Día 16: Bufanda.

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Hacía frío, el cielo se hallaba lleno de nubes, y la mansión estaba parcialmente agitada. El ambiente era algo normal, pero se diferenciaba de otros días porque su líder se hallaba en una habitación que estaba siendo remodelada por él mismo. Tsuna sonreía mientras deslizaba el rodillo con pintura celeste por las paredes, escuchaba música y seguía entretenido en esa tarea. Porque quiso preparar el cuarto de su hijo con sus manos.


—Me gusta el color —Kyoya había llegado de una misión y recién se enteraba de aquel asunto.

—Puesto que Verde nos aseguró que sería un niño —sonrió antes de girarse hacia el azabache—, elegí este color.


Kyoya sonrió por ese entusiasmo, se contagió también, pero antes de ir a cambiarse por algo mas cómodo y ayudar, se acercó al castaño y lo abrazó. Eran sus pequeños momentos a solas los que disfrutaba, cuando rozaban sus narices en un beso esquimal, o probaban sus labios con dulzura. No importaba la pintura o el desorden, solo eran ellos dos en ese cuarto colorido, demostrándose que se amaban como hace ya varios años.

La pintura adornaba todo con precisión, algunos detalles en blanco, violeta y también en naranja formaron conejitos y avecillas. Se veía bastante bien para haber sido hecho por dos personas sin experiencia en esas cosas. Ahora solo debían esperar a que todo se secara para seguir añadiendo cosas al lugar. Pero eso no significaba que no pudiesen seguir comprando lo necesario.

Tsuna siempre adquiría algunos ositos de felpa, Kyoya era más apegado a la ropa pequeñita que hallaba en sus viajes. Pero cuando se daban tiempo para salir juntos, como si fueran una pareja normal, era aún más bonito. Rebuscaban en las tiendas, coordinaban en sus gustos para comprar algo, se tomaban de las manos sin importarle las miradas curiosas, y se besaban entre las risitas de Tsuna quien se encantaba con sus adquisiciones.

Eran felices.


—¿Por qué una bufanda?

—No lo sé —Tsuna sostenía en sus manos una pequeña bufanda tejida—. Tal vez por el clima.

—Tu madre es talentosa —añadió al ver los detalles en los bordes y el osito que estaba tejido en la mitad.

—¿Eso es para el bebé? —Reborn miraba a la pareja con un poco de incomodidad, tanta dulzura le hacía daño.

—¿Te gusta? —sonrió Tsuna.

—Yo recomendaría que le dijeran a mamma que teja otra —jugó con su patilla derecha.

—¿Eh? ¿Por qué?

—¿Repuesto? —planteó Kyoya.

—No. Es porque no es un bebé, son dos —bostezó porque estaba cansado—. Como sea. Seguro Verde les llama para explicarles el asunto.


Sí, así de naturales eran las buenas noticias en la mansión.

Y después de que digirieran la noticia, escuchando de Verde que el segundo bebé se escondió detrás de su hermano, y que los latidos estaban sumamente coordinados y por eso no se fijó en detalles, Tsuna no pudo estar más feliz.

Nana estaba que estallaba de alegría, y si bien le pidieron solo una bufanda más, la feliz abuela hizo tres, además de zapatitos, un par de saquitos, y hasta un abrigo floreado, porque ella presentía que iba a tener una nieta.

Fictober 2019 [KHR] [1827]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora