Capítulo 45

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Esa misma noche, cuando llegó a casa, Kongpob se apresuró a reclamar su beso de bienvenida, el cual tal vez se había alargado un poco. Puede que incluso tal vez su mano se haya colado "por accidente" debajo de la camiseta de Arthit con la intención de tocar su pecho debajo de ésta, y tal vez Kongpob no se había quitado ya la camisa del trabajo porque anhelaba sentir las manos de su novio sobre su piel mientras lo desvestía.

Pero hizo un esfuerzo por reunir todo el autocontrol que le quedaba en ese momento y así alejar todos esos pensamientos que le rondaban por la cabeza, aunque no estaba teniendo mucho éxito.

—¿Qué tal tu día en el trabajo? —Murmuró contra los labios de Arthit, alejándose sólo un poco para permitirle responder.

Aquella pregunta Kongpob la había hecho de forma casi automática, pues sentía que debía decir algo para no precipitarse sobre su pareja y besarlo hasta que los dos perdieran el aliento.

—Bien... Un poco atareado... ¿y el tuyo? —Murmuró Arthit, algo atontado por el beso.

Kongpob seguía bastante cerca de él y Arthit mentiría si dijera que no quería pasar sus manos por la piel bronceada del pecho de su novio, porque sí que quería. Pero también sabía que hacer eso sólo iba a terminar en una cosa.

—Muy cansado... —Respondió el menor en voz baja. No sabía por qué susurraba si sólo estaban ellos dos. —Pero pensando en ti, en especial después de lo de esta tarde. ¿Tú pensaste en mí?

La mano de Kongpob descendía de nuevo por el pecho del mayor hasta llegar al borde de sus pantalones. Aunque no se detuvo allí, sino que bajó un poco más para tocar a Arthit por sobre la ropa.

—Aunque no respondiste mi mensaje... —Dijo luego, fingiendo algo de molestia.

—Estaba ocupado... —Arthit se removió en la cama para alejarse de su novio. Él sabía sus intenciones y no estaba del todo dispuesto a caer en ellas.

Ante aquello, el más joven se alejó con un suspiro y una pequeña sonrisa comprensiva. Él entendía que Arthit estuviera tan ocupado que le era difícil contestarle cualquier mensaje, pues él mismo había estado teniendo mucho trabajo a lo largo de esa semana y lo único que no le hacía volverse loco era el pensamiento de estar de vuelta en casa con su amado al final del día para abrazarlo y pasar tiempo de calidad con él.

Rendido, Kongpob comenzó a quitarse la camisa para dejarla al pie de la cama. Luego, gateó para recostarse junto a su novio con la intención de rodearlo con sus brazos y, si era posible, robarle más besos los cuales, además de su presencia, siempre funcionaban para hacer que su estrés y cansancio desaparecieran.

Y respecto a Arthit, él sabía perfectamente cuando su novio estaba demasiado cansado, aunque este nunca lo dijera. Cuando lo tuvo entre sus brazos, le acarició el cabello y después las mejillas. Arthit también recuperaba energía con la simple presencia de su amado. ¿Cómo sería cuando él se fuera?

El toque de su novio se sentía tan relajante que pronto Kongpob empezó a sentirse somnoliento. Pero él no quería dormir todavía, por lo que tomó la mano ajena que le tocaba por la mejilla y comenzó a dar pequeños besos en las yemas de sus dedos, una y otra vez. Ante aquello, Arthit sólo podía ver como los labios de su novio se abultaban al besar sus dedos, los cuales después de un rato apartó y le tomó de la barbilla para acercarlo y darle un casto beso.

Ninguno decía nada, no era necesario. Al menos para el menor, las caricias y las miradas que se otorgaban eran más que suficientes para demostrarse su amor por el otro. Aquellos momentos podían parecer simples, pero llenaban tanto sus corazones.

Sin embargo, muy a su pesar, el cansancio y el agotamiento debido al trabajo se prolongaron otro mes de forma casi inevitable, aunque con ellos, las vacaciones de fin de año estaban cada vez más cercanas, así que ni Kongpob ni Arthit se habían salvado de hacer horas extras al menos un par de veces por semana.

III. FrenesíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora