Día 30: Nieve.

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El frío invierno no era del gusto de todos, pero para otros era una oportunidad única.

Para Tsunayoshi solo era una fecha de escándalo que adoraría, porque su vida se había vuelto caótica y agradable. Esperaba la fiesta de navidad, el desastre del año nuevo, y las tonterías que se harían en esa época. Pero lo que más ansiaba, era la nieve, porque le gustaba ver los copitos caer sin prisa desde el cielo.

Era un placer solitario.

Se escapó de casa con la excusa de ir por los ingredientes de la cena mientras su madre y los demás seguían adornando la sala. Pudo salir sin prisa, observando el blanquecino tono del cielo, sonriendo porque estaba seguro de que nevaría pronto. No se equivocó. Cuando atravesaba un parque, un copito de nieve descendió justo frente a su nariz.

Era como un niño.

Estiró sus manos y atrapó los copitos que se deshacían con rapidez.

Olvidó el tiempo, la fecha, el lugar, y disfrutó entre risas de la primera nevada.


—No sabía que te gustara tanto.


Tsuna se giró hacia aquella voz grave y muy conocida. Descendió lentamente sus manos y las metió en los bolsillos. Después sonrió avergonzado mientras sus mejillas tomaban un color ligeramente carmesí acentuado por el frío. Se quedó admirando cómo Hibari se acercaba lentamente hacia él, y se quedó quieto cuando aquella mano se acercó hacia su rostro.

Aquellos dedos repasaron sus mechones frontales donde se acumularon algunos copos de nieve, dándole una capa blanquecina. Después el suave y frío toque descendió hasta su mejilla. Sonrió. Nadie imaginaría que el temible presidente del comité disciplinario de Namimori, podía ser tan delicado al tratar con alguien.


—No pensé verlo aquí, Hibari-san.

—Te estaba siguiendo —Tsuna rio—, es raro que salgas sin los herbívoros.

—Voy por el mandado —confesó.


No hubo más palabras, Tsuna solo percibió en cámara lenta cuando el rostro del azabache se acercó al suyo y sobre sus labios era depositado un suave beso mariposa que se repitió tres veces. Enrojeció al instante, sintiendo sus manos sudorosas y un ligero temblor en sus piernas. Pero no se apartó, solo entrecerró los ojos y dejó que Kyoya le acariciara la mejilla.

Disfrutó de ese pequeño instante dado bajo los copos de nieve.


—Vamos, pequeño omnívoro.

—¿A dónde?

—Lejos del escándalo de tu familia —bufó suavemente—, no me gusta.

—Pero tengo que volver.

—Lo harás después —descendió su mano buscando la ajena, sujetando delicadamente la punta de esos dedos.

—¿Irá a la fiesta de navidad? —preguntó antes de que se le olvidara.

—¿Me dejarás besarte frente a los herbívoros? —elevó una de sus cejas.

—Yo... —boqueó, sintiendo ese hormigueo en su estómago debido a la vergüenza por imaginarse aquello—, no creo... soportar sus miradas —confesó entre risas nerviosas—. Ellos son... algo extremistas.

—Que se hagan a la idea —empezó a caminar con Tsunayoshi a su lado—, porque voy atarte a mí para siempre.


Tsuna casi se infarta por aquella frase dicha con tanta seguridad. Era más de lo que esperó escuchar de Hibari, y no supo cómo consiguió respirar después de eso. En esa época no tenía ni idea del peso de aquella promesa, porque amaría a ese hombre de tal forma que nada pudo separarlos. Pero en ese instante lo más grave era soportar las burlas de Reborn, las peleas de Hayato y los demás, y el lío que Hibari gustaba armar.


—Además —Kyoya sonrió con sutileza—, tu madre está de acuerdo con esto.


Tsunayoshi Sawada enrojeció hasta el punto en que dejó de sentir frío, pero ni así soltó la mano del azabache que guiaba su ruta.




Notas finales:

Esto sobrepasó mi nivel de dulzura y ahora me siento rara. Voy a vomitar arcoíris alv.

Mañana es el último drabble señores. Creí que no lo iba a lograr.

Krat los ama~

Besos~

Fictober 2019 [KHR] [1827]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora