Tres reinos en guerra 🍁Editando🍁

🍁CAPÍTULO VEINTINUEVE

Drácula

Mi pequeño guerrero estaba destrozado. Dairon no sabía como a similar la muerte de Talina, por ello se quedo inmóvil sin decir ni media palabra.

No quería que Dairon presenciara esto, pero no tuve otra opción.

De repente, Eitan entra de un salto por la terraza y saca fuerza de donde no las tenía para alzar a Jeidan; y de imprevisto lo aventa contra la pared.

—¡Maldito! ¿Qué hiciste? —Los ojos de Eitan se entornaron a rojos—. Si la amabas, ¿cómo pudiste matarla? Maldito infeliz.

Jeidan retoma su forma humana.

—¿Cómo querías que me controlará? —El pelinegro posa su mirada en el cuerpo inerte de Talina—. Ella mató a mi hermano delante mis ojos.

—Esa es una excusa barata. Talina asesinó a mi padre y por eso no tuve la intención de odiarla. Mi amor por ella pudo contra todo —Los ojos de Eitan se inundaron de lágrimas—. Talina es uno de los seres más puros que he conocido, y ella nunca mataría ni siquiera una mosca por voluntad propia. Talina con el sello tendría una vida normal y sin matar a nadie.

—¿Qué hice...? No lo sabía, de verdad no sabía que ella no tenía conciencia de lo que hacía —Lágrimas agolparon los ojos de Jeidan. Podía compararlo con un cristal a punto de quebrarse.

Por otro lado, Dairon logra salir de su transe y se pone de pie frente a su padre, aunque fuese un enano delante de Jeidan.

—¿Por qué? ¿Por qué lo hiciste? —Dairon comienza a darle golpecitos con sus manos.

—Hijo, lo siento tanto —Jeidan pasa sus manos por su rostro. No sabía como mirar a Dairon a los ojos—. No me pude controlar.

—Te odio. Desde hoy has muerto para mí, ya no te considero un padre —habla Dairon con su voz quebrada. Su rostro estaba rojo y sus ojos humedecidos. 

Jeidan se pone de rodillas frente a Dairon. —Perdóname, perdóname. No me pude controlar. Lo siento tanto hijo.

Eitan se acerca al cuerpo inerte de Talina y lo a recuesta de su regazo.

—Sabías... que ella estaba esperando un hijo tuyo —resopla Eitan mirándolo con desprecio.

—No, no lo sabía. Talina no me dijo nada —Jeidan se comienza a despeinar el cabello con desesperación—. No soporto más tanto dolor. No quise hacerlo.

—Eres un maldito padre. Te aborrezco —Dairon lo mira con rencor—. Debes morir.

Me quedo helado por completo. Los ojos avellanas de Dairon se pusieron azules por completo y por arte de magia se pone a la altura de Jeidan. Tiene los pies en el aire.

—Debes morir —repite con sadismo.

Largas garras surgieron de las pequeñas uñas de Dairon y sin previo aviso le arranca la cabeza a Jeidan.

Eitan en un movimiento rápido se pone de pie y sostiene a Dairon de los brazos. Mi nieto estaba a punto de arrancarle el corazón a mi pequeño guerrero.

—No, no lo hagas. Es tu hijo —le confienso mientras retiraba mi poder de invisibilidad.

—Mi hijo.... —Los ojos de Eitan se iluminaron mientras soltaba los brazos de Dairon para abrazarlo.

—Mala jugada papi —Dairon suelta una risilla espeluznante—. Hasta nunca.

Dairon le arranca el corazón a Eitan sin remordimientos.

No, no puede ser, yo había revocado su maldición.

¿Cómo esto pudo pasar?

—Querido tío Ian o mejor dicho mi amado bisabuelo, a ti no te haré lo que le hice a estos dos patéticos —dice Dairon con una inocente sonrisa.

No puedo evitar sonreír, al parecer el amor que me tiene es más fuerte que su maldición.

—Vámonos lejos de aquí Ian, —Dairon me sostiene de la mano—. Vamos a tu laboratorio a buscar todas tus pertenencias y después vendremos por las mías.

—¿Cómo sabes que tengo un laboratorio? —le pregunto con mis ojos nublado de confusión.

—Eso no importa ahora —Dairon me obsequia una sonrisa—, lo que importa es que debemos marcharnos de aquí.

Yo me acerco hacia él y lo abrazo con todas mis fuerzas.
—Está bien mi pequeño guerrero —hago una pausa mientras miro los tres cadáveres—, pero primero debemos enterrar los cuerpos de tus padres y de tu madre.

—Sí pero eso lo haremos después —recomienda Dairon.

No se cuál era su urgencia con ir al laboratorio, pero qué malo podría pasar. Al parecer ya recobró la cordura.

Acaricio su cabello azabache. —Está bien, mi pequeño guerrero. ¡Vámonos!

Cuando llegamos al laboratorio comienzo a recoger mis cosas y mis utensilios, pero un golpe en la cabeza hizo que cayera sobre el piso. Lo último que había escuchado antes de quedar inconsciente... fue la risilla espeluznante de Dairon.

•••

Abro mis ojos de par en par. Mis manos estan encadenadas pero mis piernas estan sueltas; al parecer sigo en el laboratorio y vislumbro a Dairon observando el estante con cosas rraras y animales extraños.

—¡Oh! Ya despertaste —murmura Dairon con diversión.

—¡Sueltáme, Dairon! —Lo miro con súplica—. ¿Por qué me has encadenado?

—Pues querido tío, ya te he dicho que no quiero hacerte lo mismo que a los patéticos de mis padres sino algo más cruel —Dairon me da una sonrisa de malicia—, pero fuiste tan estúpido que caíste en mi juego.

Tomo en cuenta una cosa. Dairon mientras más quiera a una persona, le hará algo más cruel en sus momentos de demencia; por ello le había dicho a Talina que la maldición de Dairon sería peor.

—No te dejes controlar por ese vampiro demente en tu interior. Eres un ángel, no eres este monstruo —Lo miro con tristeza—. Reacciona Dairon.

—Ay tío, sólo quiero jugar contigo. No seas tan malo de no querer jugar conmigo —Dairon enciende una motosierra.

—¿Qué harás con esa motosierra? Esto no es un juego. Detente —le imploro.

—Tío ya sé toda la verdad. Mientras estuviste inconsciente tomé de tu sangre y vi todas las cosas que has hecho, así que no tendré lástima de ti —me aclara Dairon con sadismo.

—¡Ah! No, por favor —El dolor en mi pierna es insoportable—. ¡Basta!

—¡Ay, tío! Pensé que eras más resistente pero veo que eres una gallina —dice Dairon en un tono de burla.

—¡Bastardo! No sé porqué me tuve que encariñar con un niño maldecido... —hago una pausa y lo miro con decepción—. Sabiendo que tras esa apariencia de ángel estaba oculto un monstruo cruel.

Dairon corta mi otra pierna mientras se reía. —Esto es tan divertido.

—Dairon matáme de una buena vez. Deja de torturarme —le exijo con la voz débil.

Él introdujo su garras en mi estómago. —Cómo digas tío, ya me aburriste.

Dairon saca su mano de mi vientre para luego arrancarme el corazón.

—Soy el ganador de esta guerra —murmura Dairon con alegría mientras desaparece del sótano, y yo poco a poco fui perdiendo las fuerzas hasta morir.