Porque Jeon JungKook haría cualquier cosa para que nadie lo alejará de Lalisa Manoban. Y ella, simplemente estaba cayendo en un hueco en dónde se encerraba más y más.
Al final, todo estaba perdido, ya no había vuelta atrás. Ella ya era suya, y nadi...
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Perfecto, un juego impecable.
Ya no tiene escapatoria.
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Ya era madrugada, más de la cuenta, JungKook había hecho que Lisa tomara una pastilla para que descansara. Lisa no pudo ver más después de aquella escena, las ganas de vomitar se internaron en su estómago, y había corrido rápidamente hacia arriba, yendo al baño. Después de eso, JungKook no dijo nada y nada más le hizo un té con una pastilla entre el medio para que su sueño cayera en su cama.
Cuando se había acostado, y había sentido como la suave almohada hacía que su cabeza se hundiera, las sabanas se acobijaron en su cuerpo, con aquella pequeña sombra que se mostraba entre la puerta de la habitación de su novio. Un viento le acarició su mejilla, era un escalofrió pequeño, era un temor muy grande, era una inseguridad placentera para su mente.
¿Por qué? Era su única pregunta. No grito, no llamó a una ambulancia, simplemente miró como el cuerpo de una joven que podría haber vivido más era destripado con un martillo. Su madre desde pequeña le había dicho que sí veía alguna cosa tenebrosa o mala llamará rápidamente a emergencia, una persona herida debía ser atendida inmediatamente. Pero Lisa no creyó eso cuando vio como los intestinos pequeños de Jennie sobresalían sobre su abdomen cortado en dos, ¿eso tendría cura? ¿También tendría cura aquellos ojos redondeados y llenos de sangre, aquel oscuro hueco en esa marca? ¿Sería curable?
Todo va a estar bien, le dijo su mente, ella va a descansar, ella te lastimo, ella te hizo una de las peores cosas que es fingir ser tu amiga, ella te manipulo... ella es una mala persona. JungKook no es una mala persona, porque él te salvó, él te ama como nunca nadie te había amado, JungKook es tú única salvación, tú único amor. No estás sola Lisa, no estás sola, no lo estás.
Pero cuando fue a ver si la figura medio desnuda de su novio, con su rostro manchado de sangre, y su cabello negro y el martillo se encontraba, no había nadie, no estaba la sombra, no estaban aquellos ojos sin cordura.
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Al día siguiente, hizo las cosas muy rápido, se colocó su uniforme lavado, que olía a flores y jabón gracias a que JungKook le había hecho el favor de hacerlo, sin rechistar ni nada, Lisa no se opuso. Fue corriendo hacia la puerta con su bolso y salió hacia la sala, justo en dónde estaba el gran comedor, en dónde la figura de su novio se encontraba en la cocina, de espaldas, con el murmuró de una pequeña canción imposible de descifrar, Lisa se lamió los labios confundida.
Era extraño, JungKook siempre la dejaba sola a estas horas de la mañana, él siempre le decía que como un empresario, tenía cosas que hacer, pero le dejaba su desayuno antes listo y su ropa acomodada, pero nada de eso paso. Lisa se sentó sobre la silla del comedor, dándose cuenta de que sus manos pálidas estaban temblando, sí, de miedo quizás, no porque no sabía qué hacer. ¿Y debería hacer algo?
