Prólogo

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Londres, 1841

A pesar de que a Dong Sicheng le habían advertido durante toda su vida que jamás aceptara dinero de los desconocidos, hizo una excepción cierto día... y descubrió muy pronto por qué debería haber seguido el consejo de su madre.

Sucedió durante una de esas raras ocasiones en las que su hermano, Renjun disfrutaba de un día libre en el colegio y, tal y como era su costumbre, Sicheng y él habían ido a ver el último espectáculo panorámico en Leicester Square. Le había costado dos semanas de recorte de gastos ahorrar el dinero necesario para pagar las entradas. Dado que eran los únicos vástagos supervivientes de la familia Dong, Sicheng y su hermano pequeño siempre se habían sentido extrañamente unidos, a pesar de los diez años de diferencia que los separaban. Las enfermedades infantiles se habían llevado a los dos niños que habían nacido después de Sicheng, antes de que ninguno de ellos hubiera llegado a cumplir su primer año de vida.

-Sicheng-dijo Renjun al regresar del puesto de entradas para el panorama-, ¿Tienes algo más de dinero?

Él negó con la cabeza y lo miró de forma inquisitiva. -Me temo que no. ¿Por qué? -Con un breve suspiro, Renjun se apartó un mechón de cabello de color miel que le había caído sobre la frente.

-Han doblado el precio de las entradas para este espectáculo... Al parecer, es mucho más caro que sus escenografías habituales.

-El anuncio del periódico no decía nada acerca de un aumento de precios -dijo Sicheng con indignación. Bajó la voz y susurro: « ¡Por las campanas del infierno!» mientras rebuscaba en su monedero con la esperanza de encontrar alguna moneda que antes hubiera pasado por alto.

Renjun, que tenía doce años, echó una ceñuda mirada al enorme cartel que había colgado entre las columnas de la entrada del teatro panorámico: «LA CAÍDA DEL IMPERIO ROMANO: UN ESPECTÁCULO DE ILUSIONISMO DEL MÁS ALTO NIVEL CON IMÁGENES DINÁMICAS.» Desde su apertura hace quince días, el espectáculo había recibido una avalancha de visitantes que se mostraban impacientes por contemplar las maravillas del Imperio romano y su trágica caída... «Es como volver atrás en el tiempo», elogiaban los espectadores al salir. El tipo habitual de panorama consistía en un lienzo con una intrincada escena pictórica que colgaba en una habitación circular y que rodeaba a los espectadores. En algunas ocasiones, se utilizaba la música y una iluminación especial para el espectáculo aún más entretenido mientras un conferenciante se desplazaba alrededor del círculo para describir lugares lejanos o famosas batallas.

Sin embargo, según The Times, esta nueva producción era un espectáculo «dinámico», lo que significaba que el lienzo pintado estaba fabricado con calicó transparente aceitado que se iluminaba algunas veces desde el frente y otras desde atrás con luces de filtros especiales. Trescientos cincuenta espectadores permanecían el centro, sobre un carrusel que manejaban dos hombres para que la audiencia girara lentamente durante el espectáculo. El juego de luces, cristales plateados, filtros y actores contratados para representar a los asediados romanos producían un efecto que había sido etiquetado como "exhibición animada", por lo que Sicheng había leído. Los culminantes momentos finales de erupciones volcánicas simultáneas eran tan realistas que algunas de las mujeres del público se habían desmayado entre gritos.

Renjun le arrebató el monedero de las manos a Sicheng, tiró del cordón que lo cerraba y se lo devolvió a su hermano.

-Tenemos dinero suficiente para una entrada-dijo de forma práctica-Entra tú. De todas formas, a mí no me apetece ver el espectáculo.

A sabiendas de que el muchacho mentía en su favor, Sicheng meneó la cabeza-Desde luego que no. Entra tú. Yo puedo ver el espectáculo siempre que quiera... Eres tú quien siempre está en el colegio. Además, sólo durará un cuarto de hora. Iré a alguna de las tiendas de por aquí mientras estás dentro.

Verano (Yuwin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora