Talina
Ha pasado un mes.He caído en el alcoholismo. No sé como he aceptado casarme con Jeidan si no lo amo, pero quiero que Eitan sienta lo mismo que sentí aquel día por su culpa. Aquel día que mordió a otra mujer y mas teniendo mi cuello disponible.
Ahora estoy acostada sobre el piso con los brazos y manos abiertas. El vino me hacía olvidar mis penas... pero no puedo olvidar que mañana es mi maldita boda con Jeidan; sin embargo quiero dejarlo plantando en el altar pero no soy tan cruel.
Mi animal peludo, mi querido amigo, no merece ser dejado plantando.
—¡Ábreme la puerta Talina! —reclama mi hermana con autoridad.
—Ya voy hermanita de mi corazón —balbuceo entre risas.
Me pongo de pie con dificultad y tropiezo con una botella de vino media vacía. De inmediato tomo la botella entre mis manos y la abrazo.
—Mi amado vino... —le expreso a la botella esbozando una sonrisa—, eres lo único que alivia mi dolor.
—¡Ábreme la puerta Talina! —replica Lirina.
Iré a ver lo que quiere la «bruja» de mi hermana; con énfesis en bruja, ya que Lirina desaparece mis botellas de vino.
Le abro la puerta de mala gana. —¿Qué quieres?
Lirina me arrebata mi preciada botella de la mano.
—Te he dicho más de mil veces que dejes de tomar —me reprende mi hermana—. Dime que te tiene así, no me has dicho los motivos de tu depresión.
—Me casaré mañana —resoplo sin ánimos.
—¡Has perdido la cordura Talina! —grita Lirina con la voz agitada y poniendo una de sus manos en el pecho—, y si Aníbal se entera.
¡Qué dramática!
—No me importa —bufo de brazos cruzados—, además no soy de esta raza y hoy le confesaré a Jeidan que somos de la misma raza, también me arrancaré el sello y podré ser quién soy en realidad.
La puerta de mi habitación se abre de un golpe.
—¡Qué descortés eres hija! No invitas a tu padre a tu boda —dice Aníbal fingiendo disgusto.
—Los humanos no son bienvenido al reino de los lobos —le aclaro. Lirina me mira como si yo hubiese caído en la demencia.
—¡Qué maravilla! Has recuperado tus recuerdos —manifiesta Aníbal con una sonrisa maliciosa.
Él se acerca hacia mí y alza mi barbilla con su mano. Sus ojos oscuros están fijos en mí.
—Espero que seas feliz con Jeidan —desea Aníbal con un semblante de alegría.
No comprendo lo que está sucediendo. ¿Qué mosca le habrá picado?
—No comprendo el porqué me permitirás que me case con él —le cuestiono con un semblante de confusión.
—A quién engañas Talina. Tal vez casi no pasamos palabras pero te conozco más que tu propia madre —Aníbal me da una sonrisa de boca cerrada—, y sé que si te casas con ese lobo serás la mujer más infeliz y es eso lo que me causa alegría. Aún no puedo creer que tú misma desgraciaras tu vida.
—Él es un gran hombre. Tal vez no lo amo pero a su lado estaré tranquila —le aseguro con la cabeza en alto.
—Jeidan es el enemigo que debes matar —susurra Aníbal cerca de mi oído para que Lirina no escuche.
—¿Por qué alguien tan amable como él debería ser mi enemigo? —interrogo, apretando mis puños a mis costados.
—Porque no se lo preguntas a Eitan —Aníbal comienza a reírse—. Eitan sabe todo sobre ti y puedo ver que solo te hizo recordar fragmentos de tu pasado.
No le respondo.
—Padre mejor ya vámonos. Talina necesita estar sola —le habla Lirina tomándolo del brazo.
—¡No me toques Lirina! Me decepcionas como hija —se queja él zafándose de su brazo.
Aníbal se marcha de mi habitación y también Lirina, por ello aprovecho estar sola en la habitación y busco debajo de mi cama otra botella de vino, tan sólo para poder aliviar mis penas de nuevo.
•••
Abro mis ojos de par en par. Estaba acostada sobre el piso con una botella vacía sobre mi pecho. Me duele mucho la cabeza.
Me pongo de pie y mis ojos se llenaron de sorpresa, tan sólo por ver un vestido de bodas encima de mi cama; también hay una nota encima del vestido.
"Con este vestido se iba a casar la infiel de tu madre con Leo. Creo que se vería bien en ti hija bastarda. Hoy les he dejado la mañana libre a los guardias, es tu hora de marcharte y nunca más pisar mi reino. Attc: Aníbal".
El vestido es muy hermoso. Es un vestido blanco que deja descubierta mi espalda.
«Toc-toc, toc-toc...».
Alguien golpea la puerta de mi habitación con prudencia.
—Talina puedo pasar —pide mi hermana con tristeza.
—Adelante hermana —le contesto.
Lirina entra a mi habitación y se acerca hacia mí. Ella me abraza con todas sus fuerzas y comienza a lloriquear.
—No quiero que te vayas. Mi vida será muy aburrida si no estás —chilla mi hermana.
Ella toma mi rostro entre sus manos. —¿Cómo soportaré la ausencia de mi hermanita?
—Hermana no seas tan dramática y mejor ayúdame a ponerme este vestido —le muestro el vestido y sus ojos se iluminan—, además voy a visitarte a escondidas de Aníbal, ya que entraré por la puerta secreta.
—¿Qué puerta? —pregunta ella confundida.
—Saldré por esa puerta para que la puedas ver, por si algún día decides huir de aquí —le digo entre risas.
—Está bien hermana —responde ella con una sonrisa forzada.
Sé lo mucho que le haré falta a Lirina y eso quiebra mi corazón. Sé que no podré regresar por Aníbal pero tuve que darle las falsas esperanzas para que ella esté tranquila.
•••Mi hermana me acompaña hasta la puerta secreta y nos despedimos dándonos un fuerte abrazo.
—Hermana aún no es tarde para arrepentirte —rebufa Lirina—, y sabes que yo me opongo a esa boda.
—Ya es tarde para arrepentirme. No quiero romperle por segunda vez el corazón a Jeidan —le hago saber con la voz quebrada.
Lirina me observa con tristeza. —Te arrepentirás de esto Talina porque no lo amas, y eso es lo que me duele.
No le respondo a Lirina, solamente la abrazo de nuevo y le dedico una sonrisa fingida. Después me marcho sin decir ni media palabra.
Llego al pueblo y puedo ver lo solitario que está. Parece ser que todos están encerrados en sus cabañas y no hay ningún rastro de guardias en el reino.
Definitivamente esa rata maldita quería deshacerse de mí.
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Tres reinos en guerra 🍁Editando🍁
FantastikTres reinos con especies distintas; vampiros, lobos y seres humanos... Los vampiros son protegidos por sombras oscuras y demonios. A los lobos ningún ser los protegen, ya que son una manada y se protegen entre ellos mismos. Y los humanos son protegi...