『DIECISEÍS』

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Totalmente perdida

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Totalmente perdida.

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El temblor en sus labios fue como una campana pequeña, el color rojizo cayó sobre sus clavículas. Ella había levantado los brazos en busca de consolación, pero él no iba a permitir que hubiera consolación, ni abrazos, ni besos suaves que le derretían el alma. Simplemente tenía que quedarse ahí, siendo la muñeca de trapo que tanto él presumía ante los demás, el enojo calcándose en sus venas y demostrándose en sus ojos, sus ojos eran de un color grisáceo, no había brillo, no había fuego, no había nada.

La sangre salpico de nuevo su rostro, sus labios relamieron el sabor metálico, estaba un poco curiosa, llena de vida. El dolor se hizo palpable, pero era una tipo de promesa que ambos estaban dispuesto a dar ante su vida privada. Su cabellera rubia bailo en su espalda, acariciando sus pequeñas caderas. Ella estaba desnuda, porque él quería que se mostrara la verdadera belleza de una mujer, y que mejor que su linda princesa, Lisa, la reina, la que controla indirectamente los pensamiento de Jeon JungKook.

Una sonrisa se caló en sus labios de corazón. Saboreo el dulce sabor que tanto amaba, el cabello azabache le dio cosquillas en sus mejillas, la sonrió de manera suave, dulce, pero Lisa sabía que no había ni una pizca de dulzura en los ojos de JungKook. Entreabrió más sus labios y chillo cuando la apretó contra él, su mano estaba en su cadera, desnuda, la levanto para llevarla de nuevo a la cama.

Lisa no pudo evitar mirar el charco de sangre que JungKook había hecho en el suelo. Pero, después devolvió su inocente mirada hacia la de él. Estaba perdida, sus ojos admiraban con aquel brillo de amor, de una mujer enamorada. Era tan hermoso, era la perfección en persona, aquel hombre estaba besándola, amándola, de manera especial. Solo a ella.

Suena imposible, pero no lo es. Apretó sus labios carnosos cuando los labios de JungKook fueron hacia sus pezones sonrosados, el contacto los endureció al instante, sus dientes mordieron sin angustia alguna. Era la misma sensación que antes, lo había hecho, pero ahora los nervios eran más calcables que antes. ¿Qué es lo que se supone que debía hacer? ¿Quedarse quieta? Él le dijo que se desnudara, lo hizo, la besó, después hicieron aquel juramento.

JungKook soltó para volver a chupar, sus labios le dieron dedicación a los pezones de la pequeña, sus manos estaban en sus cosquillas, arqueando su cuerpo y dejando a Lisa mirar hacia el techo. Era su primera vez y lo estaba haciendo con Jeon JungKook. Era su primera vez, no como los juegos que él antes creaba para satisfacerla, o tal vez, él hacerlo por los dos. No había dolor. La trataba como una pequeña muñeca de porcelana, sus manos fueron delicadamente para apretar sus muslos, suave, la piel de Lisa era muy suave y ella sabía que a JungKook le gustaba mucho su piel.

Para clavar algo, para quemar algo, para romper algo. Era suave, como un algodón que se queda atrapado en una aguja de pajar, cae, el relleno de fresa explota dentro. JungKook besa las costillas de Lisa, soltando una pequeña risa juvenil en los oídos de ella, casi siempre lo escucha reír de forma mecánica, porque no había ninguna pizca de sentimientos, solamente frialdad y sarcasmo en su tono de voz.

❝ultraviolence❞ › liskook. ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora