33. Skylights.

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Las calles estaban con una ligera ausencia de coches y había un notorio silencio en consecuencia.

Era de esperarse.

Un domingo a las ocho y pico de la noche no circulaba tanta gente como otros días normales y corrientes. Pero aquel efecto hacia que el ambiente se volviera mucho más tranquilo y fresco en algún sentido.

Sonreí para mis adentros.

¿Realmente estaba teniendo una cita con Jack?

Esto era muy loco.

De haber sabido un tiempo atrás que terminaríamos saliendo en este concepto definitivamente iba a pensar que había perdido completamente el sentido común.

Aunque... probablemente lo había hecho.

Y quizás de eso se trataba justamente todo esto: de perder la cabeza.

Sentí un apretón en la mano por parte de Jack, al instante me percate de la sonrisa de lado que me estaba brindando.

–¿Que pasa?

Negué con la cabeza mordiendo mi labio inferior.

¿Se estaría percatando de mi terrible entusiasmo?

Ugh, tendría que disimular más.

Las letras neón brillaban iluminando la escena y pude divisar con plenitud lo que rezaban:  Skylights Hotel & Rooftop Bar.

Pero hice una mueca al divisar completa oscuridad y el cartel de Cerrado en la entrada, al percatar que Jack no detenía su marcha a pesar de aquel hecho, supuse que aún no lo había notado y se me hizo bastante extraño que se le hubiera escapado aquel imprevisto.

–Jack, creo que está cerrado–hablé una vez cerca, el negó con la cabeza escondiendo una sonrisa.

Lo miré aún más confundida, por aquel gesto y por su maldito atractivo.

–No hay nadie–entonces insistí señalando el pequeño cartel.

–Por aquí no entraremos–contestó con suficiencia.

Entrecerre los ojos tratando de descifrar su plan pero sus ojos no me daban suficientes pistas.

¿Que traes en manos ojiazul?

Me quedé aún mas colgada sin poder comprender nada en cuanto sus manos se encargaron de desviarnos del camino.

Eso había sido rápido.

–Jack... dime en donde nos estamos metiendo–susurre mientras que rodeabamos el edificio. Le miré con ojos grandes esperando una respuesta pero para él mi curiosidad insistente era como una razón más para permanecer ajeno y misterioso ante la situación.

Esto le estaba divirtiendo y a mi me estaba alterando los sentidos.

Aquel destello en el estómago apareció.

Nos adentramos en un callejón largo y desierto. Traté de esquivar lo más que pude los pequeños charcos de agua esparcidos por la acera con la oscuridad en mi contra.

Jack parecía estar buscando algo.

–¿Conoces una puerta secreta por aquí o que? –me burlé en voz baja mientras que lo seguía por detrás.

–Algo así. ¡Bingo! –exclamó acercandose a un lugar en específico.

Sus zapatos chapotearon el suelo en cuanto dio un brinco con energía, me quedé quieta observando como Jack sin una pizca de vergüenza jaló la escalera de incendios para abajo.

Soportando a Jack. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora