『EPILOGO』

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El fin de un viejo camino. 

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Paso sus dedos sobre su cabellera larga azabache, que llegaba hasta las caderas y que le acariciaba la espalda. Sus largas pestañas y el color grisáceo de sus ojos fueron hacia la figura de la adulta de cabello castaño, con sus labios de corazón carnosos una mueca. Pensaste, que sí por un momento todo hubiera sido diferente, en un mundo paralelo dónde sus padres nunca se hubieran conocido, tal vez habría una posibilidad de que JiSoo fuera su madre.

Ser amado, no ser rechazado. Tener la atención absoluta de la persona que amas, que puedes tenerla y cuidarla al mismo tiempo que ella hace lo mismo.

Pero ella no tiene eso. Ella nació de gente corrompida, de gente que al nacer tiene un pensamiento de querer deshacerse de todo, lleno de poder en mente y superioridad en las manos. JiSoo le regalo una sonrisa y le coloco un plato de macarrones. No era tan fanática de los macarrones, pero JiSoo los hacía especiales. Y sin saber porque, se los comía todos con ganas de llorar, tal vez por lo delicioso que era. ¡Muy buena cocinera!

JiSoo se volvió para quitarse el mantel, colocándolo sobre la mesita del fregador. Se recogió su cabello castaño, suspirando del cansancio. Ella notó que sus manos estaban tapadas con guantes. JiSoo lleva años ocultando la desnudez de sus manos. Algo que a Jeon SooLi le da curiosidad.

—¿Sabes qué fecha es hoy? —su voz joven le hablo. SooLi, haciendo una mueca en sus labios, asintió—. ¿Entonces? No estás preparada.

Claro. Aún a pesar de todo el daño que le hicieron sus padres ella aún tiene aquella bondad que los hace visitarlos cada diecinueve de marzo. SooLi solo visitaba la tumba de sus padres por JiSoo. Lo único que sentía al verlos era rabia al tener la misma sangre que ellos.

Los odiaba. Menos mal que estaban muertos.

—No quiero ir hoy.

—Pues tienes que ir. Quieras o no quieras. —se encogió en el asiento para así masticar con lentitud, SooLi suspiró.

—¿Por qué? Sabes que no estoy cómoda ahí.

—Nunca lo estás—enfrentó, colocando algunas tazas en su lugar—. Y es lo que me preocupa.

—Los odio, tía JiSoo—confesó, bajando a mirada y apretando sus puños—. Por culpa de ellos yo...

—Ellos no tienen la culpa de que seas una niña malcriada, orgullosa y caprichosa—sus palabras cayeron en su corazón con un cuchillo que cargaba dolor, JiSoo sin embargo, no se mostró arrepentida de sus palabras—. Vas en el mismo camino que él. No cambias nada odiándolos.

La castaña tomo el abrigo y se lo colocó encima sin abotonarse, con la mirada fría y atenta de su pequeña niña. SooLi no lo entendía, nunca lo iba a entender.

—¿Por qué tú no los odias? ¡Te hicieron la vida imposible!

—Claro que no—negarlo fue como otro golpe, JiSoo era demasiado buena—. Ellos me cambiaron mi vida para bien.

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Mientras que caminaban por los grandes charcos, las nubes grisáceas ocultando la luz del Sol y cada gota haciéndose más pesada entre sus mejillas. JiSoo cargaba la sombrilla que las protegía de la lluvia, su mirada estaba tan ida y fría, eso le había preocupado a SooLi. Sin embargo, entendió que estuviera así después de las varias quejas que había pronunciado al salir del apartamento.

Ella quería entender cómo era que no los odiaba. Porque no los odiaba como lo hacía el resto de la gente de su ciudad. Que con cada boca dónde salía el nombre de su mamá no paraban de crearle un montón de apodos. SooLi no quería imaginar las acciones tan atroces y males hechos que cometió su madre, el camino que eligió y el haber rechazado a su propia hija mandándola lo más lejos posible.

❝ultraviolence❞ › liskook. ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora