Cap. 23: Un mero sueño

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Apoyé mis manos sobre el marco de la puerta que daba acceso exterior al sótano. Había un silencio sepulcral en las calles, ni un alma las recorría ajetreada como habíamos visto el día anterior; se habían quedado desiertas. Udo y Sofía mencionaron otra ciudad cerca de esta llamada Mare, los guerreros eldianos habían evacuado a los habitantes de Eldia hasta allí para poder luchar contra nosotros sin herir a la gente.

El sol todavía no había asomado por el oeste cuando me desperté de un bello sueño; en él vi extensos campos floridos libres de cualquier amenaza. Las personas los recorrían felices y sin preocupación alguna mientras acariciaban las flores que había a su paso. El paisaje era hermoso... y tanto mis padres como el comandante Erwin estaban allí, vivos.

Suspiré contrariada de tener que volver a la realidad que estábamos viviendo y me apoyé medio adormilada en la pared del pasillo oscuro. Mis amigos y los niños dormían profundamente después de todo lo ocurrido, pero no vi a Mikasa con ellos. Logré encontrarla sentada en los escalones con la mirada perdida y gesto pensativo.

— Te despertaste temprano — le dije — ¿un mal sueño?
— No... simplemente no soy capaz de dormir.

Supe de inmediato el motivo por el que estaba así.

— Eren ha cambiado mucho — comentó ella — Carla y Grisha han de estar muy decepcionados.
— ¿Carla y Grisha?
— Eran sus padres, murieron en la caída del muro hace nueve años. Desde entonces, Armin y yo hemos sido su familia para él aunque ahora parezca que lo ha olvidado.
— No sé qué le ha hecho cambiar de mentalidad, pero no debemos lamentarnos; hay una guerra que ganar.

Mikasa asintió triste y me despedí con un abrazo para salir afuera. Aseguré el puñal robado que conservaba por si acaso y me encaminé por las calles vacías para respirar el aire fresco. Tanta tranquilidad me hizo destensar los músculos y quedar así más relajada.

— Qué te hicimos, Eren...
— Tú no me hiciste nada — su voz me puso alerta.

Saqué el puñal y me giré con rapidez al verle, estaba solo, o eso parecía.

— Qué has dicho... — repetí al no haber entendido — entonces por qué me quisiste matar, en qué quedamos; me odias a mí también o no.
— A ti no te odio, Nayeli, les odio a todos los demás.
— ¿Qué me diferencia?
— Vete lejos antes de que Zeke vuelva a por ti.
— ¿Dejando a mis amigos atrás? Ni en broma. Mejor vete tú y tus colegas, las cosas quedarán más sencillas para todos.

Cogió mi muñeca con suavidad y me retiró el arma de las manos.

— Me recuerda a aquel día que te besé — comentó haciendo que la imagen del recuerdo viniese a mi mente.
— Por qué evitas mis preguntas...
— Quiero que estés junto a mí. Te amo más de lo que Armin te amará nunca, cásate conmigo.

Me aparté asustada de él empujándole hacia atrás y le arrebaté el puñal de las manos.

— Un paso más y te corto el cuello — le amenacé sintiendo mis piernas temblar.
— Te quiero, Nayeli, vamos, correspóndeme.
— Estás loco...
— Loco de amor por ti.

Dejé caer el puñal al suelo al tocar con la espalda una pared que me impidió seguir retrocediendo. Maldecí en mi mente demasiadas cosas confusas mientras Eren apoyaba ambas manos en la pared, atrapándome entre sus brazos.

— Solo cuando estoy contigo siento mi corazón latir...

Estaba muda, no podía gritar. Apartó el puñal lejos de mi alcance y se inclinó hacia delante para besar mi mejilla, sus labios permanecieron en mi rostro, casi acariciándolo y sintiendo su respiración.

Algo en mí me estaba haciendo sucumbir, una pequeña parte de mi consciencia me obligaba a querer besarle, yo amaba a Armin, jamás le sería infiel con ese loco... Un beso en mis labios silenció todo pensamiento. Fue un beso suave al principio, solo nuestros labios se rozaron, pero después cambiaron las tornas para hacer de los besos algo más apasionados.

Mi mala consciencia ganó la batalla. Entre lágrimas de culpa, coloqué mis manos sobre sus hombros y me acerqué a su boca para seguir disfrutando del beso, me sentía bien y mal a la vez.

— Así me gusta...

Bajé la cabeza con angustia y pegué mi frente a su pecho, Eren me acogió con un abrazo.

— Te cuidaré bien — dijo acariciando de manera dulce mi cabello — no tendrás ningún problema.

Asentí levemente sin dejar de derramar lágrimas, ¿qué estaba haciendo? No podía creer que me hubiese rendido así, pero toda la añoranza que sentí durante cuatro años por volver a verle me hizo romper mi promesa con Armin, y eso sintió como una patada en el estómago.

El sol comenzaba a salir bañando mi rostro y tiñendo mis lágrimas con su luz anaranjada. Cerré los ojos y dejé que el aroma de Eren me embriagase.

— Eren...
— Dime, preciosa.
— Si me quedo contigo... prométeme que no les harás daño a los demás.
— Cómo sé que no me estás engañando esta vez.
— Haré lo que sea, pero te lo ruego, no les hagas más daño...

Pasó sus dedos bajo mis ojos para secar el rastro de las lágrimas y asintió.

— ¿Lo que sea? — preguntó con una sonrisa.

Tragué saliva y asentí.

— Entonces cumpliré tu súplica con dos condiciones.
— C-Cuáles...
— La primera, deja a Armin y la segunda, casémonos y tengamos hijos; seremos una familia, Nayeli.

LA CHICA DE FUERADonde viven las historias. Descúbrelo ahora