Caminé dirigiéndome a la puerta con la curiosidad chispeante en los pies, una silueta masculina se reflejó en ella y en cuanto la abrí mis labios se torcieron, percatando lo que tenía en frente.
-Carson-se acercó a mí y me abrazó yo me quedé quieta sin saber cómo reaccionar.
Recibí su perfume al instante.
-Papá-hablé incómoda, se separó de mí y me sonrió.
Mi vista cayó en la pequeña bolsa con lazo que colgaba en sus manos.
-No me pude resistir hasta
mañana-habló pasándomela, sentí la mano de alguien posarse en mi espalda.-¡Phil!-exclamó mi madre detrás de mí, solté un suspiro-Anda pasa.
Mi padre asintió con una sonrisa y me dirigí nuevamente a la cocina con el regalo en la mano, le hice una mueca a Aaron y él se acercó a nosotros.
-Viejo-pasó sus manos por su hombro cariñosamente.
-¿Les tomé desprevenidos? -preguntó esta vez, yo asentí sin dudar mientras que mi hermano y mi madre negaron en respuesta.
Al parecer era la única que no podía fingir.
Me senté en el sofá y mi padre fijó sus ojos en mí.
-Anda ábrelo que quiero saber si he acertado-apuntó a la bolsa frente mio, me quede mirándola por unos segundos.
Para ser sincera, jamás se me había pasado por la mente que el primer regalo que recibiría iba a ser el de mi padre.
Solté un suspiro y la abrí con cuidado, mis labios se torcieron cuando pude ver que era.
Saqué el portaretrato de agua con una foto nuestra dentro de cuando era pequeña, en el borde superior estaba escrito Good times en cursiva y pequeñas estrellas doradas flotaban encima de la foto con el mínimo de movimiento.
Me quedé observando la fotografía.
Era en la playa y ambos estábamos jugando en la arena.
Un sentimiento de nostalgia me pegó sin aviso y aparte mi vista del objeto sin ganas de sentir.
Los tres ahora me miraban expectantes.
-Es muy bonito-sonreí a medias tratando de disimular mi disgusto, Aaron me pidió permiso con las manos y se lo pasé.
-¡Eras una lenteja rubia!-se burló y reí vagamente.
-Y ya va a tener dieciocho, madre mía-salió mi madre con aire nostálgico, hice una mueca incómoda.
-¿Esta es la parte en la que lloramos todos juntos?-dije sarcástica y ella me echó una mirada asesina.
-Hey, huele muy bien aquí-habló olisqueando el ambiente, bufé disimuladamente sabiendo lo que se venía.
-Estamos haciendo pizza, quédate a cenar-respondió Aaron y mi padre sonrió.
Era imposible que una amable invitación no se le cruzara por la mente.
Me quede observando la increíble similitud entre los dos, desde la contextura física hasta los rasgos de personalidad, ambos eran bastante altos y fornidos con ojos risueños que ablandaban a cualquiera y un sentido del humor bastante notorio.
Mientras que yo, tenía un carácter algo más seco y conservado, con mucho sarcasmo en la punta de la lengua.
Cosa que en algunos casos no era lo ideal y tampoco me agradaba.
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Soportando a Jack.
Novela JuvenilElenna Carson Fusco a sus diecisiete años nunca tuvo la oportunidad de haberse enamorado y eso ella lo consideraba como un privilegio. Pensaba que el amor era pura cuestión de suerte y dudaba mucho haber nacido con mucha. Aferrada en los libros rom...