Capítulo 6

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Justo antes de la cena que tendría lugar la primera noche de la fiesta, Sicheng, Taeyong y Chenle se encontraron al pie de las escaleras del recibidor, una zona en la que se habían situado sillas y mesas en pequeños grupos y donde muchos de los invitados habían decidido reunirse.

—Debí imaginarme que ese traje te quedaría infinitamente mejor que a mí—dijo Zhong Taeyong con desenfado al tiempo que abrazaba a Sicheng y se alejaba un poco de él para poder admirarlo—. Señor, es una tortura tener una amigo tan deslumbrante.

Sicheng llevaba otro de sus trajes nuevos, un conjunto de seda amarilla, un pantalón adornado con pequeños frunces, sujetados por unos diminutos botones violetas. —Pero tengo muchos defectos—le señaló a Taeyong con una sonrisa —¿En serio? ¿Y cuáles son?.

Sicheng sonrió —Nada más lejos de mi intención admitidos si ninguno de vosotros los ha notado ya. —Taeyong le cuenta a todo el mundo cuáles son sus defectos —comentó Chenle con un guiño de sus ojos castaños—. Está muy orgulloso de ellos.

—Tengo un temperamento de lo más horrible —reconoció Taeyong satisfecho—. Y soy capaz de mal decir como un marinero.

—¿Quién te enseñó? —preguntó Sicheng. —Mi abuela. Era lavandera. Y mi abuelo era el fabricante de jabón al que le compraba los suministros. Dado que trabajaba junto al puerto, la mayoría de sus clientes eran marineros y estibadores que le enseñaron palabras tan vulgares que se te rizarían las pestañas si las escucharais.

Sicheng soltó una carcajada. Estaba encantado con el espíritu travieso de esos dos muchachos, que no se parecían a nadie que hubiera conocido antes. Por desgracia, costaba trabajo imaginar que Taeyong o Chenle pudieran ser felices como esposos de un par del reino. La mayoría de los aristócratas deseaban casarse con jóvenes apacibles, de porte regio y que no llamaran la atención... La clase de esposo cuyo único propósito era convertir al marido en el centro de atención y admiración. Sin embargo, disfrutando como disfrutaba Sicheng de la compañía de los hermanos Zhong, pensó que sería una verdadera lástima que perdieran esa inocente audacia que los hacía tan atractivos.

De repente, se dio cuenta de la presencia de Mark, que acababa de entrar en la estancia con la misma renuencia que lo haría un ratón al que arrojan dentro de un saco lleno de gatos. El rostro de Mark se relajó al divisar a Sicheng y a los Zhong. Después de murmurar algo a su adusta tía, se encaminó hacia ellos con una sonrisa.

—¡Mark! —Chenle dio un gritito por la sorpresa e hizo ademán de dirigirse hacia el muchacho. Sicheng lo agarró del brazo por encima del guante, y le susurró al oído:

—¡Espera! Si consigues que Mark sea el centro de atención lo más probable es que se desmaye por la vergüenza.

Chenle se detuvo, obediente, y le dirigió una sonrisa picarona. —Tienes razón. Soy un auténtico salvaje.

—Yo no diría tanto, querido... —le reconfortó Taeyong. —Gracias —respondió Chenle gratamente sorprendido. —Apenas eres un salvaje a medias — concluyó su hermano mayor.

Reprimiendo una carcajada, Sicheng deslizó un brazo por la estrecha cintura de Mark.

—Estás encantador esta noche —le dijo. Mark llevaba el cabello suelto en una cascada de rizos pelirrojos sobre la coronilla. Las pecas doradas que salpicaban su nariz no hacían más que aumentar su atractivo, como si la naturaleza hubiera sucumbido a un impulso y hubiera esparcido unas motas de luz del sol sobre él.

Mark buscó refugio en el abrazo de Sicheng, como si necesitara consuelo.

—La tía Ti-Tiffany dice, que parezco una an-antorcha encendida con el cabello peinado así—dijo. ...

Verano (Yuwin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora