Disfrute de fruta

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Estará a punto de llegar, y lo estoy deseando. Tan solo hace media hora que llegue de mi viaje a Dublín, ella no ha venido a recibirme al aeropuerto, puesto que no le han dado las horas libres en su trabajo, por lo que me prometió venir a darme la bienvenida a mi casa. Antes de llegar, paré en el supermercado, compré algo de carne y bebida para preparar algo para la cena. Pero una idea me cautivó y antes de irme, cogí frutas y chocolate para fundir en la fundí. Esa que estoy deseando estrenar esta noche, con ella, con la misma que me la regaló.

Sí, en mi mente apareció la idea de manchar su piel desnuda con el chocolate y el pedazo de fruta, y permitirme darme el gusto de saborearlo mejor, lamiendo con gusto. Pero eso no quiere decir que vaya a intentar nada, solo somos amigas.

El horno suena, y es el timbre el que me renueva el pensamiento. La cena ya estaría lista. Abro la puerta y con cuidado de no quemarme saco la bandeja donde se ha dorado la carne junto a las verduras. Una vez asegurado su lugar, para que se enfriara lo suficiente para luego darle el último golpe de calor, me apoye en la encimera, agachando la cabeza entre mis brazos.

Pensar en aquella imagen, y en miles que me imagino haciéndole, me nublan y me excitan. Pero la hora apura, solo me quedarán unos 20 minutos para que vengan, insuficientes para poder satisfacerme sola y poder mantener aquellas imágenes... fuera de mi mente durante la velada. Es tremendamente frustrante no poder contenerlas lejos de mí, menos cuando esta presenté. Cuando me mira, cuando se ríe, cuando me abraza, me acaricia. Es hermosa en todos los ángulos en la que la he podido admirar de cerca y ella me ha permitido. Ella simplemente es hermosa, su piel es exótica, suave al tacto, su pelo es sedoso y brillante, con un hermoso tono pelirrojo, sus ojos son cafés, pero a medida que se acercan a su centro se vuelven verdes, son únicos, inigualables y hermosos. Sus labios cambien de tonalidad rosado según sus actitudes, tornándose más oscuros o más claros... ¿Cómo serán con mis caricias? Son finos, pero suficientes gruesos para saber que me fascinará poder besarlos... Como se le dilatan las pupilas cuando mira el chocolate con la misma fascinación que yo... ¿Se le dilataran con mis caricias? ¿Cómo sonaran sus suspiros cuando la acaricie justo...?

Esta vez, es el timbre de la puerta el que me devuelve a la realidad, esa realidad en la que no soy consciente de que mi mano estaba introducida bajo mis mayas y ropa interior, acariciando mis pliegues. Me había vuelvo a meter en aquellas imágenes en las que soy obsequiada con el poder tocarla y no había sido consciente de que le tiempo había volado tan rápido que los 20 minutos que me separaban de su compañía, ya habían pasado.

- Voy. –aviso sacando mi mano de su lugar y abriendo el grifo apurada.

Una vez lavadas mis manos, con el paño en mano me acerco a la puerta para abrirle.

- ¡Hola! –me dice con una sonrisa, con su tono dulce y alegre, mostrando una sonrisa tan real, que me cuesta razonarla al tiempo que sus brazos me abrazan. – Perdona por no poder ir al aeropuerto a verte cuando has llegado. –me dice más suave ahora en mi oído, sin aun haber cortado el abrazo. Mi nariz aspira su olor, ese olor a flores silvestres que posee ella, mi piel es alagada con su tacto sobre mi ropa.

¡Concéntrate!

- No te preocupes, anda. –digo justo antes de hacer matiz de que el abrazo se rompe. – Pasa, por favor. Ponte comoda. –le ofrezco coger su abrigo.

- Gracias. –dice al tiempo que me lo entrega. – Mira, espero que te guste. –me dice cogiendo algo de su mochila. – He parado a comprar chocolate y chuches, por si luego te apetece que probemos la fundí. –me dice con una sonrisa pícara.

Mis ojos se abren de la sorpresa, tanto porque haya llegado a pensar lo mismo, en parte, conmigo sobre estrenar esta noche la fundí, como en hacerme obsequio de esa sonrisa. Quiero que la repita, quiero hacer que la repita mil y una veces más, ese lado pervertido, hasta ahora no había hecho paso en aparecer. Siempre está el mal pensadez, como mi mente sucia; pero esa sonrisa... Es una picara, muestra de perversidad. Mi perversidad cuando se trata de ella, va a más de lo que he llegado a pensar con nadie. Y ahora que he sido testigo de esa sonrisa... Mi mente me vuelve a jugar la misma mala pasada que hace tan solo 2 minutos.

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