Desperté por un sonido tintineante que resonaba en la habitación, tanteé en la cama al percatar que era mi teléfono y al visualizar el nombre de Aaron en la pantalla me reincorpore en la cama de forma abrupta.
Mierda, nos habíamos quedado dormidos.
Me aclare la garganta antes de dar al verde. Podía sentir como mi corazón comenzaba a acelerarse.
– ¿Hola? –respondí con temor, me lié en las sábanas de manera instantánea.
Escuche el suspiro de mi hermano al otro lado de la pantalla.
– ¿Elenna donde te metiste? Son las dos de la mañana.
Me restregué la cara antes de hablar.
–Uf, se nos pasó el tiempo con el trabajo–respondí simple sin ganas de liarme, me mordí el labio esperando su respuesta.
–Por favor Elenna no soy tonto, sé que no estás en lo de Candace–me quedé en silencio sabiendo que contradecirle iba a ser en
vano. – ¿Estas con él verdad?– ¿Qué quieres Aaron?–contraataque antes de que pudiera decir algo más.
Jack parecía despertarse de a poco.
–Envíame tu ubicación y te paso a buscar –su voz salió demandante y fruncí el ceño ante aquel hecho.
De ninguna forma lo haría, la noche se iba a convertir en un completo circo al desatar un posible enfrentamiento entre Jack y él.
Entonces me negué rápidamente.
–No hace falta, iré por mi cuenta no te preocupes–me limité a decir para luego colgar.
Hice una mueca mirando el teléfono.
Sabía que aquel movimiento caprichoso acarrearía una buena discusión como consecuencia.
Suspiré mirando el techo.
Por lo menos mi madre no había notado nada aún.
Sentí la mano de Jack acariciar mi brazo y fije mi vista a su lado de forma automática, se encontraba mirándome con un brazo escondido detrás de su cuello.
Lo había escuchado todo.
– ¿Era tu hermano?–pregunto con voz ronca, sonreí débilmente girando hacia él.
–Sí, será mejor que vuelva a casa antes de que se ponga peor la cosa–respondí desganada, con tantos pájaros en la cabeza no había caído en la cuenta de que nuestra noche furtiva tendría que terminar de alguna forma.
Él mantuvo el silencio tan sólo mirándome para luego acariciar mi brazo de forma distraída.
–Últimamente lo único que hago es meterte en problemas–dijo esta vez sonando algo decepcionado por aquel hecho.
Negué con la cabeza acercándome a él, sintiendome apenada por su comentario.
–No, todo está bien, tranquilo–posé mi manos en su mejilla con cariño tratando de que aquella idea se esfumara de su cabeza.
La única culpable en la gigante bola de nieve que me estaba alcanzando los talones era yo y nadie más que yo.
Y a decir verdad, a estas alturas de la historia ya no se podía hacer nada más que aceptar las consecuencias y disfrutar de nuestros momentos de locura sin tanto estrés de por medio.
El trayecto a casa fue lento y tortuoso.
Parecía ser que Jack estaba aprovechando los últimos minutos al volante con propósito. Ya que no pude evitar notar que se había detenido en los cuatro semáforos en amarillo que pillamos durante todo el camino. Dejando atrás su manera tan despreocupada de manejar que acostumbraba siempre.
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Soportando a Jack.
Novela JuvenilElenna Carson Fusco a sus diecisiete años nunca tuvo la oportunidad de haberse enamorado y eso ella lo consideraba como un privilegio. Pensaba que el amor era pura cuestión de suerte y dudaba mucho haber nacido con mucha. Aferrada en los libros rom...