El silencio que le siguió al descubrimiento de la realidad del antiguo Rey de Miracles fue sepulcral. Los animales que se habían dejado ver anteriormente habían desaparecido, dejando al joven príncipe y al Monarca en completa soledad, como en el principio de su encuentro. Pero, cuando la niebla en los ojos del Monarca cedieron un poco y pudo tragar el nudo que se había formado en su garganta, la criatura murmuró en un hilo de voz:
- Mil perdones, alteza. Me acaba de anunciar que... ¿El Rey...? ¿Él falleció?
Las emociones que desprendía el ser místico eran absorbidas por el heredero, que las sentía como propias, pues entendía perfectamente su conmoción. Él había pasado por lo mismo cuando a la edad de ocho años se le notificó la muerte de su padre a través de un mensajero; de allí a que aborreciera a los mismos, pues en su mente, eran portadores de malas noticias, tristeza y dolor.
Había sido duro entender que el Rey había partido del mundo terrenal y, en consecuencia, él debía crecer a pasos agigantados para tomar su lugar en el trono, dejando la niñez a un lado para atender los asuntos que le correspondía como único heredero.
El dolor consumiéndole de a poco y las responsabilidades cayendo sobre sus hombros a una edad temprana lograron crear al joven que era hoy, llenándolo de fuerza y determinación.
Sin embargo, la criatura frente a él parecía estar experimentando la terrible situación por primera vez. Sus ojos así lo reflejaban: no encontrando nada más que no fuese dejes de tristeza, decepción y un coraje reprimido. Se decía que jamás, en toda su existencia, había sentido algo parecido... tal sentimiento de pérdida le era nuevo. Un sentimiento totalmente desconocido.
- Así es -continuó el príncipe con tono neutral, tratando de ocultar sus verdaderas emociones; no queriendo verse débil frente al Monarca-. El mes venidero cumplirá diez años de haber dado el salto al otro mundo.
Díez años...
¿Tanto tiempo había transcurrido desde el último encuentro?
La criatura escuchaba, pero no podía creer las palabras del joven, hasta que la realidad le atacó con un solo golpe certero. Los hechos de los últimos años reproduciéndose en su cabeza.
El que el Rey nunca más fuese a visitarlo, siendo que sus encuentros, a pesar de programarse cada diez años, eran continuos.
El que, en sus paseos por las inmediaciones del castillo, no fuese capaz de verlo en algún momento.
Su severa falta de comunicación con el Reino de Miracles.
... La cancelación del Festival de la Cosecha hacía casi diez años atrás.
Todo cobraba un cruel sentido de pronto: el Rey había fallecido.
Y él no lo había descubierto sino hasta ahora.
- Eso... eso es...-comenzó la criatura, pero no pudo terminar.
- ¿Lamentable? -le interrumpió el príncipe-. Sí. Fue un gran Rey. Y padre, aunque no compartiésemos mucho tiempo juntos debido a sus responsabilidades -acotó Jeongguk, encongiendose brevemente de hombros.
El ser místico cerró sus ojos fuertemente y habló lo más calmado posible, con el tono de voz más dulce que podía hacer.
- Joven Jeongguk, debe saber que su padre fue un gran hombre.
Jeongguk tragó, sintiendo sus piernas temblar ante la acción de escuchar su nombre siendo pronunciado por el mismísimo Monarca.
- Lo sé.
El Monarca abrió los ojos de pronto y le miró fijamente, con su plata líquida traspasándolo, llenándolo y quemándolo.
- No, no lo sabe -dijo seriamente-. Usted mismo confesó el no haber pasado mucho tiempo disfrutando de su compañía. Sin embargo, yo si tuve la dicha, y puedo asegurar que no conocí un ser humano más puro, sabio y gentil -sus palabras siendo las más sinceras que Jeongguk había escuchado jamás-. Fue un gran amigo para mí. El único, en realidad.
El grado de añoranza en la voz del Monarca no paso desapercibido, por lo que Jeongguk, siendo lo más recatado posible, se atrevió a decir:
- Habla como si su existencia estuviese llena de soledad cuando en realidad debe estar rodeado de otras criaturas en el Reino Oculto.
El ser místico, para su sorpresa, asintió, y Jeongguk pudo permitirse soltar el aire que, sin darse cuenta, había retenido por temor a tocar un tema inadecuado.
- Eso es porque con las criaturas debo comportarme como un guía. Yo les enseño, les cuido y castigo de ser necesario. Soy como un padre para ellos. Nuestra relación es lo que en tu mundo conocen como una relación "guardián-protegido" -explicó, para posteriormente cerrar los ojos nuevamente-. En cambio, con tu padre no era así. Él me brindaba un poco de libertad en cuanto a muchas cosas, pues sabía cuidarse por sí mismo y entendía lo que quería decir a la perfección -una leve sonrisa tiró de sus labios al recordar sus encuentros con el antiguo líder de Miracles-. No requería de regaños, pues era muy atento a los consejos -y los abrió, demostrando en los mismos cuánto apreciaba al que una vez fuese Rey-. Él era un ser del que no debía preocuparme, en lo absoluto.
La mirada del Monarca pasó al cielo, donde las nubes de un blanco inmaculado decoraban el manto azul hermosamente. Dirigió su mano abierta, libre del cristal, hacia ellas y la cerró en un puño para después llevarla hasta su boca y soplar delicadamente dentro; entonces, a través del orificio entre sus dedos salió un ave, hecha de la frescura de las nubes, el cual se detuvo frente a las dos presencias que se encontraban en el bosque para reverenciarlas, y finalmente, dar un giro a su alrededor que le haría desaparecer en el aire, yendo en busca de aquél que, de igual forma, se había ido.
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Monarch [Jikook/Kookmin]
FanfictionEn lo profundo del bosque, a las afueras del vasto Reino de Miracles se encuentra el llamado Reino Oculto, aquel idílico lugar protegido de las maldades del mundo humano, hogar de todas las criaturas místicas y cuyo regente educa con conciencia y sa...