JACK'S POV.
–Estuvo delicioso–la oí decir con buen humor.
Lleve mi última papita a la boca para luego limpiarme las manos con la servilleta.
Mi vista volvió a perderse en la belleza que tenía al lado.
¿Que había hecho tan bien para poder merecerla?
Nada.
Eres un suertudo de mierda O'donell.
La observe mientras que se dedicaba a juntar las servilletas sucias y los envoltorios esparcidos por todo el coche. Parecía ser que esta noche estaba mil veces más irresistible que de costumbre.
Con sus mejillas rosadas, su pelo salvaje y su aroma exquisito.
Puta madre.
Era un puto ángel que había aparecido a salvarme la vida y ni siquiera se percataba de ello.
Sus ojos pardos se posaron en mi por un segundo, dos almendras que me ponían a todo dar.
Entonces supuse que me había descubierto mirándola como un gilipollas.
–¿Que pasa? –entonó suave, miré sus labios carnosos sin poder evitarlo.
Malditamente provocativos.
Ella dejó la gran bolsa de papel madera a un lado para brindarme su plena atención.
–Nada importante, ¿estas satisfecha?–esquivé con agilidad, ella asintió frotándose el estómago.
Sabía que se necesitaba muy poco para que ese pequeño cuerpecito se satisfaciera. Sin embargo por mi lado cabía de fino una hamburguesa más en mi estómago.
Eche un vistazo a la hora de forma rápida.
Ya eran las once de la noche y estaba seguro que estábamos rozando su límite de tiempo.
A veces me daban las terribles ganas de secuestrarla y tenerla solo para mí.
Pero era una niña de casa.
Una niña a la que le estas corrompiendo toda su inocencia.
–¿Quieres volver ya?–pregunté encendiendo el coche.
Ella ronroneó no muy de acuerdo con mi propuesta.
–No, pero debería hacerlo ya es tarde.
Por supuesto que actuaria en contra de sus necesidades.
Adopté una velocidad bastante moderada y tome el camino considerablemente más largo que me llevaba a su casa.
Queriendo tenerla conmigo unos minutos extra sin que se diera cuenta.
–¿Ya te sientes mejor?
Me generaba una pesadumbre enorme el hecho de que mis mierdas pudieran afectarla más de lo que tenía previsto.
Aún no podía creer como seguía al lado mío sin una pizca de miedo o rechazo hacia mí siendo totalmente consciente de la gravedad de las cosas.
Maldita sea.
Con dos palabras hasta podía descompensarla físicamente. ¿Como podía seguir con esto?
–Si ya estoy bien, no te preocupes–expresó con voz aterciopelada.
La miré tratando de buscar alguna respuesta coherente que explicara por qué lo estaba haciendo.
Y por qué yo me había permitido involucrarla en esto sabiendo que las cosas podían salir muy mal si la suerte no estaba de nuestro lado.
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Soportando a Jack.
Ficção AdolescenteElenna Carson Fusco a sus diecisiete años nunca tuvo la oportunidad de haberse enamorado y eso ella lo consideraba como un privilegio. Pensaba que el amor era pura cuestión de suerte y dudaba mucho haber nacido con mucha. Aferrada en los libros rom...