XXVI

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Harry estaba seguro que Evangeline había perdido el juicio por completo ¿Cómo alguien en sus cinco sentidos le pediría hacer algo como a gente inocente? Había matado gente a sangre fría en sus días más jóvenes pero nunca a nadie de su pueblo sin una justa razón.

Y esa claramente no lo era, solo un capricho para intentar aliviar el dolor que sentía al ver sufrir a otras personas.

- Los quiero muerto.- Evangeline repitió con furia con los ojos llenos de lágrimas negándose a verse débil.- A todos.

- No puedo hacer eso, no soy esa clase de Rey que masacra a su propio pueblo, no lo haré, no voy a dictar sentencia para ellos cuando solo cumplieron su deber y no lo haré tampoco para alivianar tu dolor que va disminuir por si solo con el paso del tiempo.

- Así que solo me condenas a mi con este dolor.

- No te estoy condenando, estoy sacando un peso sobre tu hombros que no necesitas.- Harry suspiro viendo cómo está a pesar que estaba débil por la perdida de sangre lo veía con odio, un odio que sabía que se había ganado a pulso por sus acciones.- Un rey cuando sentencia a su pueblo tiene que ser lo suficientemente valiente para empuñar la espada, yo no soy.

- Pero yo si.- Eve corrió la cabeza para dejar de verlo.- Soy lo suficientemente valiente para empuñar la espada y ahora estoy lo suficientemente desquiciada para incluso disfrutarlo ¿Sabes por qué?

- ¿Por qué? -Harry tragó saliva.

- Porque se que te va doler perder a tu gente cubierta de sangre por mí propia mano, así como a mí me dolió perder a Liam y qué en vez de tenerte a mi lado consolandome tu simplemente desaparecieras, así como a mí me acaba de doler perder a mi hijo o hija.

- Una vez que tengas el peso de la sangre en tus manos te vas a arrepentir.

- Yo no me preocupo por el peso en las mías.- Evangeline volvió a fijar la mirada en el y hizo una seña para que este se acercará más a ella hasta tomarle las manos.- Me preocupa el peso en las tuyas, que cargas la sangre de tu propio hijo en ellas.

Harry bajo la mirada a sus manos sintiendo un escalofrío recorrer todo su cuerpo, estaban cubiertas de sangre tibia, sangre de una criatura inocente que el mismo había sentenciado debido a lo primitivas que habían sido sus acciones.

- Lo siento.- El ojiverde cayó sobre sus rodillas completamente impactado por lo ciertas que eran sus palabras.

Evangeline le dió una última mirada para luego cerrar los ojos, estaba cansada y nadie más que ella en esa habitación merecía lástima e incluso algo de compasión.







Evangeline abrió los ojos cuando sintió que una tira húmeda y fría era pasada por su frente, notando a unas de las criadas que la había atendido la noche anterior limpiar lo que creía que debía ser su sudor.

- Me quiero poner de pie.

- El doctor dijo que era más conveniente que se quedará en cama a lo menos tres días para que pudiera recuperar sus fuerzas del todo, su majestad.

- He dicho que me quiero poner de pie, no te pregunté si podía o no hacerlo.- Evangeline golpeó la mano de la criada que limpiaba su frente notando la presencia de alguien más en la habitación.- ¿Hace cuando está aquí?

- Su majestad a estado toda la noche aquí velando por su descansó.

- Ayúdame a ponerme de pie, quiero caminar un poco.

- Enseguida.- La criada caminó hasta Evangeline ayudando que esta se pusiera de pie y pudiera caminar un poco como deseaba hasta la ventana.

- Ahora retirate, quiero estar sola.- Vió salir a la criada que ni siquiera conocía su nombre salir apresuradamente de la habitación luego de hacer una reverencia.

KING [H.S MATURE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora