Prólogo

8.4K 483 276
                                    


Joaquín


Caminaba tranquilamente, sintiendo como el viento otoñal golpeaba suavemente mi rostro. El cielo estaba ligeramente nublado; la calle, desierta. Desde que salí de casa sentí cierta incomodidad, mi omega se retorcía en mi interior, respiraba pausadamente para evitar que mis feromonas se alteraran.

Salí a comprar unos supresores, mi celo se acercaba y debía tomarlos al menos un día antes del celo.

—Qué lindo omega— escuché una voz grave detrás de mí, una corriente recorrió mi espalda, mi omega estaba asustado y el fuerte olor a cigarro me golpeó. Un alfa. No, tres alfas. —¿No te han enseñado a ser cortés con lo alfas?, tu olor es fuerte, seguro que tu celo está cerca, estás buscando un alfa, ¿verdad rizado?

El alfa que estaba hablando tomó mi brazo, haciendo que volteara y afirmara mis sospechas, eran tres alfas y en sus ojos se notaba la lujuria pura.

—Yo no estoy buscando problemas, permiso— trataba de sonar decidido aunque las feromonas que emanaban claramente intentaban volverme sumiso, mi omega era bastante fuerte a eso, las feromonas no podían afectarme al punto de nublar mi juicio. Me solté del agarre de ese rubio y me voltee para seguir caminando.

—¡Agárrenlo!— ladró el mismo alfa, sentí dos pares de brazos rodearme, evitando que pudiera seguir caminando y el alfa rubio volvió a plantarse ante mí. —Hoy eres nuestro, pequeño, a la próxima ten cuidado mientras caminas solo— sonrió mostrando dientes amarillentos y acerco sus manos a mi cintura, tomando la camisa para levantarla.

No, no por favor, basta. Las lágrimas ya bajaban por mis mejillas, pero la voz no me salía, tenía mucho miedo. Un fuerte aroma a menta y chocolate amargo llegó hasta mí, no sabía de dónde provenía si la calle seguía desierta, pero mi omega actuó por impulso y chilló.
Estaba llamando a mi alfa. Me sentía estúpido ya que no tengo un alfa, pero mi omega no paraba de hacer ese ruido mientras el alfa ya había retirado mi camisa y estaba a punto de acercar sus labios a mi pecho cuando escuché un gruñido fuerte, muy fuerte.

Ese gruñido grave y amenazante hizo que los alfas me soltaran y yo caí debilitado al suelo, mi omega se había puesto sumiso inmediatamente y yo no podía pensar con claridad.

—Malditos...— una voz grave se escuchó, claramente de alfa, el olor a menta y chocolate era más fuerte. Lloré más fuerte, soltando sollozos que se escapaban casi inconscientemente de mis labios. Escuche golpes y gruñidos hasta que un calor me rodeó, consiguiendo que me tranquilizara un poco.

—Ya, estás bien omega, estás bien— la voz ahora era dulce, baja y suave. Abrí un poco mis ojos y pude ver unos ojos cafés casi negros observándome con cuidado. No podía hablar, todo mi cuerpo temblaba y mi omega solo quería oler ese aroma fuerte y seguro. —Me llamo Emilio, ya estás bien. Te ves asustado, ¿quieres que hable?— solo asentí, su voz era tranquilizante. —Bueno, tengo 15 años, estoy en tercer semestre de preparatoria, me mudé aquí hace poco con mi madre y mi padre para poder manejar la...— el pequeño alfa seguía hablando calmadamente, pero yo solo podía pensar en una cosa.

15 años, aún no ha tenido su primer celo, es muy pequeño. Podía sentir a mi omega tranquilo y feliz con el olor de Emilio, mi cuerpo respondía bien a su cercanía y su olor era maravilloso, el único olor de alfa que me había gustado hasta ahora. Probablemente es solo una coincidencia, estoy cerca de mi celo y eso hace que quiera a cualquier alfa que sea lindo conmigo, incluso si no ha tenido su celo y no debería atraerme así, pero no importa.

—Hueles bien, hueles como a fresas— Emilio se acercó un poco a mi cuello para olfatear y sentí una oleada caliente recorrerme, un bajo quejido salió de mis labios. —Oh, perdona, ¿Necesitas algo?, ¿dónde está tu casa?— sus manos estaban sobre mis mejillas trazando pequeños círculos sobre ellas y en su mirada solo había preocupación.

Mi alfa || EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora