V E I N T I C U A T R O .

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[...]

Si, justo ahora quería gritar.

Cuando Colín mencionó que Lordbug era alto y que tenía un aura intimidante le creyó loco. ¿Cómo ella podía lucir de esa forma?

Ahora que estaba frente al héroe viéndola tan fijamente se sentía un poco asustada y nerviosa. ¿Era culpa de los akumas que estos héroes se vieran... más heroicos?, no sabia como explicarlo correctamente pero los tres jóvenes frente a ella tenían algo que les hacía ver distinto.

—Deja de verla así, la asustas. — King Bee le dió un golpe al de rojo en la cabeza, sacando a todos de su shock. —Listo, todo hecho, puedes darle su prodigio otra vez a Chat Noir. —señaló una pequeña bodega cercana, en donde la chica se había tenido que esconder para no ser descubierta. Y aunque se había negado rotundamente, al final había terminado accediendo.

Mario asintió, aún consternado, quitándose el anillo y llevandoselo a su dueña.

—Lo siento, parece malo y estricto pero es un tonto.— comentó. —Pero eso deberías saberlo ya.

—Es impresionate.— soltó una risa nerviosa. —Tu dimensión se ve...

—¿Caótica?— interrumpió el ojiverde.

—¿Monstruosa?— comentó Chloe.

—¿Ambas?— les siguió la broma él.

Todos soltaron una pequeña risa.

—¡Pero mira que lindura!— se escuchó un grito, y después,  a una rubia abrazando fuertemente a Ladybug. —¿Puedo quedarmela?

—No es una mascota, mínina, déjala en paz.— regañó el azabache, uniéndose al grupo de nuevo.

—Pero, mírala, digo; mírate. — apretó dulcemente las mejillas de la contraria. —¡Eres tan lindo!— chilló.

—Tu también eres muy bonita, Chat Noir.

—¡My Lord, crees que soy bonita!

—¡Ladybug cree que mi yo mujer es bonita!

—¿Sabes qué?, ya me arrepentí, vuelvan a su dimensión...— se quejó el rubio.

Nada iba a salir bien. Eso era seguro.

(...)

Liam no recordaba mucho de aquel día, solo que la desaparición y posible muerte de Colín Bourgeois era culpa suya.

Había escapado después de eso, y se negó a conseguir los prodigios para Papillon; en consecuencia, la villana le había despojado de su poder y de la posibilidad de ayudar a su hermano menor.

Recordaba perfectamente que cuando aquel humo morado le devolvió a la normalidad lo primero que hizo fue vomitar en un basurero cercano. Sus ojos se inundaron en lágrimas, su estómago estaba hecho un desastre y el jalar su cabello ya no le hacía sentir menos estresado.

Volvió a casa, en donde Claude le esperaba con una sonrisa. Claro, le sonreía porque no sabía que su tan admirable hermano mayor se había convertido en un monstruo... en un asesino...

El mundo, que ya estaba roto para ellos, se destrozó por completo cuando el pequeño tuvo una recaída. El hospital iba a costar una fortuna, era obvio. El dinero era escaso, el trabajo nulo por el miedo que el akuma había ocasionado y el pedir dinero prestado ya no era una opción.

¿Eso era todo?, ¿la vida de la única familia que le quedaba iba a terminar así?

Huyó por días de aquella mariposa que se empeñaba en seguirle. Solo con verla aquella opresion en el pecho volvía y la culpa le comenzaba a carcomer de nuevo, pero se negaba a ser akumatizado otra vez. Él no iba a dañar a nadie más.

Pensó millones de veces en entregarse, en ir al ayuntamiento y decirle a la alcaldesa Andrea que él era el culpable de su pérdida. Que se hiciera justicia para el rubio y que la condena y castigo le aliviaran de las pesadillas que le torturaban, pero no lo hizo porque tenía que cuidar de alguien.

No pasaron ni dos semanas cuando de nuevo aquella voz de ultratumba le prometía el dinero y la posibilidad de salvar a Claude. Y de nuevo, en desesperación, había accedido.

Lordbug y Chat Noir le veían con odio y no los culpaba... él también lo hacía.

—¡Denme sus prodigios!— suplicaba. No ordenar o demandar como todos, porque ese derecho no lo tenía. —Los necesito...— su voz flaqueaba. Y aunque fuera la primera vez que los héroes veían aquel comportamiento, no era suficiente como para hacerles olvidar todo lo que había ocasionado.

Ese akuma ya les había robado algo más valioso que una joya mágica.

Recordaba perfectamente haber lanzado ese rayo contra la heroína, y las ganas de disculparse que sintió en el instante en el que fue consciente de su ataque.

Entonces, sin explicación alguna, lo había visto. Una chica rubia, de coleta y con lentes de sol blancos sobre la cabeza.

No sabía quién era, pero agradeció infinitamente el sentimiento de paz y alivio que le ocasionó.

De nuevo había escapado, y por segunda vez, la villana; después de decirle lo inútil y fracasado que era, le quitó su poder.

Lloró, pero esta vez de tranquilidad. Y aunque era consistente de que debería sufrir lo peor del mundo por sus actos, se permitió disfrutar de la cálida sensación que le inundó el pecho.

Creyó que Papillon le dejaría en paz, porque había demostrado que ganar no era posible. Se maldijo millones de veces al ver de nuevo aquella mariposa en el cuarto del hospital, del que aún no podía librarse.

—Dejame en paz.— pidió, tomando su cabeza con dolor. —No vas a ganar conmigo.

—Tus poderes son los mejores que eh creado en todo este tiempo.— contestaba. —Eres un inútil, pero tus poderes y sentimientos no.

—No vas a akumatizarme de nuevo.

—¿No?, ¿eso crees?— retó. —Sería una pena que Claude Leduc, habitación 293, se quedara de un día para otro sin atención médica.

Liam en su vida había sentido tanto miedo y odio hacia alguien. Ni siquiera con aquellos que le estafaron, golpearon e incluso de aquellos que rompieron el medicamento ese maldito día.

—No serías capaz...

—No me tientes niño.— regañó.  —La única capacidad en la que deberías estar pensando es en la tuya para conseguir los prodigios.

Vagaba por las calles en busca de los héroes, cuando de repente y sin aviso, aquel destello morado en la cima de la torre Eiffel le cegó por un momento.

Sabia que algo importante había pasado, algo muy malo para la villana, quien comenzaba a perder la poca paciencia y cordura que le quedaba.

Voló lo más rápido que pudo al lugar, y sin inspeccionar siquiera, el primer ataque había llegado.

Liam solo tenía un miedo en la vida hasta ese momento; el perder a su hermano.

Justo ahora, el nuevo era lastimar a Colín Bourgeois otra vez.

[...]

Él No Es Chloe.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora