Un sabor metálico en mi boca me despertó haciéndome sentir aturdida. El ambiente poco iluminado en el que me encontraba hacía que quisiese seguir durmiendo, solo la llama de la chimenea iluminaba la... ¿celda? Desperté sobre una cama separada de la puerta exterior por unos barrotes de hierro.
Pasé mi mano con cuidado por donde me dolía para retirarla con un ligero hilo de sangre, tenía un corte en el labio y la mejilla estaba caliente y dolorida. Miré afuera del lugar para ver frente a mí dos celdas más; Levi y Mikasa estaban en ellas aunque permanecían inconscientes, qué era todo aquello.
— ¿A-Armin? — susurré casi sin voz.
Una intensa sed me asolaba, tenía la garganta y labios secos por lo que me costaba hablar, por no mencionar el rugido de mi estómago reclamando comida. No me acordaba de nada antes del golpe, ¿era el mismo día o había pasado tiempo desde entonces?
Escuché pasos bajando las escaleras tras la puerta y permanecí con las manos agarradas en los barrotes con la mirada fija en la puerta.
— Veo que te has despertado — dijo Zeke al entrar.
— No, idiota, duermo con los ojos abiertos si te parece — le contesté fulminándolo con la mirada.
— Si fuera tú no me pasaría de listo, Nayeli... estás en clara desventaja.
— Si fuera tú temblaría de miedo, vas a desear no haber nacido cuando salga de aquí, desgraciado.Tosí un poco antes de volver a hablar, pero otro golpe me cayó sobre la mejilla dolorida haciendo que retrocediese.
— He dicho que no te pases de lista. En cualquier momento puedo sacar una pistola y volarte la cabeza, no me hacéis ninguna falta.
Decidí callarme antes de que cometiese su amenaza y siguió hablando.
— Te preguntarás qué hacéis tú y tus amigos aquí, es una fácil respuesta; vosotros tres sois los últimos miembros de la familia Ackerman, la familia más poderosa que ha existido. Vuestro poder oculto supera incluso al de los titanes cambiantes y cuando éste despierta, tenéis una fuerza equivalente a trescientos hombres, cómo para meterse con vosotros.
— ¿Y qué?
— Como supondrás, en libertad sois una gran amenaza para nosotros y debemos de eliminar cualquier inconveniente, es decir... mataros, básicamente.Vi a Mikasa tras él despertándose tan aturdida como yo, miró al hombre hasta comprender lo que estaba pasando.
— ¿Dónde estamos? — preguntó con voz calma, pero enfadada a la vez.
— Eso no os interesa, total, vais a morir...
— Cómo...Negué con la cabeza para que Mikasa no hiciese nada que nos perjudicase. Zeke rió un poco y se acercó a la celda de Levi.
— Maldito demonio, tú serás el primero en morir...
La puerta se abrió y dejó paso a Eren, Mikasa se quedó perpleja al verle sin reconocerlo en un principio, pero al darse cuenta de quién era extendió los brazos por fuera de los barrotes mostrando una triste sonrisa con la intención de abrazarlo.
— Eren... has vuelto...
— Cállate, esclava.Pasó de largo dejando a Mikasa con una expresión de incomprensión que pronto se transformó en una de tristeza. Tenía que salir de esa celda ya.
Eren y Zeke hablaron sobre un tema que no escuché ya que retrocedí en silencio hasta la cama y miré disimuladamente por debajo para buscar algún objeto que me sirviese para forzar la cerradura.
— Eren, qué te ocurre...
— Mikasa, cállate — pensé rebuscando bajo la cama — el Eren que conocimos ya no existe.
— Otra pesada — dijo él acercándose a Mikasa.
— ¿P-Pesada? Si siempre hemos estado juntos, de-desde niños.Levanté la vista y volví a ponerme de pie. Ella le mostró la bufanda roja que siempre llevó puesta.
— Tú me la regalaste aquella vez que me salvaste de ser secuestrada para que no tuviese frío, ¿te acuerdas?
Cogió su bufanda y se la arrancó de las manos para después tirarla al fuego de la chimenea, Mikasa se quedó pálida viendo la prenda siendo consumida por las llamas poco a poco.
— Nunca debí de rescatarte, desde aquel día has estado pegada a mí como un perro. Cómo te odio, Mikasa.
Me quedé impactada, era como ver a alguien completamente distinto. Qué había sido de aquel Eren sonriente, preocupado, atento... lo que veía ante mí era nada más que un monstruo. Solo cuatro años desaparecido hicieron falta para cambiarlo.
Mikasa rompió a llorar de una manera que me desgarró el corazón, había sido muy cruel. Zeke sonrió y salió de la sala tras darle unas palmadas en el hombro a Eren.
— Vigílalos hasta que venga Gabi, ¿quieres?
Eren asintió y se sentó en una silla junto a la chimenea para observar a Levi, quien seguía inconsciente.
Mikasa se sentó en la cama y escondió el rostro entre las manos para seguir llorando en silencio. No podía dejar las cosas así.
— ¡Te arrepentirás de esto, Eren! — le grité desde los barrotes.
— ¿Vas a detenerme, preciosa?Acercándose a mí, me tendió una rosa blanca.
— ¿La quieres?
Pensé rápidamente en un plan. Sonreí dulcemente y asentí cogiéndola.
— Sabes, Eren... no me había dado cuenta antes, pero ahora que te veo bien... creo que puedo corresponderte.
— Ya era hora de que te dieses cuenta, belleza.Mikasa nos miró sin entender lo que hacía, pero yo le sonreí cómplice para que no dijese nada.
Eren se aproximó para besarme cuando tiré la rosa al suelo y cogí el cuello de su camisa con fuerza para golpear su cara contra las barras de la prisión. Cogí sus llaves rápidamente y volví a golpearlo para que cayese inconsciente al suelo.
Tras salir de mi celda, abrí la de Mikasa y la de Levi, quien ya estaba despierto, para salir de allí. Estábamos desarmados, así que cogí el puñal de Eren y nos fuimos dejándole encerrado en mi celda bajo llave.
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LA CHICA DE FUERA
Fiksi PenggemarNayeli Ackerman es una chica misteriosa que ha vivido fuera de los muros desde que tiene noción del tiempo. Un día ese peculiar estilo de vida cambiará cuando el cuerpo de exploración la encuentra y es obligada a entrar en este. Allí dentro conocerá...