🍁CAPÍTULO CUATRO

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Jeidan

Me quedo observado a Talina. Sus ojos avellana brillan y en su rostro se refleja la esperanza. Una leve sonrisa se escapa de mis labios, de solo saber que podré hacer algo por la mujer que amo. Tener la oportunidad de ayudarla a recuperar sus recuerdos, me hace feliz.

—Jeidan, creo que ya debería regresar a mi reino —solicita Talina, poniéndose de pie.

—Está bien princesa —Asiento con la cabeza, levantándome del montón de paja.

—Vendré el fin de semana para que me lleves a donde la bruja Mabel —anticipa ella decidida.

—De ser así, tendré que buscar la forma de saber cuando estés en el bosque. Sería muy peligroso que anduvieras en el, solo con Ilimidis. —Miro hacia cada rincón de la caballeriza—. Por cierto... ¿en dónde se quedó esa hada graciosa?

—¿A quién le llamas graciosa? —refuta Ilimidis entrando por un orificio que tiene la puerta de madera de la cuadra.

—No lo he dicho de mala manera pequeña —manifiesto alzando las manos en son de paz.

—¡Mas te vale! —Ilimidis fija su mirada en Talina—. ¿Y qué remolino pasó por su cabello princesa?

Talina me apunta con el dedo.

—Fue por culpa de Jeidan —miente.

Nunca diría que su cabello estaba así debido a sentirse frustrada, por lo tanto la incubro. Ilimidis me mira con ojos amanezantes y esperaba una explicación de mi parte.

—Es que... —Las palabras se traban en mi lengua—, no me pude resistir a acariciar su cabello tan lindo y rojizo —concluyo.

—Mala forma de acariciar principucho —murmura el hada—, mala forma de acariciar... —repite.

Ignorando las palabras de Ilimidis, pongo mi mano sobre el hombro de Talina y le sugiero:

—Debemos buscar la forma de poder darme cuenta cuando estés en el bosque, princesa.

—¿Y cómo eso será posible? —inquiere ella, mostrando curiosidad.

Me rasco la barbilla y comienzo a pensar en una solución, pero no se me ocurre nada.

—Se me ha ocurrido una buena idea —aporta Ilimidis, levantando un dedo.

—¿Cuál? —preguntamos al unísono, la princesa y yo.

—Podemos construir un instrumento músical; un violín o una guitarra —propone el hada—, además con mi magia puedo hacer que sus ondas de sonido lleguen a los oídos del príncipucho, a pesar de la distancia —termina de decir.

—La guitarra queda descartada —dice Talina con negación—. Sé tocar el violín, por lo tanto quiero ese instrumento músical —aprueba.

—¡Como digas princesa! Ahora vamos a donde el carpintero —solicito.

Talina me regala una sonrisa de boca cerrada. —Está bien Jeidan ¡Vayamos!

Llegamos al pequeño negocio del carpintero, Josáfa. Entramos al negocio y las campanas de la puerta comenzaron a chirriar.

—¡Mi señor! ¡Que alegría me da verlo por aquí! —alude Josáfa con respeto, inclinando la cabeza como reverencia—. Sólo dígame en qué puedo ayudarlo tratándose de madera —incluye él mientras se pone los anteojos.

—¡Buenas tardes Josáfa! Me podrías construir un violín con la madera de mejor cálida —le pido con amabilidad.

—¡Por supuesto, mi señor! Me imagino que será un obsequio para esta bella señorita —Josáfa mira a Talina y después señala unas sillas a la izquierda de ambos—. Pueden sentarse en aquellas sillas mientras esperan.

Tres reinos en guerra 🍁Editando🍁Donde viven las historias. Descúbrelo ahora