Capítulo 61

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En sueños, Kongpob seguía rememorando los hechos de los últimos días, pero sobre todo veía a Arthit a quien estaba seguro extrañaría mucho durante su estancia en Alemania. Los brazos de este eran tan cálidos y le brindaban tal seguridad que el menor durmió en total paz durante horas; se despertó solo un par de ocasiones a la mitad de la noche para verificar que Arthit seguía a su lado y luego continuaba durmiendo.

En una de esas ocasiones, a eso de las tres de la madrugada y luego de asegurarse que el mayor estaba profundamente dormido, Kongpob aprovechó para robarle a su novio un beso en los labios. Después, volvió a su mundo de sueños con una gran sonrisa en el rostro y ansioso por saber cómo despertaría el día de mañana.

Y al despertar, a Arthit se le hizo muy extraño que Kongpob siguiera durmiendo después de tantas horas. Se levantó para ir al baño y después regresar a despertar a su menor para que desayunaran.

—Kong... Despierta, vamos a desayunar.

El mencionado se removió en la cama, ya despierto pero resistiéndose a abrir los ojos. Estiró sus extremidades y echó los brazos en dirección a donde había escuchado a su amado, quería abrazar lo que pudiera de su cuerpo.

—¿Qué hora es?... —Susurró todavía bastante adormilado.

—Son las 7, pero quiero prepararte el desayuno antes de irme.

A Kongpob al principio se le hizo muy extraño que su novio estuviera despierto tan de mañana, pero las palabras de este le hicieron recordar la situación. Abrió los ojos y llevó una mano para tocarle el rostro y otorgar en él una caricia a manera de agradecimiento.

—¿Podemos desayunar en la cama? —Preguntó dedicándole una pequeña y aún algo somnolienta sonrisa.

—Está bien, pero aun así debo pararme para cocinar —le tomó el brazo para apartarlo de su cuerpo y poder levantarse.

—De acuerdo... —Murmuró Kongpob, retirando su mano de la mejilla de su novio para levantarse también de la cama. Cuando vio la mirada que le dedicaba el mayor, simplemente anunció que debía usar el baño y que no tenía la intención de romper su promesa de descansar en cama, pues no quería que Arthit se enojara de nuevo con él. Después, esperó muy hambriento por su regreso.

—Está listo —volvía Arthit minutos después, trayendo consigo una charola por la cual abría la puerta torpemente.

Kongpob gateó un poco sobre el colchón para ayudarle a su novio con lo que traía y luego volvió a acomodarse en la cama, observando asombrado todo lo que Arthit había preparado. Como siempre, se veía muy apetitoso y el estómago del menor rugió ansioso por recibir algo de aquel desayuno. Tomó muy feliz uno de los cubiertos, pero antes de empezar a comer, dio a su novio un beso rápido en los labios.

—Come lo que puedas, me iré a bañar. Ya vuelvo —Arthit le devolvió el beso, pero esta vez en la mejilla.

—¿No vas a desayunar conmigo? —Interrumpió Kongpob con un leve puchero luego de que atrapó la mano de Arthit para evitar que éste se alejara. Sentía que se estaba comportando como un niño, pero quería aprovechar cada segundo antes de que su novio se fuera al trabajo y lo dejara en casa solo todo el día. —Mejor come antes de que se enfríe... eso o que lo termine todo.

Arthit accedió con un leve suspiro. Luego, se sentó junto a él y también tomó los cubiertos, tomando una porción de uno de los platillos para ofrecerla a Kongpob.

Este vio con una gran sonrisa muy contenta aceptó lo que éste le ofrecía. Después él hizo lo mismo y de vez en cuando le robaba unos besos en la mejilla hasta que los platos estuvieron vacíos.

III. FrenesíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora