41. Sobre pesadillas e ideas traviesas.

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Las gotas de lluvia fueron lo primero que ví.

Parecían estar haciendo una carrera entre ellas por lo rápido que se deslizaban sobre el vitral del coche y el ambiente; aún estando dentro, se sentía frío y húmedo.

Apunte mi vista hacia abajo notando que nuevamente estaba descalza provocando que se me entumecieran mucho más rapido los pies.

Mi cabeza dolía como el infierno y mi mente no paraba de reproducir una voz. Una frase. Una verdad.

“Estoy jodido Elenna”

“Estoy jodido Elenna”

“Estoy jodido...”

Alce la vista denuevo buscándole.

Y lo encontré a mi lado, en el asiento del piloto, con postura erguida.

Completamente estático.

No sé si podré seguir, esto es demasiado para mí—rompió el silencio con voz quebrada.

Denuevo estaba sin camisa y sus labios estaban completamente azules.

Traté de hablar pero simplemente no pude, mi garganta dolía y las palabras se rehusaban a salir.

—Pensé que estaba listo, pero me equivoqué. Pensé que lo que sentía era lo suficientemente fuerte para poder hacerlo... Pero no lo es.

Sus ojos finalmente cayeron en mí provocando que el dolor pasara a segundo plano.

Lo miré completamente perdida.

¿Que estaba ocurriendo?

—No voy a cambiar Elenna, ni siquiera por ti...

Mis ojos comenzaron a aguarse y la lluvia pareció multiplicar su intensidad a partir de sus palabras.

—Mi cabeza esta llena de mierda y temo joderte la vida también. No soy bueno para ti, nunca lo seré.

Su voz salía grave y sin vida. No parecía ser él, no parecía ser el Jack que yo conocía.

Pero luego entendí que... el chico que tenía al lado mio era un lado oscuro y oculto de él que se estaba carcomiendo todas sus esperanzas.

Las pocas que yo había conseguido brindarle.

Cerré los ojos ahora sintiendo las lágrimas saladas acariciando mi mejilla.

—Si lo eres, por algo me enamoré de ti... Te quiero ¿eso no te basta? —al fin pude hablar pero en consecuencia mi garganta ardió.

—Me quieres porque no sabes lo que ocurre dentro mío, ¡No me conoces! ¡Te he hecho ver lo que yo quise que vieras! ¿Que no lo entiendes Elenna? —expresó completamente sacado de quicio.

—Si es así, no me importa. Seguiré queriendote—me atreví a decir acercándome a él.

En cuanto mis manos lograron tocar su piel, él me alejó rápidamente corriendome a un lado.

—Lo siento, pero esto no irá a ningún lado y lo sabes—espetó con dureza para luego arrancar el motor.

El coche rugió atrozmente provocando que mi cabeza palpitara aún más del dolor.

Y en aquel momento de vulnerabilidad se echo a mi costado abriendo la puerta con rapidez.

Sus ojos volvieron a conectarse con los míos y el matiz azul de sus ojos me acariciaron el alma por última vez.

Soportando a Jack. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora