Capítulo 5

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No era difícil adivinar por qué el nombre de «Hampshire» derivaba del antiguo término,«hamm», vocablo que hacía referencia a un pastizal húmedo. Ese tipo de pastizal abundaba en todo el condado, así como los brezales y las frondosas arboledas que en otro tiempo se habían distinguido como coto de caza de la realeza. Gracias al contraste, de las escarpadas colinas y los profundos y verdes valles, sumado a la existencia de ríos abundantes en truchas, Hampshire ofrecía una amplia gama de actividades para todo aquel que disfrutara del deporte. La propiedad del conde de Jung Stony Cross Park, estaba situada al igual, que una joya en un fértil valle fluvial que se extendía plácidamente a través de numerosas hectáreas de bosques. Siempre parecía haber invitados en Stony Cross Park, dado que Jung era un anfitrión consumado además de un ávido aficionado a la caza.  

A simple vista, lord Jung, se merecía la reputación de hombre de honor intachable y elevados principios. No pertenecía al grupo de aristócratas envueltos en continuos escándalos, puesto que no parecía tolerar ni las intrigas ni la resbaladiza moral que imperaba en la, sociedad Londinense. Al contrario, pasaba la mayor parte de su tiempo en el campo ocupado con sus responsabilidades y preocupado por las necesidades de sus arrendatarios. Viajaba a Londres en ocasiones, con el fin de vigilar sus intereses o de participar en algún asunto político que exigiera su presencia. 

Fue durante uno de esos viajes cuando Sicheng conoció al conde, tras ser presentados en una fiesta. Si bien no era un hombre de belleza clásica, Jung poseía cierto atractivo. De estatura media y con la vigorosa apariencia física de un deportista experimentado estaba rodeado por un aura de inconfundible virilidad. Si a todo ello se le sumaba la inmensa fortuna personal que poseía, por no mencionar su título —uno de los más antiguos del reino—, no había duda de que Jung era el mejor partido de toda Inglaterra. Como no podía ser de otro modo, Sicheng no perdió el tiempo de y comenzó a flirtear con él durante ese primer encuentro. No obstante, Jung estaba más que acostumbrado a recibir ese tipo de atenciones por parte de los jóvenes más ambiciosos y lo catálogo como un cazamaridos de inmediato... Y eso le había dolido, aunque no fuese más que la pura verdad. 

Desde el momento en que Sicheng fue objeto del desaire del conde, se esforzó por evitarlo. Sin embargo, daba la casualidad de que apreciaba a la hermana pequeña de Jung, lady Seulgi, una muchacha de buen corazón y de la misma edad que él, estigmatizada por un escándalo en el pasado. Y fue gracias a la amabilidad de lady Seulgi que Sicheng y Mark acabaron con una invitación a la fiesta. Durante unas cuantas semanas, no sólo las presas de cuatro patas sino también las que caminaban sobre dos, estarían sometidas a un asedio en Stony Cross Park... 

—Milady—exclamó Sicheng, cuando lady Hyun-ah salió a recibirlos—. ¡Qué amable ha sido al invitarnos! Londres resultaba de lo más sofocante durante estos días; el estimulante clima de Hampshire es justo lo que necesitábamos. 

Lady Hyun-ah sonrió. A pesar de ser una joven de pequeña estatura, modesta y de rasgos corrientes, en esa ocasión parecía inusualmente hermosa: su rostro brillaba de felicidad. De acuerdo con Taeyong y Chenle, lady Hyun-ah estaba prometida a un millonario americano. «¿Se trata de "un matrimonio por amor?», había preguntado Sicheng en la última carta que les escribió, a lo que Taeyong le había contestado que eso era lo que se comentaba. «Sin embargo», había agregado Taeyong no sin cierta ironía, «mi padre dice que la asociación entre ambas familias será del todo favorable para los intereses económicos de Lord Jung, motivo por el cual éste dio su consentimiento para el enlace». Para el conde, el amor no era tan importante como las cuestiones prácticas. 

Devolviendo sus pensamientos al presente, Sicheng sonrió cuando lady Hyun-ah la tomó de las manos para darle la bienvenida. 

—Y ustedes son precisamente lo que nosotros necesitamos—replicó lady Hyun-ah con una carcajada—. Este lugar está saturado de hombres ansiosos por practicar actividades deportivas; tuve que informar al conde de que necesitábamos invitar a algunos jóvenes con el fin de mantener un clima razonablemente civilizado. Vamos, déjenme que los acompañe a sus habitaciones. 

Verano (Yuwin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora