[...]
Había leído todas la paginas de internet referentes a viajes interdimensionales y del tiempo. Todas y cada una de ellas no eran más que investigaciones teóricas; o sea, nada confirmado.
¡Pero claro que estaba confirmando!, ¡esos místicos viajes existían!, ¡él ya los había hecho!, ¡¿por qué nadie le daba respuestas claras?!, ¡inútiles investigadores!
Sus ojos ardían, ¿cuánto llevaba frente a la computadora ya?
Se levantó de la cama y se dirigió a su baño, lavó su rostro y mojó un poco su cabello. Se veía horrible. Miró la hora en su celular. Cuatro y media de la madrugada. Tal vez debía dormir un poco.
Regresó a su cama, y miró a su alrededor. La verdad era que ni siquiera había recorrido la habitación, tan pronto llegó a ella tomó el portátil y se sentó a investigar, centrándose en su propio mundo ignorando todo lo demás.
Se levantó de vuelta y recorrió el cuarto lentamente. Faltaban algunas cosas; su librero, por ejemplo. El tocador era mucho más grande, el decorado era distinto y había un gran espejo al lado del armario.
Abrió el primer cajón de la derecha del tocador con curiosidad. Sonrió al notar que Chloe también guardaba ahí la foto que tenía con Sabrina. La sacó y la colocó arriba después de limpiar un poco el cristal. De cualquier forma nadie entraba ahí nunca, ¿por qué la seguía escondiendo?
Siguió revisando el mueble, había mucho maquillaje. Él solo tenía algunas cremas, lociones y mascarillas que su madre le había dado. Abrió el cajón de la izquierda, había una caja llena de collares y pulseras, él tenía ahí sus corbatas. Tal vez ese era el gusto que ella tenía y que no se atrevía a usar, justo como él.
Se dirigió al guardarropa, más zapatos que ropa. Rió un poco, él era lo contrario. Aunque siempre usaba su suéter mostaza y sus pantalones blancos, tenía más de un traje negro de gala y ropas de colores variados. Al parecer ella también.
Abrió una pequeña caja que estaba al fondo. Sonrió con ternura al encontrar a abracitos. Éste aún conservaba ambos ojos.
Se detuvo un momento después de acomodar todo en su lugar de nuevo, entonces ¿ella también tenía el traje de Lord en su pared y la colección de figuras de acción?
Buscó el control entre el sofá, y presionó el botón esperando que la pared de enfrente se abriera. Rió con fuerza al comprobarlo. Definitivamente su yo de aquí también estaba obsesionada con el héroe.
Quería conocerla... bueno, conocerse. Seguro que se llevarían muy bien, idearian maneras de molestar a los demás, compartirían insultos y maneras no verbales de demostrar que los demás son unos tontos. Se emocionaba de solo pensarlo.
Un bostezo salió de su boca, y sus ojos comenzaron a pesar. En serio tenía sueño, tal vez dormiría hasta el medio día, y después seguiría investigando. Se lanzó a la cama boca abajo, giró su rostro para poder respirar y cerró sus ojos. No tardó nada en conciliar el sueño.
(...)
Sus oídos dolían, y su cabeza amenazaba con explotar a causa de la jaqueca. ¿¡Quién rayos se atrevía a golpear su puerta tan temprano?!, sea quien sea, lo mataría.
Cubrió sus oídos con la almohada, para ver si el ruido se detenía... no, no lo hacía.
Maldijo por lo bajo mientras se reincorporaba y se ponía de pie para abrir la puerta y reconocer al cadáver.
—¿Qué quieres?— preguntó tan pronto como abrió.
—Pero que amable de tu parte.— saludó con sarcasmo.
ESTÁS LEYENDO
Él No Es Chloe.
أدب الهواةEs obvio que Colín Bourgueois no es un ejemplo a seguir, en ninguna dimensión existente lo sería... Con excepción tal vez de ésta. ¿Cómo es que el egocéntrico hijo de la alcaldesa terminó en un lugar tan extraño como ese?, ¿por qué todos lo miraban...