Cap. 6: Me disculpo

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Una y otra vez siento el enorme dolor en el corazón, la afilada y fría hoja de la espada me atraviesa la piel repetida veces, tengo sueño y siento como la temperatura de mi cuerpo disminuye junto con mis fuerzas para aferrarme a la vida que estoy perdiendo. Oscuridad.

Me desperté con gotas heladas de sudor salpicando mi frente; había sido una horrible pesadilla. A mi alrededor todo estaba oscuro pues era de noche y mis compañeras de barracón dormían profundamente. Vestí mis ropas en silencio para salir al exterior de la pequeña cabaña y deambular por los caminos casi camuflados por las hojas ya caídas

El otoño se acercaba, los árboles se iban quedando desnudos al ser despojados de sus hojas por las fuertes ráfagas de viento; estas me revolvían el ondulado cabello negro cenizo como el de mi padre, que se dejaba caer hasta cubrir mi espalda casi por completo.

Unos cuantos matorrales de bayas, setos recién podados, hierba húmeda adornada de las pequeñas esferas de agua de lluvia que se encajaban como un perfecto collar natural. Era de madrugada y la débil luz azulada del sol iluminaba mi rumbo por las cortas sendas que desembocaban en el edificio general. Unos sonidos de ramas movidas hicieron echar mi vista atrás para ver a Eren, las ramas que sujetaba con la mano eran finas y delgadas con pequeños frutos en sus puntas.

 Unos sonidos de ramas movidas hicieron echar mi vista atrás para ver a Eren, las ramas que sujetaba con la mano eran finas y delgadas con pequeños frutos en sus puntas

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Respiré el fresco aire con olor a tierra húmeda para dejar que mi cuerpo se destensara de toda preocupación y acudí al lado de él para disculpar mis malos modales.

— Anda, la marginada — dijo con desprecio al verme venir.
— Perdona por no aceptar tu ayuda. Los últimos días aquí han sido frustrantes.
— ¿Por qué? ¿No te alegras de volver?
— Más bien desearía hablar con mi padre en persona para decirle que estoy bien — contesté sin muchos ánimos de entrar en detalles — ¿Cómo es que paseas por aquí?
— Me desperté con una pesadilla y no conseguía dormir, ¿y tú?
— Mismo motivo.

Me ofreció unas bayas que acepté con amabilidad y caminamos de vuelta.

— Hay una cosa que quería decirte.
— Adelante.
— Los demás ya lo saben y creo que tú también deberías saberlo, no te asustes. Verás, soy mitad titán.
— ¿Un titán cambiante? Lo sé.
— ¿Cómo? — preguntó sorprendido.
— Cuando me rescatasteis vi aquellas marcas de quemaduras bajo tus ojos y lo supe, leí libros sobre ese majestuoso poder.

— Cuando me rescatasteis vi aquellas marcas de quemaduras bajo tus ojos y lo supe, leí libros sobre ese majestuoso poder

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— Armin tiene razón sobre ti, eres bastante culta. Cuesta creer que seas soldado.
— Ya... mejor regreso al barracón antes de que nos despierten.
— Entonces yo también vuelvo.
— Eren... de verdad que lo siento por lo del otro día.
— No te preocupes, entiendo que estés estresada — su sonrisa me tranquilizó y nos despedimos con un abrazo.

Tras un energético desayuno a partir del café recién molido y de cereales, salí al campo a entrenar sintiéndome más aliviada de haber pedido disculpas. El alivio fue tan sólo momentáneo cuando antes de salir a correr un oficial trajo consigo unas bolsas con el correo.
Tragué saliva al pensar que si tenía correo de mi padre el soldado me llamaría por mi verdadero nombre, para mi fortuna no fue así.

— Aquí hay una carta para... ¿anónima? — dijo el oficial.
— ¡Es para mí, señor oficial! — me apresuré en decir ante las extrañadas miradas de todos.
— Vale... aquí tienes...

Muchos de mis compañeros de escuadrón no recibieron ninguna carta; Armin, Eren, Mikasa, Bertholdt y a unos cuantos más no se les fue entregado nada. Pronto descubrí que sus padres habían pasado a mejor vida en otro mundo y dejé de sentirme única y sola.

Abrí la carta bajo la mesa y leí, era muy breve. El mensaje fue lo suficientemente claro como para hacerme entender su propósito.

Querida hija:

Me quedan varios días de viaje si el tiempo quiere. Perdona si esto te molesta, cariño, pero me ha surgido un problema y tendré que pasar dos días en el sur de Rose por un pequeño asuntillo...
En fin, intentaré acabar lo antes posible y volver. ¿Qué tal te va con las ratas? Debes de estar pasándolo mal por ahí.

Suspiré entre molesta y contrariada antes de guardar la carta. Cuánto debería seguir disimulando...

LA CHICA DE FUERADonde viven las historias. Descúbrelo ahora