Porque Jeon JungKook haría cualquier cosa para que nadie lo alejará de Lalisa Manoban. Y ella, simplemente estaba cayendo en un hueco en dónde se encerraba más y más.
Al final, todo estaba perdido, ya no había vuelta atrás. Ella ya era suya, y nadi...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Cambios en la inocencia.
.
Sintió la caricia en su mejilla, su cuerpo estaba adolorido. No quería abrir sus ojos, porque estaría que tendría que ver otra vez su rostro, mirándola de forma suave, como si él estuviera enamorado. Pero varias preguntas se asomaron en su mente, Lisa estaba tan triste, tan rota por dentro, se sentía vacía. Un cuerpo la aplastaba y no se resistió de acariciar con sus manos los brazos formado de JungKook, pero nada más sentir su piel tocar la suya la hizo estremecerse. El sentimiento de querer distanciarse hizo que una mueca se produjera en sus labios carnosos.
La voz de JungKook otra vez susurró en su oído, besándole su cuello. Estaba desnuda, él estaba desnudo. ¿Qué hora era? ¿Qué día era? Ya no lo recordaba, lo único que quería era descansar de todo lo que había pasado. Él no lo noto porque estaba concentrado en apresarla contra sus formidables brazos en la madrugada casi eterna, pero había sollozado en silencio, las lágrimas caían de sus mejillas y no entendía por qué.
Cuando abrió sus ojos, la hermosa sonrisa de JungKook se asomaba en aquellos labios de corazón, su pecho expuesto, sus abdominales marcados, su piel natural a los brillos de aquel Sol que estaba dando su aparición contra el cielo. Sentía la mano estar debajo de su espalda, sus lindos glúteos sentirse apretados contra su mano, la estaba levantando de manera delicada.
—Mi princesa, despierta—Lisa se revolvió contra el cuerpo de JungKook, su cabello azabache dándole cosquillas en sus clavículas—. Mi amor.
¿Por qué era tan cariñoso?
JungKook dejo de acariciarla cuando ella se levantó, estirando sus delgados brazos, sintiendo aquella mirada que todavía la hacía sentir insegura, tan penetrante que la hacía arquearse y voltearse para verlo, pero no podía mirarlo a los ojos, no podía verlo de la misma manera cuando prácticamente él la hizo suya de todas las maneras posible. Sería imposible olvidarlo, pero prefería obtener aquella tortura que tener que vivir todos los días con el sentimiento de culpa comiendo de su sangre.
No quería pararse de la cama, no quería tocar el suelo y sentir la realidad, sentir que ya estaba en la tierra que tanto odio había tomado. Una sonrisa se asomó por sus labios carnosos cuando recordó que JungKook le había prometido ahora llevarla a escuela junto con Rosé y JiSoo, sus mejores amigas deben estar feliz también ¿no?
Tendría que hablar con ellas de lo que JungKook les había dicho, no quería de nuevo problemas que hacían que su cabeza doliera. Tampoco quería imaginarse una situación en la que JungKook la habría apartado de ellas con sus palabras frías y tan dolorosas. Él cuerpo de JungKook se removió contra las sabanas, se había levantado, obteniendo de su atención, sus ojos se sentían pesados probablemente por la falta de sueño, parpadeo con lentitud, dándose cuenta que él se encontraba al frente de ella.
—Levántate, princesa. —lo hizo, su desnudez expuesta ante sus ojos, suspiró, sus dedos comenzando a temblar porque no sabía qué hacer, ahora, en estos momentos. ¿Qué era necesario ahora?
