Capítulo 13

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Apenas habían pasado dos minutos cuando apareció el grupo que Yuta predijera poco antes y que estaba integrado por el médico, lord Jung, la señora Dong y Zhong Taeyong. Con los hombros reclinados contra la pared, Yuta los observó con actitud escrutadora. Personalmente, encontraba muy divertida la obvia antipatía que existía entre Jung y el señorito Zhong, cuya evidente y recíproca animosidad dejaba claro que había habido algo mas palabras entre ellos. 

El médico era un anciano de aspecto respetable, que llevaba casi tres décadas atendiendo a los Jung, y a sus parientes, los Marscherh. Tras clavar en Yuta esos penetrantes ojos, hundidos en un rostro arrugado por la edad, el anciano preguntó con imperturbable tranquilidad: 

—Señor Nakamoto, me han informado de que usted ayudó al joven a llegar a su habitación. ¿Es eso cierto? 

De manera concisa, Yuta comenzó a describir al médico los síntomas y el estado de Sicheng, si bien omitió que había sido él y no Chenle, quien había descubierto las evidencias de la mordedura en el tobillo del joven. La señora Dong lo escuchaba con el rostro pálido por la angustia. Sin dejar de fruncir el ceño, lord Jung se inclinó para murmurar algo al oído de ésta, que asintió y le dio las gracias de modo distraído. Yuta supuso que Jung acababa de prometer a la mujer que su hijo disfrutaría de los mejores cuidados hasta su completa recuperación. 

—Es evidente que no podré confirmar la opinión del señor Nakamoto hasta haber examinado al joven —recalcó el médico—. No obstante, sería aconsejable que comenzarán a hervir un poco de presera, en previsión de que la enfermedad haya sido ocasionada por una mordedura de víbora... 

—Ya ha bebido un poco —lo interrumpió Yuta—. Ordené que hicieran una infusión hace un Cuarto de hora. 

El doctor lo miró con esa expresión vejatoria reservada a aquellos que se aventuraban a anunciar un diagnóstico sin haber obtenido la titulación en medicina. 

—Esa planta es un narcótico muy efectivo, señor Nakamoto, y potencialmente peligroso en el caso de que el paciente no sufra de una mordedura de serpiente venenosa. Debería haber esperado a contar con la opinión de un médico antes de administrarla. 

—Los síntomas de una mordedura de víbora son inconfundibles—replicó Yuta con impaciencia, deseando que el hombre dejará de demorarse en el pasillo y fuese de inmediato a hacer su trabajo—. Además, quería aliviar las molestias del señorito Dong lo antes posible. 

Las abundantes y canosas cejas del anciano a punto estuvieron de ocultar sus ojos. 

—Está muy seguro de su propio juicio —fue su irritado comentario. —Sí —contestó Yuta sin parpadear. De súbito, el conde intentó sofocar sin éxito una carcajada, antes de colocar una mano sobre el hombro del médico. 

—Me temo, señor, que nos veremos obligados a permanecer aquí fuera de modo indefinido si trata de convencer a mi amigo de que ha hecho algo de modo incorrecto. «Intransigente» es el adjetivo más suave que se le podría aplicar al señor Nakamoto. Le aseguro que sería mucho mejor que concentrara todos sus esfuerzos en el cuidado del señorito Dong. 

—Tal vez —contestó el doctor de mal humor—. Aunque se diría que mi presencia resulta innecesaria a la luz del avezado diagnóstico del señor Nakamoto.—Y con ese comentario sarcástico, el anciano entró en la habitación, seguido de la señora Dong y Zhong Taeyong. 

Una vez a solas en el pasillo con Jung, Yuta puso los ojos en blanco. —Viejo cabrón amargado... —murmuró—. ¿Es que no podías haber traído a alguien más decrépito, Jung? Dudo mucho que vea u oiga lo suficiente para ser capaz de emitir su propio diagnostico, maldita sea. 

Verano (Yuwin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora