Capítulo 52

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Al día siguiente, sentados en el mismo sofá, la joven pareja estaba acurrucada mientras veían una película. Estaban acompañados de los padres del mayor, quienes estaban abrazados en el sofá de al lado.

La película la había escogido la señora, quien durante la media hora que llevaba la película no dejaba de comentar al respecto e incluso lanzaba al aire algunas preguntas que tanto Kongpob como Arthit agradecieron no haber podido responder, pues de inmediato eran interrumpidos por las risas de la mujer o por más comentarios de lo que estaba sucediendo en la pantalla.

Kongpob empezaba a sentirse un poco incómodo, no por su suegra, sino más bien porque el ambiente que comenzaba a crearse era parecido al que había alrededor cuando salían con Yong y Nai. Con un escalofrío, recordó el último encuentro que tuvieron con ellos.

Salió de sus pensamientos cuando en la película estaba una pareja de chicos que estaban a punto de tener sexo, pero se presentaba un problema porque ninguno quería ceder en la discusión de quién tomaría el papel de pasivo, lo cual generó una nueva duda a la madre de Arthit.

—¿Ustedes tuvieron problemas para eso? —Preguntó ella.

Más que sentirse incómodo por la pregunta, eso hizo que Kongpob se pusiera a pensar. Al menos él, no recordaba ninguna discusión similar sobre qué rol tomar cada quién a la hora del sexo, pero no se iba a poner a hablar de eso con Arthit en ese instante.

—En serio no me agrada a donde va esto... —Susurró Kongpob al oído de su pareja, cubriendo también su boca para reducir las probabilidades de ser escuchado.

Después miró a su suegra quien a diferencia de otras veces los veía en espera de una respuesta. Le dedicó una sonrisa pequeña y tocó a Arthit en las costillas para incitarlo a responder.

Arthit sólo miró a su padre en busca de ayuda.

—Deja de incomodar a los chicos —dijo el señor a su esposa.

—Pero sólo es curiosidad. Aunque tengo una pequeña sospecha —la mujer hablaba sin vergüenza alguna.

—Madre... —Arthit giró los ojos.

Pero notando que ella no estaba dispuesta a ceder, Kongpob abrió la boca:

—¿Qué le parece si... usted nos dice y nosotros le decimos sí o no? —Propuso.

Arthit de inmediato lo golpeó en la pierna.

—¡Oye! ¡¿Qué haces?! —Le reclamó a su novio.

Tal vez eso no fue lo mejor que Kongpob pudo haber propuesto, pero lo que él menos quería hacer en ese momento era comenzar a hablar y que le escapara algún detalle poco decente. Al menos como lo proponía, sus respuestas se limitaban a sí y no.

—¡Arthit, deja a mi yerno! —Regañó mientras se acomodaba para verlos de frente e incluso apagó el televisor. —Entonces, lo que les pregunté: ¿alguna vez tuvieron conflicto sobre el rol?

Kongpob ya se estaba arrepintiendo por haber dejado que su curiosidad hablara por él. Frotó el lugar de su pierna donde Arthit le golpeó en un intento de disminuir el dolor. Cuando vio que la señora apagaba la televisión, se dio cuenta de que los había metido en un problema muy grande.

—Lo siento, amor —dijo a Arthit. Luego se volvió hacia su suegra, su expresión seguía siendo de dolor. —No... —Respondió, echando otro vistazo a su novio para saber si estaba de acuerdo.

Arthit giró los ojos con molestia. Él no diría nada, incluso se alejó un poco de su novio para evidenciar más su mal humor.

—Tú eres el activo, ¿cierto? —La señora le preguntó a su yerno, ignorando olímpicamente a su hijo y esposo.

III. FrenesíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora