E P Í L O G O .

2.7K 358 170
                                    

[...]

Despertó ese día sintiendo un nudo en la garganta, incapaz de recordar con aquello que había soñado.

Sabía que era importante, que era algo que no quería dejar en el pasado, pero su memoria simplemente se negaba a desistir. Algo, alguien, no estaba segura.

Miró a Abracitos, confundida. A veces lo recordaba con un solo ojo, empolvado y desgastado cuando en realidad estaba en perfectas condiciones. Recordaba levemente que su habitación era distinta; que en lugar de aquel gran tocador había un librero, o que en lugar de sus collares en aquel cajón habían corbatas. Sabia que no tenía sentido pero era algo que no podía evitar.

Tal vez... no, no tenía idea.

Pidió su desayuno, y mientras esperaba su encargo se perdió a si misma mirando aquel extraño suéter (en un horrible tono) mostaza que no recordaba haber comprado y que acostumbraba usar de pijama; un día simplemente apareció en su armario, y aunque su primera idea al verlo fue tirarlo, no fue capaz de hacerlo.

Revisó su celular, pero no habían noticias que valieran la pena: Sabrina había sido aceptada en la universidad que deseaba, Adrien empezaría su carrera como modelo, Marinette siendo becada por Gabriel Agreste... nada fuera de lo normal.

Tocaron su puerta con tres suaves golpes, y eso bastó para que Chloe supiera quien llamaba.

—Adelante.

—Con su permiso, mi reina...— entró al cuarto la castaña, empujando un carrito con el desayuno y unas cuantas cosas extra.

—¿Por qué sigues llamándome así?— preguntó.

—¿No me dijo usted que la llamara así cuando me ofreció el trabajo hace cuatro años?

—Si, pero jamás creí que lo hicieras.

Lina, la única joven que le trataba con auténtico respeto desde que la conoció, era solo dos años menor. La había encontrado por casualidad en un hospital deplorable, mientras ella lloraba desesperada en la sala de estar.

Chloe no entendió, y tal vez nunca entendería, porqué sintió una necesitad de preguntarle que era lo que le sucedía.

La causa de su preocupación era su hermana, que estaba gravemente enferma y que no tenía dinero para pagar por su medicamento. Le contó que además ya debía dinero a gente peligrosa y que no sabía que hacer. La rubia, sin pensarlo, le ofreció ayuda; un trabajo y un lugar para vivir a cambio de su lealtad y esfuerzo. Puso condiciones como si las hubiera planeado, como si aquel trato ya lo hubiera hecho antes. Obviamente la joven aceptó.

—¿Puedo hacerle una pregunta, señorita Bourgeois?

—¿Qué sucede?

—¿Por qué estaba usted aquel día en ese hospital?— soltó, temiendo haberla incomodado.

—Tuve una pesadilla una noche antes.— contó después de comer un bocado. —Nadie podía verme ni escucharme, todo era caótico y el ambiente era muy depresivo...— revivió por un instante las imágenes, que para su sorpresa, seguían siendo muy claras. —Y el origen del causante era ese hospital, no sé,  fui sin pensarlo mucho ¿sabes?

Se quedaron en silencio otro momento, hasta que la menor habló de nuevo.

—Si usted no hubiera estado ahí, si no hubiera pagado por el medicamento o por mis deudas... ¿qué cree que hubiera sucedido?

—Algo que no nos correspondía a nosotros enfrentar. —le pareció escuchar un susurro, pero lo ignoró. —¿Por qué de pronto haces preguntas tan raras?, nunca hablas tanto...

Él No Es Chloe.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora