Estábamos los dos, a la luz de aquella luz creciente, abrazados bajo aquellas sabanas. Solo quería pensar en esto, recordar cada milímetro de su piel, cada segundo de su respiración, cada gesto que hace entre sus sueños. Que son parecidos a lo que hicimos hace unas horas.
Ver aquellas imágenes me hizo morderme el labio, conteniendo un gemido. Me deslicé en sus brazos y le besé. Pronto se despertó y me siguió el beso. No me arrepiento de quererle, de estar loca por este chico. Ha cambiado al completo a mi vida. Se ha vuelto mi vida al completo. Somos él y yo... No importaba nada más. Ahora solo somos nosotros.
Pronto me inclina hacia él, colocándome a horcajadas sobre él, siguiendo con aquel beso. Pronto se convierte en un beso húmedo, dulce, exigiendo liberar llamas.
No tardo mucho hasta que sentí su dureza bajo de mi sexo. Frené el beso y le miré picara mientras me mordí al labio inferior. Mostré una sonrisa de satisfacción cuando le vi tragar saliva. Me incline hacia su cuello, dejando pequeños pesos sobre su piel, haciendo marcas con mi lengua, haciendo un camino hasta su pecho.
Él gemía bajo mi tacto. Una de sus manos se aferraba a mis nalgas, mientras intentaba contenerse, pero sus caderas no eran capaces de contener los movimientos. Sentía como me humedecía sobre su sexo. Pero aun así continué con los besos, recorriendo su abdomen. Su mano dejo de estar en mi trasero, ya que estaban tan abajo que no llegaba. Ahora se debatían en cogerme el pelo, cogerse al muslo, coger la sabana, la tierra, cualquier cosa. Sonreí sobre su ombligo.
Gimió, y con aquel gemido me hizo saber que le estaba matando con mis caricias.
-Espera... -le pedí con picardía.
En cuanto vio la imagen que se proponía en mi mente, dejo de agitarse y se levantó sobre sus antebrazos. Sus ojos me miraban muy abiertos. Acababa de mostrarle algo que casi hace que se corra al segundo. Lucho por no hacerlo. Deseaba que lo hiciera, que hiciera cada uno de los movimientos que pensaba hacer.
Mi cuerpo se deslizó sobre sus piernas, poniéndome a la altura de su miembro. Mi mano se enredó a su alrededor, haciendo movimientos circulares mientras se elevaba hacía arriba y abajo. Aquello era el comienzo, aquello calentaba lo poco que quedaba por calentar. Sonreí con malicia cuando él me respondió dejando caer de nuevo su espalda y sin ser capaz de contener un gemido. Saque la lengua decidía, y acaricie la punta de su miembro. De nuevo, sonó un gemido por su parte. Y más le siguieron con cada caricia. El mejor fue, cuando me lo introduje entre mis labios.
-Dios... -gimió advirtiendo lo que venía.
La saqué al instante, justo cuando explotó. El placer causado era tal, que solo estuvo dentro un segundo.
-Joder... -gimió complacido.
Pero a pesar, ambos deseábamos más. Esto lo continuaríamos otro día, ahora exigíamos el tacto de ambos, unidos al completo. Me deslicé sobre él, volviendo a colocar nuestros sexos a la misma altura, no hizo falta más, su miembro se deslizo con total facilidad, que provocó un gemido mutuo. Los movimientos fueron lentos, profundos. Las prisas no estaban invitadas, necesitábamos todo el tiempo posible para ambos. Pero a pesar de todo, el placer aumentaba con cada gemido, con cada penetración, con cada postura. Ya fuera yo arriba, de lado, él arriba. Pero lo mejor fue cuando por su mente paso la imagen. Sonreí picarona junto a él. Nos separamos lo suficiente para apoyarme sobre mis rodillas y antebrazos. Sentir como volvía a introducirse, en aquella postura, hizo que todas las llamas explotaran sobre mí, liberando el mar abrasador que había crecido en tan solo unos segundos, los justos que llevábamos en aquella postura. Verme, sentirme y escucharme gemir de placer, hizo que él no pudiera contenerse más. Liberándose de las llamas, igual que yo. Sentí como se introducían, muy profundo. Gemí junto a él, antes de caer rendida por el placer.
Aquella noche, fue una de las mejores para ambos, llena de placer, caricias, risas, recuerdos, cuentos... Recuerdos que crear mientras estuviéramos separados. Deseaba que jamás se terminara, pero los primeros rayos de luz me recordaron la realidad.
-Espera...-me susurro con voz ronca evitando que me empezara a vestir.
- ¿Qué ocurre? -pregunto dubitativa por su actitud.
Enérgicamente y decidió se levantó y se posó detrás de mí. Sus manos empezaron a acariciar mis caderas, propagando aquellos cosquilleos que hacían crecer la llama en mi interior. Sus manos fueron suaves, lentas, delicadas con el tacto de la piel, ardiente.
-Inclínate un poco hacia delante. -me susurro muy cerca del oído.
Dejo un mordisco junto con la orden en el lóbulo, propagando aquel ardor por todos los rincones de mi cuerpo. Obedecí gustosa, él hacia lo posible por que no pudiera ver lo que en su mente rondaba, era difícil, pero lo hacía.
_ "Agáchate..." -suplicaba inconsciente al no saber cómo poder contenerse.
Me mordí el labio, nerviosa de descubrir cuál era su intención, pero cuando al fin pude mirar en su mente, ya era tarde. Sus dedos se introdujeron con facilidad en mi interior, rebelando varias descargas por todo el cuerpo y soltando un gemido en su respuesta. Aquella reacción fue más que aprobada por él, quien sacó y volvió a introducirlos con energía. Eran dos, pero eran suficientes para provocar miles de descargas por todo mi ser.
-Dios... -gemí por el placer que me estaba causando aquello.
Él gruño por mi respuesta.
-No, eso no es lo que tienes que decir. -dijo con voz provocadora, gruñona y puramente excitado.
Solté un gemido cuando sus dedos volvieron a introducirse profundamente.
-Sí... -gemí.
Él volvió a gruñir, e introdujo los dedos con mayor ferocidad.
-Dios... -volví a gemir de placer.
Él volvió a gruñir, con su mano sobrante agarro mi pecho y me obligo a erguirme, apoyando la espalda en su pecho.
-No... -dijo conteniéndose, su brazo temblaba mientras sus dedos me producían placer. -Mi nombre, di mi nombre. Sólo mi nombre. -dijo picaron, demasiado juguetón, y gruñón.
Obedecí con demasiado gusto.
-Ah ... -gemí, sus dedos me proporcionaron una nueva ola de placer. -X ... -otra oleada. -Oye...-gemí de nuevo, junto con aquella oleada. - ¡X...! -estaba a punto de explotar, gritando con placer su nombre, pero su mano fue rápida y me tapo antes de que pudiera alertar a nadie cercano.
Mi gemido fue ahogado en su mano, sentí la vibración de ello mientras soltaba aquella oleada de mi interior.
-Así mejor... -gimió él y entonces tuve que aferrarme a su mano.
Sentirle dentro, no entraban en mis planes. Pero ahí estaba, profundamente, ardiente, feroz. Gemí sobre su mano de nuevo, ahogando el placer que sentía en aquel momento. La postura era perfecta, no entraba a su completo, pero le sentía. Le sentía tanto, que sentía sus latidos.
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Relatos eróticos
Romance¿Qué hay que describir? Su título lo deja bien claro, esto son relatos.