Capítulo 49 (parte 2)

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Ya era casi mediodía cuando la pareja se disponía a salir al parque que Arthit había mencionado la noche anterior. El mayor estaba enfrente del espejo terminando de peinarse y, cuando terminó, se giró hacia su novio quien se estaba acabando de arreglar.

—¿Ya estás listo?

Kongpob también terminaba de acomodarse el cabello dejando su frente al descubierto, se miró al espejo por un momento y asintió con una sonrisa.

—Estoy listo.

A él le emocionaba conocer más sobre la infancia de su novio. Se había esforzado por arreglarse un poco más que en otras ocasiones por si de casualidad se topaban con algún conocido del mayor, quería dar una muy buena impresión y que Arthit se enorgulleciera de presentarlo como su pareja.

Entonces, Arthit salió de su habitación con Kongpob siguiéndolo detrás. Pasaron por la sala donde estaban sus padres viendo la televisión.

—Iremos afuera, volvemos más tarde —informó Arthit.

—Claro, pero vienen a la comida —respondió su madre sin despegar la vista de la pantalla.

Fuera de la casa y cuando estuvieron caminando por la acera del vecindario, Kongpob se permitió ver alrededor las casas, los jardines y el cielo de mediodía. No sabía dónde se encontraba el parque, por lo que simplemente siguió a su pareja. Los dos caminaban muy juntos uno al lado del otro, pero Kongpob no sabía si tomarle de la mano a su novio, así que con las yemas de los dedos rozó la muñeca ajena como pidiéndole permiso para hacerlo.

Pero Arthit no tomó la mano de Kongpob como éste se lo pedía. En vez de eso, pasó su brazo por los hombros de este, así tendría la cercanía que los dos querían, pero sin revelar mucho sobre su relación.

De ese modo caminaron unas cuadras más hasta que llegaron a un parque donde había muchos árboles y juegos para niños. No había mucha gente alrededor cuando llegaron, sólo algunas personas caminando casualmente por la calle y uno que otro deportista haciendo sus rutinas o jugando en la cancha que había unos metros por allí.

Kongpob caminó hacia uno de los columpios por allí y tocó las cadenas de colores antes de sentarse en uno, sonriendo con emoción ya que no recordaba la última vez que fue a un sitio como ése. Suspiró nostálgico y luego miró a su novio, extendiendo su mano para que lo acompañara y así la tomó Arthit.

—Casi puedo imaginarte aquí de pequeño, corriendo por allí —apuntó a una zona con más juegos. Sacó su celular para empezar a tomar algunas fotos.

—Este lugar en muy bonito. Pasaba aquí muchas tardes esperando a que mis padres terminaran sus trabajos.

El menor iba a responder, pero le llamó la atención algo que notó a lo lejos.

Una joven que venía paseando un pequeño y peludo perro, se había quedado estática en su lugar mirando a la pareja. Al principio pensó que podía ignorarla, pero la forma en que ella los miraba la pareció sospechosa, así que le hizo un gesto a su novio para que volteara y éste así lo hizo. Cuando Arthit se giró, una gran sonrisa apareció en el rostro de la joven, quien se acercó hacia ellos muy aprisa.

—¡Arthit, no puedo creer que seas tú! —Exclamó dando pequeños saltos en su lugar cuando estuvo frente a ellos. —¡No te había visto desde hace años!

Kongpob miró a la joven, ahora ya más tranquilo, pues al parecer era una conocida. Ella se percató de su presencia y le saludó también, sin querer soltó la correa y el perro fue directo hacia él, quien lo acarició en la cabeza.

—Yo soy Neen, soy vecina y amiga de P'Arthit. Bueno, eso era antes... —Se encogió de hombros, esbozando de repente una sonrisa triste pero la cual se esfumó segundos después en los que la joven volvió a estar alegre y parlanchina. —¿Tú eres su compañero de universidad? Aunque bueno, eso no puede ser porque P'Arthit ya se graduó. ¡Es que hacen mucho que no hablamoooos! —Se lamentaba, aunque no podía ocultar su emoción al reencontrarse con su antiguo vecino.

III. FrenesíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora