—Hija no crees que estás embarazada —indaga mi padre rascándose la barbilla.

—No, eso es imposible. Jeidan y yo no hemos cohabitado —le informo a mi padre suspirando de alivio.

—Bueno... —Leo titubea—, de seguro algún alimento te cayó mal. Ahora iré a llamar a la doctora para que te revise.

—No papá. No es necesario —niego con la cabeza.

—Hija toma asiento a mi lado —Mi padre suelta una bocanada de aire—. Creo que es hora de hablar de algo importante.

Tomo asiento en el borde de mi cama y comienzo a jugar con mis dedos. Los nervios me tienen acorralada.

—Yo sé que me mentiste cuando dijiste que mataste a Eitan —resopla mi padre—, además alguien como tú no sería capaz de matar ni a una mosca por su propia voluntad.

No puedo evitar carraspear. — ¡Padre! ¿cómo crees que seré capaz de mentirte?

—Hija no me mientas —Leo acaricia mi cabello con ternura—. Nunca tuve familia. Eres la única persona que lleva mi sangre corriendo por sus venas. Debes confiar en mí.

Mis labios dibujan una sonrisa triste y agacho la cabeza sin responderle.

—Sé que tengo toda mi vida siéndole leal a Jeidan —continua diciendo mi padre—, pero por ti rompería esa lealtad —añade.

Abrazo a mi padre con fuerza.

—No padre, no lo asesiné.  Él murió porque estaba muy débil y ya ni siquiera mi sangre lo puede despertar —Lágrimas agolparon mis ojos—, solamente la sangre de un duende lo puede despertar.

—Hija tú llegaste a tener relaciones con él —indaga mi padre sin titubeos.

Casi se me cae la mandíbula al suelo. Sabes que es lo que se siente cuando tu padre te pregunta eso. Este es el momento más incómodo de mi vida; pero ya me he cansado de mentirle.

—Sí padre —le confienso avergonzada.

—Jeidan no puede enterarse de esto —Leo toma mi rostro entres sus manos y me mira fijamente a los ojos con angustia —. Jeidan debe creer que ese hijo que llevas en tu vientre es suyo.

—Padre no estoy embarazada —le replico.

En ese momento no evito vomitar sobre mi vestido por accidente.

Tres reinos en guerra 🍁Editando🍁Donde viven las historias. Descúbrelo ahora