Cap. 9: Tengo miedo de no volver a verte

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Cogí con resignación las riendas de mi caballo y lo llevé hasta la puerta de salida antes de que el comandante diese la orden de salida. La expedición de aquel día era la única que debía de hacer; simplemente medir el perímetro de una parte del bosque, mi hogar.

Unos soldados de nombres Abel, Nifa y Moblit me acompañarían en la misión bajo las órdenes de la capitana Hanji, con la quien sentía cada vez más empatía. Me reuní con ellos a las puertas a que estaban juntos, Abel resultó ser un chico rubio, alto y de ojos azules. Llevaba gafas y parecía bastante inteligente, pues empezó a planear todo en seguida.

La siguiente soldado era Nifa, una chica joven que tendría mi misma edad, de cabello corto, rojizo claro y ojos ámbar; era realmente guapa.

Y para finalizar estaba Moblit, un hombre que parecía bastante cercano a la capitana. Castaño de ojos café y de estatura media.

— ¿Estamos todos? ¡Vamos allá! — exclamó la capitana Hanji con alegría.

Partimos hacia el exterior con seguridad. Había empezado a decantarme por la idea de disimular de manera distinta, es decir, amoldarme a las situaciones y dejar que mi agresivo carácter se perdiese frente a los soldados. Levantaría menos sospechas y haría más amistades, aunque me doliese mentirles. Padre volvería pronto a buscarme.

Vislumbramos un claro en el bosque y comenzamos a peinar la zona en busca de titanes que derribar para las investigaciones de mi superiora. Ordenó que nos dividiésemos y nos fueron entregadas una especie de lanza bengalas para avisar de cualquier situación y así estar informados a distancia. Nifa y yo formamos pareja y nos dirigimos al este; Abel, Moblit y la capitana al oeste.

— Siempre he adorado el bosque... desde niña visitaba un pequeño bosque que estaba plantado junto a mi aldea, ese era mi mundo — me reveló Nifa con aire nostálgico.
— Cierto, este tipo de sitios te terminan adorando. Yo también amo el bosque.
— ¿Aldea o ciudad?
— Aldea...
— Entonces es entendible. No soportaría vivir en una ciudad, la naturaleza casi forma parte de mi vida.

Detuvimos el avance del EMT en unas gruesas ramas para descansar y nos paramos para avistar el suelo con más calma. No había ni rastro de titanes. Ningún rastro de bengalas en el cielo.

— No sé si debería preocuparme... — admití pensando en cargar una bengala.
— Tranquila, puede que estemos en un buen día y por eso no pasa nada.
— Puede... pero me resulta extraño, ¿cuánto hemos recorrido ya?
— Unos seiscientos metros — respondió Nifa calculando la distancia de cabeza — tomemos agua y sigamos, es importante hidratarse.

Cogí mi cantimplora y bebí un poco cuando empezamos a sentir las ramas temblar, todo el lugar temblaba ligeramente en lo que parecían ser pesados pasos en la tierra. ¿Sería un titán de gran tamaño?

Nifa recogió sus pertenencias y sacó sus espadas alertada por el constante temblor, hice lo mismo y nos quedamos inmóviles con la vista fija entre la espesura verde de plantas. Así pude advertir entre los árboles una figura parda andando con tranquilidad, era enorme... podría decirse que aquella cosa medía diecisiete metros aproximadamente y caminaba con una calma sospechosa. No sabía si se le podía considerar un titán ya que su cuerpo deforme estaba cubierto por un pelaje pardo.

Nifa y yo nos quedamos mudas al ver esa cosa por primera vez, este "titán" se giró y centró su vista en nosotras.

— Arya... deberíamos regresar... — sugirió Nifa temblorosa.
— Lanza la bengala roja, date prisa — las conversaciones entre nosotras pasaron a ser susurros nerviosos. No había sido preparada para una situación como aquella.

La cosa nos sonrió y saludó ligeramente levantando un poco su mano con afiladas garras en sus dedos. Eso no era un titán... ¿o sí lo era? ¿O no?

— Te buscaba, niña — habló a la perfección la bestia dirigiéndose a mí.
— Arya... corre...

Sin pensármelo dos veces lancé una bengala roja al cielo y activé mi equipo junto con Nifa para salir de ahí lo antes posible. Era demasiado tarde para darse cuenta de que un titán de menor tamaño, aferrado al tronco de un árbol, agarró mis cuerdas haciendo que mi propulsión fallase y cayese al vacío, la altura a la que sobrevolábamos el suelo era de casi ciento treinta metros.

— ¡Nifa, busca ayuda! — le grité a ella antes de que fuese por mí.
— ¡Pero, Arya-
— ¡BUSCA AYUDA!

Ella se esfumó de mi vista tras asentir sin estar de acuerdo e intenté todo por activar de nuevo el equipo, pero nada. Caí sobre una mano, la mano de aquel bicho, a pocos centímetros del suelo. Me quedé atónita mirándole, al igual que él no apartaba la vista de mí y volvió a hablar.

— Sé quien eres, ven y te contaré todo lo que desees saber.
— De qué hablas...

Un hombre salió por detrás de la nuca de la cosa, quedando esta inerte, y caminó hacia mí hasta que llegó frente a frente. Me tendió su mano y desconfiada le amenacé con mi puñal.
Me sentía sola en ese momento, esperando a que Nifa regresase.

— Pronto nos encontraremos de nuevo — fueron sus únicas palabras antes de darse la vuelta y desaparecer entre la maleza.

El cuerpo inerte del titán me sirvió de cobijo para esperar por la llegada de mis compañeros. El cuerpo se deshacía lentamente entre el vapor, por lo que adiviné que el hombre con el que me había topado era otro titán cambiante. Sin duda que había muchos misterios qué resolver por allí...

Algo que eché de menos fue a Armin. Le prometí que comeríamos juntos, sin embargo mi condición en ese momento me lo impidió; debía de estar muy preocupado.

LA CHICA DE FUERADonde viven las historias. Descúbrelo ahora