Día 5: Fraternal.

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Colocar una bufanda alrededor del cuello ajeno para evitar un resfriado, partir un sándwich a la mitad para compartirlo, reírse del chiste malo del contrario, acompañarse a casa hasta que sus caminos se separasen, hacer travesuras, compartir un refresco. Todos esas eran acciones fraternales, dadas entre dos personas que comparten un vínculo emocional parecido al de un par de hermanos, sin esperar nada más que hallar a alguien con quien compartir las cosas más simples de la vida.


—Es algo fraternal —solía decir Gokudera.

—Sí, son buenos amigos —segundaba Yamamoto antes de morder la salchicha en forma de pulpo que le robó al albino.

—Hum... —ignoró la disputa de ese par y se levantó—. No lo creo —susurró.


Lo que Hibari veía en las acciones de Tsunayoshi y Enma no era algo fraternal, era algo más allá, porque esas sonrisas estaban acompañadas de un sonrojo notorio, y esas miradas cómplices terminaban en susurros y risitas estúpidas. No, él no creía que la relación de esos dos fuera algo fraternal. Por eso se sentía tan inquieto. Le disgustaba mucho eso.

La relación de esos dos era algo mucho más avanzado, era obvio, porque si bien Tsuna era muy amable y dulce con todos, con Enma esa amabilidad superaba un nivel imaginario. Como cuando vio a Tsuna quedarse dormido con la cabeza pegada al pelirrojo en la azotea, sosteniendo en manos un manga fantasioso de nombre raro. Quiso golpearlos esa vez, pero se contuvo porque era de las pocas veces en las que el castaño podía descansar.


—Enma es mi mejor amigo —sonrió divertido por la pregunta repentina de Kyoya.

—Él está enamorado de ti —acusó sin poder reprimir su enfado.

—No —alargó la sílaba durante unos segundos antes de mirar directamente a los ojos de Kyoya—. No lo está —repitió antes de sonreír.

—¿Por qué se comparten la comida con los palillos? —frunció su ceño, enfadado.

—Porque Enma pide una cosa y yo otra, y a veces nos da curiosidad probar el plato ajeno.

—No es algo fraternal, eso va más allá.

—Kyoya —Tsuna se acercó hasta tomar esas mejillas con sus manos—, mírame.

—Hum —a regañadientes obedeció y se restregó contra esa piel cálida—. No es fraternal —susurró.

—Lo es —se acercó hasta que su nariz tocó la ajena y sus mejillas enrojecieron—. Es algo fraternal. Jamás te mentiría con eso.

—No me gusta.

—Pero seguiré haciéndolo —besó la mejilla de Kyoya antes de reír—, porque es mi amigo y lo quiero como a un hermano.

—Tienes que mirarme así solo a mí —sujetó las caderas del castaño para que este no se alejara—, tienes que avergonzarte así solo conmigo —refunfuñó antes de esconder su rostro en el cuello del castaño—, tienes que amarme solo a mí.

—Hay algo que solo haré contigo —susurró entre divertido y sorprendido por los evidentes celos de Kyoya.

—Hum —murmuró antes de dejar que el castaño se alejara un poco.

—Besarnos —rio bajito antes de acariciar los labios ajenos con sus dedos—. Y eso demuestra que lo nuestro no es fraternal.


Un besito para apagar los susurros malhumorados de su nube, un besito más para dejar de lado esa plática extraña, un besito adicional para calmar esos celos, y el roce de sus mejillas antes de que Tsuna riera por la suave mordida en su hombro.

Amaba a ese hombre, pero a veces desearía no hacerlo tanto, porque le perdonaba incluso esos celos sin fundamento. Por el momento solo disfrutaría de esos besos, ya después corregiría ese comportamiento.

Fictober 2019 [KHR] [1827]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora