Se corre, siento como sus llamas salen como agua sobre mí, como me mojan.
Lo disfruto, disfruta la sensación que me brinda sentirla correrse, sus líquidos ardientes me hacen saber, que se ha corrido, y con demasiadas ansias deseo lamer, saborearla. Siento como mi clímax se aleja de repente, no quiero que lo haga, no quiero que se aleje.
- Cariño, la hemos dejado a la pobre a medias. -gimotea ella provocadora.
Él suelta un gruñido y sale de su mujer, ella entonces se mece, y sale también de mí. Suelto un quejido cuando eso ocurre. Ambos de pie, frente a mí, me miran devorándome, comienzan a besarse con pasión, provocándome, quiero sentirles dentro de mí, quiero sentirle a él dentro de mí, lamer a ella, quiero comer, saborear, disfrutar del placer del sexo, de su sangre, de su sabor.
Él parece escucharme, regañando de una manera provocadora, azota a su mujer antes de separarse de ella y acercase a la cama. Se tumba a mi lado y no dudo en levantarme e ir a su miembro. Deseo saborearle, junto a los jugos de ella. No me niega, no me rechaza, me deja lamer su miembro mientras saboreo el manjar de ambos en mi lengua. Relamo, muerdo débilmente, estrujo en mis labios. Sale y entra a mi placer, mientras capto todo lo que puedo en mi boca.
- ¿Te gusta? -ronronea ella detrás de mí.
Yo, de rodillas entre las piernas de él, soy alzada de caderas levemente, siento la mano de ella en mi sexo, acaricia, lo penetra, lo envuelve en placer. Moja sus dedos con mi interior, y luego roza la zona a la cual nunca me han tocado.
- No... -intento gemir sacándole su miembro de mi boca.
- Sshh... -susurra él y me agacha la cabeza para que prosiga.
Siento como ella ríe con malicia, mientras acaricia su apertura. Siento como introduce uno de sus dedos, con lentitud, suave y demasiado despacio. El dolor lo rodea, pero tambien siento una pizca de placer. Lo siento demasiado, me retuerzo, pero él me sujeta del pelo y me hace quedarme quieta. Me alza la cabeza, sacando su miembro de mi boca y me tira hacia él. Ella me abre las piernas y me hace colocarlas a cada lado de él. Su mano, que enrolla en mi pelo me acerca a él y me besa con pasión, acallando los quejidos que suelto al sentir como ella vuelve a introducir el dedo, más profundo, más rápido. Nuestro beso se vuelve fogoso, excitante, y pronto dejo de sentir el dolor. La mano restante de él me agacha las nalgas y con un simple empujón, me penetra con intensidad. Es entonces cuando me deja a mi agrado, subir y bajar mis caderas, que con gusto hago, mientras ella prosigue con sus caricias en mi otro espacio. Mis gemidos son ahogados en la boca de él, pero necesito respirar, por lo que me atrevo a morder su labio. Es entonces cuando ella me castiga, introduciendo dos dedos. Freno mis movimientos al sentir de nuevo el dolor, me retuerzo por ello, pero él me frena las caderas. Suela mi melena y me agarra con ambas manos, moviendo mis caderas arriba y abajo, para que prosiga con el penetrante placer. Muerdo su hombro, conteniendo gemir de placer, o de dolor al sentirla a ella. Ambos me excitan, pero ella me produce un toque de dolor.
Pero poco a poco, el dolor disminuye, lo embriaga el placer. Cuando sus dedos desaparecen, la duda me acarrea, deseo saber que hacer. Pero lo se al segundo que siento la vibración en donde ella jugaba.
- Ah... -me quejo al ver lo que ronda por su mente, gimo del placer que me da la idea de pensarlo.
Deseo que lo haga, con demasiada intensidad, pero el dolor está y tengo miedo de que solo aumente.
- Tranquila... -gime ella, mientras comienza a empujar la punta del vibrador en mi interior.
Él me agarra de la melena y me obliga a alzar la mirada, me suelta solo entonces cuando mi mirada queda frente a la suya, me deja justo para mirarle. Sin pensarlo, le beso, hundo los gemidos que ella me produce en su boca. Siento una risa traviesa de él al sentirme, ya que mis paredes se contraen. Siento el dolor más grande que jamás experimente, pero a su vez le sigue el placer en mi sexo, como el de sentirla a ella. Muerdo el labio de él, y un sabor confuso me llama la atención. Le he partido el labio.
Relamo la herida con ansias, saboreando el sabor almendrado de su sangre, antes de que la pequeña herida se cierre por completo.
- Eres mala... -gruñe él.
Me sujeta de las caderas y empieza a embestirme él. Su boca se acerca a mi hombro, lo besa, lo lame para después desgarrarme con sus dientes. Siento como absorbe mi sangre, mientras ella, hace la embestida opuesta, entrando cuando él sale, saliendo cuando él entra. El dolor, se calla, dejando paso solo a placer, placer puro y duro.
- Tu solita, pequeña... -gruñe entonces él, separándose de mi hombro por un segundo.
Me suelta, mis caderas caen rendidas del placer. No se si podre moverme, si las convulsiones de placer que siento me dejaran hacerlo, pero la energía que empiezo a sentir me mueve, me muevo entre él y ella, siento como entran ahora juntos, como salen a la vez. Me llenan cada parte de mí, me excitan, me hacen gemir de placer. Siento como el lame mi herida, como sus colmillos me hacen nuevas heridas finas y delicadas. Pero el morisco, ha sido profundo, no siento dolor, solo placer cuando lame la zona afectada.
- Sigue, no pares... -gruñe él preso del placer, es entonces cuando vuelve a dejar caer su cabeza en el colchón.
- Nos encanta lo que haces, pequeña humana. -gime ella.
Me enderezo, apoyando mi espalda en el pecho de ella. Le agarro de la nuca y la pego a mi cuerpo, sintiendo como se introduce aun más en mí. Mientras él me eleva hacia arriba y hacia abajo mis caderas. Ella acaricia mi clítoris con una mano, mientras que con la otra agarra mi pecho, intensificando la sensación de placer que siento. Es entonces cuando en el otro hombro, siento sus colmillos, vuelvo a sentir placer al sentir como penetra en mi piel, como se intensifica el placer que ella experimenta al saborearme.
Entonces, siento como él, se hiere la muñeca, alza su mano hacia mí y no puedo contenerme. Lamo su sangre con ansias, me llena de energía, me satisface, me excita mayormente. No puedo más, no lo puedo evitar tampoco. Solo siento placer en estado puro. La herida de él se cierra entonces, y sus manos me vuelven acorralar las caderas, acelerando entonces el ritmo. Ella deja entonces de pellizcarme el pecho, siento como se muerde la muñeca y me coloca la herida frente a mí, con ansias la aferro con una mano a mi boca, sintiendo el placer por todo mi ser. Por mi intimidad, entre mis nalgas, por mis papilas gustativas. Todo mi ser gime de placer. Puro placer. Grito incluso por ello, ya que jamás he sentido esto, este hermoso orgasmo. Me lleva a otro paraíso, jamás vivido, siento como mi alma me abandona, como me vacía por dentro, como me estremezco de placer.
Me dejo caer entre los brazos de ellos, cuando eso se culmina.
- Bien hecho... -dice él.
- Ahora, serás nuestra. -gruñe ella y siento entonces sus manos en mi cuello.
- ¿Qué? -es lo único que consigo decir, hasta que siento como mi cuello gruje y todo se vuelve negro.
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Relatos eróticos
Roman d'amour¿Qué hay que describir? Su título lo deja bien claro, esto son relatos.