En clase...

31.5K 65 0
                                    

- No sabes las ganas que tenía de hacer esto... -fue lo último que dijo aquella persona en el sueño.

Sabía que era un sueño, dado que no podía ser real; no podía estar susurrándome esas palabras cuando acercaba sus labios a los míos. Pero ahí estaba, ahí estábamos para ser exacta. Sus manos me sujetaban por los muslos, mientras me apoyaba en aquella mesa de clase, con sus caderas entre mis piernas, siendo rodeado por las mismas. Así empieza este sueño, directo al grano, sin preámbulos.

Lo primero que vi y fui consciente de ello, fueron sus ojos, enseguida los reconocí. Me vi reflejada en sus ojos, me vi en esas pupilas dilatadas. Sus manos me apretaban la piel de los muslos, mientras profundizaba sus penetraciones. Tanto tiempo sin consuelo, solo hace que mis paredes se cierren, por lo que se introduce lentamente, para profundizar la entrada en mí. Cuando soy consciente de que se ha introducido en mí, no puedo sino gemir de placer. Con tan solo sentir su embestida, fue necesario revelarlo, soltarlo de mí. Cuando su entrada fue favorecida, las penetraciones fueron en aumento, una de mis manos se enganchó en su brazo mientras que la otra se enredaba en su corto pelo, sujetando mí espalda, con la intención de llegar a su cuello. Me era imposible ahogar los gemidos que provocaba sentir su piel contra mi piel, pero a él parecía encantarle escucharme. No dude más y mordí su hombro, provocando un gemido ahora a él. Recibí una estocada tan profunda, que me hizo soltarle para liberar el gemido.

No hablaba, no decía nada, solo se movía, sus manos que a ratos parecían darle espasmos, dado que se clavaban en mi piel a ratos, según el ritmo cambiaba. Ambos gemimos al sentir como nuestras pieles temblaban, como mis piernas se aferraban más a él, favoreciendo su entrada. Deje caer mi cuerpo sobre la mesa, para que sus embestidas se hicieran aún más profundas, deseaba sentirle lo más dentro posible. Entonces sus manos se enredaron en mis caderas, mientras empujaba hacía el según el ritmo y movimiento de sus caderas, haciendo que la unión de nuestros cuerpos fuera más agresiva y más excitante.

Sentí como en mí garganta se ahogaban palabras, siendo sustituidas con gemido de puro placer, mientras que de él podía escuchar su respiración agresiva, mientras no tenía ni un solo conteniente. No se lo hubiera permitido, no le hubiera dejado contenerse en hacer conmigo lo que deseara hacer, ya que lo deseaba tanto como él. El clímax solo aumentaba, uniéndonos en aquellos gemidos mutuos, mientras nos dejábamos embriagar por la sensación de placer. Su miembro palpitaba en mi interior, mientras se deslizaba en mi interior, entrando y saliendo tan voraz y profundo, como mis paredes se aferraban sobre él, acentuando el orgasmo que me hacía experimentar.

- No sabes las ganas que tenía de hacer esto... -fue lo último que fui consciente que escuché antes de verle acercar su rostro al mío.

Mis ojos cerraron inconscientemente en aquel sueño, a la espera de aquel beso. Pero fue lo que me hizo dar un respingo y despertar de aquel sueño. Estaba sudorosa, la cama estaba manchada con un gran charco de mi orgasmo, mi ritmo estaba agitado y mi respiración era entrecortada, pero aquella frase me dejo huella y la idea de que iba a besarme en ese sueño era inconfundible. 

Relatos eróticosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora