N U E V E

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[...]

Después de lo ocurrido, el akuma no había vuelto a aparecer por ningún lado. Los héroes habían buscado por todo París toda la tarde, noche y gran parte de la madrugada, pero no habían encontrado ni un rastro de él.

Ese fin de semana se volvió eterno.

Chat Noir y Lordbug habían patrullando toda la ciudad de nuevo al día siguiente. Se les veía pasar, y recomendar que se quedaran en casa, sin importar qué.  Gracias a los consejos, órdenes y a que la noticia se había anunciado por los noticieros media hora después del accidente, la única víctima confirmada había sido Colín Bourgeois.

Andrea, la alcaldesa, se había negado a hablar al respecto y a salir de su despacho desde entonces. No quería ver ni oír a nadie. Ella solo quería una cosa, y nadie podía dársela.

Samuel y Nathaly salieron a buscar alguna pista sobre el desaparecido akuma aunque los héroes lo hayan prohibido. No podían simplemente quedarse en casa y esperar que un milagro ocurriese.

Se reunieron por la tarde aquel sábado en el parque, luego tomaron caminos diferentes para buscar; el se había dirigido a los lugares más desolados y ella a los más significativos de París.

Las calles estaban casi vacías, solo algunas personas y locales habían abierto.

Vió pasar varias veces a los héroes  por los techos de la ciudad. Se notaba que ellos también estaban desesperados.

¿Dónde se había escondido aquel villano?

Parecía que se había esfumado, justo como él.

La noche comenzó a caer, obligándola a volver a aquel parque sin muchas ganas. Se sentó en la banca más cercana y esperó a que Samuel llegara con buenas noticias para ella.

Minutos después lo vió acercarse decaído. Sus esperanzas murieron al verlo.

—¿Encontraste algo?— preguntó él, sentándose a su lado.

—No... nada. — Respondió.

Un silencio invadió el lugar. La verdad era que ninguno quería volver a casa todavía, se sentían tan frustrados.

—Estoy seguro de que mañana vamos a en...

—No lo haremos. — le interrumpió la chica. —¡No vamos a encontrar nada!— elevó la voz.

—Nathaly, relájate. Estoy seguro de que...

—¡Deja de mentir, Samuel!, ¡el akuma no está y Colín tampoco!— su voz comenzó a entrecortarse. — ...y todo es mi culpa. Si tan solo yo no hubiera...

—¡Eso no es cierto!— la regañó interrumpiendola. —No fue culpa tuya, ni mía, ni de los héroes, fue de papillon, ¿de acuerdo?

—Pero...— sus ojos se inundaron al instante,  su respiración se aceleró y se volvió pesada. Estaba llorando, de nuevo. Se sentía tan tonta. ¿Acaso eso es lo único que podía hacer?

—Deja de llorar. —pidió enternecido, comenzando a limpiar con sus pulgares dulcemente las lágrimas que  caían por las mejillas de la chica. —Colín era la mayor parte del tiempo un chico insensible, pero estoy seguro de que odiaria verte llorar por su culpa.

Las palabras de Samuel lograron sacarle una sonrisa y calmarla un poco. Era cierto. Colín la había salvado, y ella no estaba agradeciéndole por ello.

—¿Cómo sabes eso?— preguntó curiosa.

—No le vayas a decir que te dije pero... — habló en un susurro. Como si estuviera a punto de revelar algún secreto místico.  — Él cree que tienes unos ojos muy bonitos.— confesó, provocándole un sonrojo a la chica. — Menos mal que no te está viendo, se burlaria de lo rojos e hinchados que están justo ahora.

Nathaly se limpió un poco nerviosa las lágrimas que quedaban.

—Solo ha pasado un día, y todos hablan de él en pasado, como si de verdad estuviera muerto. — recordó.  Samuel no pudo evitar hacer una mueca. Era cierto, todos los medios lo hacían.  —Pero que tu hayas hablado como si lo fuéramos a ver el lunes en clase, me da esperanza. —le sonrió.

Samuel identificó aquella sonrisa al instante. Colín solía usarla demasiado. Aquella que te hacía creer que ya todo estaba bien, aquella que desaparecía cuando nadie más la veía.

Sabía que Nathaly no dejaría de culparse por lo que había pasado. No hasta que encontrara alguna solución.

—Tal vez no el lunes, pero estoy seguro de que lo veremos. Y tú, tienes una cosa que devolverle... —informó, buscando algo dentro de la mochila que había estado cargado todo este tiempo

Ella reconoció la prenda en cuanto la vió. Ese tono mostaza tan característico le detuvo el corazón por un momento.

—Lo lavé a mano, claro, Colín me mataría si lo pusiera en la lavadora con mi ropa. —rió, extendiendo el suéter.  —Hace frío, deberías usarlo hasta que llegues a casa. — se lo colocó sin permiso.

—No sé si sea correcto...

—No te preocupes, nadie va a decirle que lo usaste.

Nathaly, guiada por un extraño impulso, metió sus pequeños brazos en las mangas. Era grande y cálido.

—Gracias Samuel.— dirigió su vista al suelo lentamente.— Sé que puede parecer hipócrita lo que estoy haciendo. Yo nunca fui muy cercana a él y no hablábamos mucho,  entiendo si tu o Adrianne se sienten molestos conmigo...

Samuel soltó una sonora carcajada, confundiendo a la chica.

—Todo mundo decía odiar a Colín, pero incluso Mario y Aly están ayudando. ¿Crees que ellos son hipócritas por hacerlo?

—¡Por supuesto que no!, ¡ellos de verdad están...— calló al entender la intención del chico, quien le dedicó una dulce sonrisa.

—Bien. Nos vemos aqui mañana ¿de acuerdo? — ella asintió. —Nada de ponerse triste. Tienes que devolver una cosa, ¿bien?

Nathaly lo vió alejarse después de eso.

Apretó entonces con fuerza la peineta que tenía entre sus manos, la había llevado consigo todo el día en la bolsa de su chaqueta. Era una pequeña, brillante y hermosa peineta con forma de abeja.

—Dos. — corrigió.  —Tengo que devolverle dos cosas a King Bee.

[...]

Él No Es Chloe.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora