Porque Jeon JungKook haría cualquier cosa para que nadie lo alejará de Lalisa Manoban. Y ella, simplemente estaba cayendo en un hueco en dónde se encerraba más y más.
Al final, todo estaba perdido, ya no había vuelta atrás. Ella ya era suya, y nadi...
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Ya no importa nadie, solo importamos tu y yo.
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El viento bailo con su cuerpo, los pétalos rosas se mezclaron con el movimiento de su falda de tonos negros, la blusa blanquecina que se apretaba contra su pequeña figura, femenina y delicada. Una sonrisa se instaló en sus labios carnosos, el color sonrosado de estos y lo brillante de sus mejillas calentarse ante el frió que caiga a su alrededor.
—¡Lisa! —la melosa voz de su mejor amiga se escuchó desde a lo lejos, y Lisa rió volteándose para alcanzarla.
Hoy era un buen día para Lisa.
Recibió la Navidad con su madre al menos por última vez, y eso lo agradecía. Al igual que con el amor de su vida, no al mismo tiempo pero en días diferentes. Nada malo había pasado concretamente desde lo sucedido, no tan malo como para que Lisa tuviera otra vez un crisis, el secreto que había guardado ahora no tenía por qué ocultárselo a Rosé y a JiSoo, quién estaba muy decaída por la repentina muerta de una de sus mejores amiga, que aunque no era muy cercana a Rosé y Lisa, ellas dos eran un poco más unidas.
Sí, Lisa sabía. Desde hace casi un mes la personas dejaron de hablar de Kim Jennie, ya nadie creaba teorías del porqué de su asesinato, la investigación cerró porque no había pruebas suficientes y todo indicaba que la pobre había sufrido accidente que no se puede remediar nunca más. Lisa ya no sentía casi toda la culpabilidad en frente de ella, habían unas pesadillas diminutas mientras que dormía, pero al recordar que todo se hizo por su bien y que ya no había nada que ocultar, la mantenía con calma por completo.
Hoy estaba lista para dar un paseo con sus mejores amigas, había dicho a su madre que iba a salir y llegaría a casa a la hora temprana, ya que Lisa quería tener tiempo para ir a ver a su novio, y no debía desperdiciar una oportunidad como ahora. También le había dado un aviso a JungKook, porque a partir de ahora no habría más mentiras entre los dos.
Todo iba bien.
—¡Yah, unnie! —Lisa sintió los brazos de JiSoo apretarla con fuerza.
Rosé rió encogiéndose sobre el césped, dando carcajadas sin parar. Lisa tenía que haber escapado de la morena pero esta la atrapo antes de ir a comprar los helados.
Es cierto, hoy era el cumpleaños de JiSoo. Lisa quería darle un especial regalo, siempre se encargaba de ser una de las chicas que más detalles le hacía en su día, y no sería ni la última vez que lo haría. Por lo que quería comprarle uno de los mejores helados que se encontraban en la cafetería nueva de la ciudad, pero JiSoo era una persona demasiado terca como para querer un regalo de cumpleaños.
Lisa todavía no entendía porque la familia de JiSoo era muy dura y estricta con ella. Igual no era algo que parecía afectarle a ella, por lo que lo dejo así. Pero aún se preguntaba porque los Kim no ven nada de especial las fiestas de cumpleaños, ya que era cuando crecías y te volvías más mayor y adulto.
