Los días que siguieron fueron tranquilos, con charlas mucho más normales que las de ese jueves por la tarde. El asunto del viaje de Kongpob no volvió a ser tratado, o bien no a profundidad. Cuando pudo retomar el tema con sus suegros, el menor se sintió muy feliz de que ellos le apoyaran también en su decisión de irse a estudiar por unas semanas al extranjero.
El domingo por la noche, Arthit y Kongpob estaban ya arreglando sus maletas para irse al día siguiente luego de la comida.
—Me alegra que pudiéramos venir... —Mencionó Kongpob a su pareja mientras cerraba el último cierre de su maleta. La dejó a un lado y fue a sentarse en la cama, ya en pijama y listo para dormir.
Después de esa semana en casa de los padres de su novio, él se sentía muy relajado y en paz. Se había hecho amigo de su suegra y podía hablar con su suegro como si fuera un segundo padre. Todavía no se iban, pero ya quería volver.
—A mí también me gustó que vinieras, mis padres te aman.
Arthit sacudía su cabello con la toalla. Se había acabado de bañar y ya tenía su pijama puesto, ahora se encontraba en la cama sentado junto a Kongpob. Estaba inmensamente feliz por cómo sus padres habían recibido a su novio.
—Son excelentes personas —reafirmó el menor con una sonrisa, subiendo las manos para ayudarle a Arthit a terminar de secarse el cabello con la toalla. —No esperaba menos ya que criaron al amor de mi vida.
A él le gustaba cómo se sentían esas palabras cuando las decía. El amor de mi vida, era algo que nunca se cansaría de pronunciar; le hacía sentir esa agradable calidez en el pecho que le recordaba lo enamorado que estaba de Arthit. Y a Arthit esas últimas palabras siempre provocaban que sonriera muy amplio. Se acercó a darle un pequeño y sonoro beso.
—Mi madre me preguntó si se puede ir a quedar unos días a nuestra casa cuando empieces el curso, la quiere conocer y dice que me va a cuidar... —negó con la cabeza. Él ya no necesitaba que lo cuidaran, no su madre al menos. —Le dije que hablaría contigo...
Kongpob dejó la toalla a un lado y haló de Arthit para acostarlo con él y rodearlo por la cintura.
—Está bien... No hay problema siempre y cuando estés cómodo con eso —comenzó a acariciar su cabello todavía algo húmedo. —Y para que no te sientas tan solo los primeros días... —susurró.
Arthit se limitó a asentir. Algo de compañía no le haría mal. Le acarició la mejilla delicadamente. Aún no se iba y ya lo extrañaba.
—Hay que dormir ya, mañana temprano quiero hacerles el desayuno a mis padres como agradecimiento, ¿me ayudarás?
Su novio asintió también con una pequeña sonrisa al sentir su tacto sobre su mejilla. Lo acurrucó más a él y le dio a Arthit un beso más en la frente, pensando en que para esa hora al siguiente día, estarían de nuevo en casa luego de una larga pero muy grata semana fuera.
*
—No... Kong, déjame cocinar.
Con una sonrisa, Arthit se trataba de liberar de los brazos de su novio. Se habían levantado temprano para hacer el desayuno y ahora Arthit estaba cocinando algunas verduras, pero Kongpob había decidido abrazarlo por la espalda y llenar de besos su mejilla.
—Sólo... Un par de... Besos más... —Decía alegre Kongpob, dándole más besos conforme hablaba.
Estrechó a su novio un poco más entre sus brazos y, cuando los besos cesaron, las mordidas los reemplazaron. Atrapó una suave mejilla y la mordió de forma juguetona mientras sus dedos se entretenían con el borde de la camiseta del mayor.
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III. Frenesí
FanfictionDespués de cuatro años, la relación de Kongpob y Arthit se ha hecho cada vez más estable y fuerte. Sin embargo, todavía hay secretos, emociones y decisiones que podrían desatar un frenesí. ¿Podrán controlarlo? * Libro tres de la serie Escala Danjon...