Capitulo 21: Aléjate de mi hija

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Serena podía sentir como su cabeza comenzaba a dar mil vueltas y la espantosa silueta de Diamante se hacía cada vez más borrosa ante sus ojos. –"Quiero que me entregues a mi hija" – Esa horrible oración hacía eco en su mente una y otra vez y sin dejar de escucharla se fue completamente a negro.

¡Serena! ¡Por Dios mujer reacciona! – Exclamó Diamante apenas la vio caer, su voz demostraba molestia más que preocupación por la condición de la rubia, mientras comenzaba a sacudirla levemente intentando que ésta volviera en sí.

Darien a pesar de haber salido para darles privacidad, se encontraba con el oído prácticamente pegado a la pared de la habitación contigua atento a cualquier cosa que pudiera suceder, por lo que no pudo evitar oír el golpe que Serena se propinó contra el suelo al caer desmayada, ni los gritos del peliplateado en su intento por reanimarla, no supo cuantos segundos se demoró hasta encontrarse a su lado, no tenía idea de que pudiera moverse tan rápido.

Sin intentar siquiera medir su fuerza y de un solo empujón vio como Diamante volaba un par de metros lejos de ellos, luego tomó con sumo cuidado a Serena entre sus brazos para depositarla en el sofá más cómodo que un rápido vistazo por la sala le permitió localizar.

Luego de interminables minutos para el pelinegro, la chica comenzó a reaccionar poco a poco, enfocando su nerviosa mirada en Darien esbozando una leve sonrisa de alivio al encontrarse con la seguridad de su rostro.

Darien – Susurró, intentando aclarar su mente y recordar que le había sucedido.

No hables aún, descansa un poco más, te has desmayado. – Se apuró en contestar el pelinegro.

Entonces Serena se incorporó de golpe, sin importarle que la habitación aún girara sin parar a su alrededor al recordar las palabras que la habían llevado a la inconsciencia.

Darien la ayudó a levantarse poco a poco, por más que él había insistido la chica no quería seguir recostada sin continuar su enfrentamiento con Diamante quien aún permanecía de pie al medio del salón.

¡No sé con qué derecho te crees que puedes reclamar a tu hija después de todos estos años y mucho menos después de lo que intentaste hacer con ella! – Exclamó enfurecida aún sostenida por la cálida mano de Darien en su espalda, pero sin importarle si volvía a caer, no permitiría que Diamante se saliera con la suya, no permitiría que el muy maldito le arrebatara a su hija.

Pues aunque te duela ella es tan hija tuya como mía, por supuesto que tengo todo el derecho. – Señaló en el mismo tono el peliplateado, siendo interrumpido nuevamente por la rubia.

¡Realmente tú no debes conocer el significado de la palabra vergüenza! ¿Ahora te dices padre de ella? ¿Ahora quieres jugar a ser padre, cuando en su oportunidad la negaste rotundamente? ¡¿Ahora te sientes con el derecho de entrar en su vida cuando no te importó intentar arrebatársela?! – Volvió a exclamar la chica totalmente poseída por la furia.

Diamante estaba dispuesto a volver a replicar, pero esta vez fue Darien quien, luego de cerciorarse de que Serena podía mantenerse de pie sola y sin peligro de caídas, lo tomó por el cuello de su elegante camisa levantándolo un par de centímetros del suelo y con los dientes apretados murmuró. – Si sabes lo que es el instinto de preservación te largarás de mi casa ahora mismo.

Diamante le devolvió la mirada con evidente temor en ella, el pelinegro le sacaba por lo menos una cabeza en altura, eso sin contar que su cuerpo era mucho más atlético y musculoso que el suyo, tragó saliva con dificultad y comenzó a zamarrearse con exageración logrando que Darien lo soltara, no sin antes volver a lanzarle una mirada asesina.

Puedes intentar amenazarme todo lo que quieras. – Señaló haciéndose el valiente, aunque su voz lo traicionaba delatando un leve temor, entonces retrocedió un par de pasos del alcance de Darien. Sintiéndose algo más seguro nuevamente se dirigió hacia Serena. – Y tú puedes decir e inventar todas las cosas que quieras, pero no tienes ninguna prueba sobre eso más que tu insignificante palabra y te repito, tengo todo el derecho, lamentablemente para ti tu hija es también la mía. – Finalizó sonriendo de manera triunfal.

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