『VEINTICUATRO』

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Tiempos diferentes.

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Dejó el té aun lado, le había costado permanecer parada ahí con el vientre abultado, deseando que la cama no estuviera tan lejos de su vista, dirigió una mirada de sus ojos color avellana, hacia la ventana, dónde se encontraba la jaula del pequeño pajarito que había adoptado hace meses atrás. Porque, Lisa veía que los pajaritos al igual que los gatos, transmitían calidez y felicidad al hogar.

Fuera fácil adoptar un gato, pero cuando supo que a JungKook no le gustaban los gatos, su búsqueda por tener a alguien mientras que él no estaba se fue a la basura. Sin embargo, la inesperada llegada de aquel animal con alas hizo que su ánimo subiera por al menos los días restantes después de incendio en la estación de policía de Seúl.

Envidiaba la fuerza de JungKook, prácticamente cuando paso y vinieron los reportistas a su empresa, salía una sonrisa triste, unos ojos soñadores pidiendo recaudación para los fallidos. Lisa quería reírse, cuando se encontraba en casa nada más veía a una persona que amaba el poder, ser fuerte, ser un dictador en casi toda su vida. Y entonces, su mirada cayo en donde se encontraba su cuerpo.

Cuando JungKook dormía, parecía un niño bueno, un niño perdido, tan inocente y puro. Lisa tomaba fotos cuando pasaba, porqué, ¿cuándo contemplaría los círculos formado por sus labios, paz en sus ojos? Tenía tantas fotos de él, lo amaba tanto que le dolía, por lo que pasó en estos cuatro años, y ahora por fin tenía paz estando a su lado.

De repente ahogo un quejido, sosteniéndose su vientre, parecía tan grande, sorprendente de tener a alguien ahí adentro. Y los recuerdos llegan a cuando JungKook le había dicho que no quería tener un bebé. Y ahora, él estaba protegiéndola de todo el mundo que se acercara a su hijo. Lisa pensó, que a veces JungKook resultaba tan... impredecible. Pero él siempre fue así.

—Amor...—su delgada mano, acarició su suave cabello, todavía con el mismo corte que le había hecho, Lisa le dio un besito en la frente—. JungKook...

Él alargo su mano, tocando su mejilla, el tacto hizo que Lisa volviera a sonreír bobamente. Estaba despierto.

—¿Ya tomaste las pastillas para el dolor? —preguntó en cambio, Lisa asintió besándole las mejillas. JungKook aún con los ojos cerrados, se dedicó a fruncir el ceño pero dejando que su esposa le regalara mimos—. No has respondido a mi pregunta, y odio cuando no lo haces.

—No puedo responderte todo a lo que tú quieras. —Lisa sentía que su corazón latía con fuerza.

Su corazón, todavía no estaba acostumbrado a sus decisiones, ni tampoco a la reacción de JungKook. Lisa quería algo, no solo sentir que todo era normal entre ellos. Su corazón no estaba acostumbrado, pero su mente sí, su cuerpo tenía todas las cicatrices.

Esperaba que algún día, su corazón pueda por fin acostumbrarse.

JungKook sonrió, sus dientes de conejito haciendo que Lisa se tensará, pero con una sonrisa en sus carnosos labios. Su cuerpo se arqueó, JungKook levantó nada más su torso, para que su mano —el qué desde hace rato, estaba dándole piquitos—, se rodeara en todo su cuello, logrando que se agachara.

El apretuje no le provoco ningún dolor, había pasado peores cosas, sin embargo, la mano de JungKook era cómo una cuerda gruesa, fuerte y que sí quería rompía en dos un vaso. Lisa cuando sintió que JungKook la buscaba ahorcar en momentos atrás, se llevó la sorpresa en que él lo hacía solamente para que se asustara.

Lisa no se asustó, solamente gozaba del poder que él quería ejercer en ella.

—Parece que te divierte. —dijo él.

❝ultraviolence❞ › liskook. ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora