Capítulo 1 (Parte 2)

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Abrió los ojos con lentitud y se desperezó estirando los huesos con un gran bostezo. Desorientado miró a su alrededor, encontrándose con una habitación que no reconocía. Los grandes ventanales dejaban a la vista el mar Mediterráneo y la brisa matutina ondeaba las cortinas azules como había visto en numerosas películas. Toda la estancia estaba pintada de blanco, con grandes columnas que separaban el baño, lo que parecía un vestidor y una pequeña salita. Los muebles eran de madera blanca con adornos dorados, generando una mayor sensación de amplitud y riqueza. Hasta la cama era lo que se esperaba de un hotel de lujo, con telas cayendo desde la parte de arriba y unas sábanas extremadamente suave. Cuando ganó aquel viaje, se había esperado que le diesen una de las habitaciones pequeñas. « ¿Esto es lo que sienten los reyes? », pensó mientras salía de la cama y caminaba hacia el cuarto de baño sin dejar de admirar la belleza que le rodeaba. Grabados y estatuas dedicadas a los dioses adornaban aquel lugar desde las paredes hasta las superficies libres.

— Debo estar soñando —Dijo en voz alta al ver la gran bañera que tenía en la habitación. Piedra blanca decoraba cada rincón y, al igual que el dormitorio, todos los adornos eran dorados.

Se miró al espejo, encontrándose con su reflejo. Las ojeras de los últimos días habían desaparecido después de un sueño reparador, el colchón había hecho maravillas y había dejado de sentir el dolor de espalda que solía acompañarle cada mañana. No recordaba haber llegado a la habitación ni haberse puesto el pijama, prenda que parecían haberle regalado en el hotel. La suavidad de la tela negra le recordaba a la seda y los bordados dorados del bolsillo le hacían sentir como un príncipe. Trataba de pensar que podría significar "CS" o la marca a la que podría pertenecer su nueva ropa, pero estaba demasiado adormilado como para seguir prestándole atención. Se cepilló los dientes con la bolsa de aseo que le había dejado el hotel y se arregló el pelo para que los mechones estuviesen en su sitio, pero, cuando fue a buscar su ropa para bajar a desayunar, se encontró con que ya estaba guardada. « Si que debía tener sueño para no acordarme de esto », se extrañó, colocándose unos vaqueros y la primera camiseta que encontró.

— ¿Quién es? —Preguntó al escuchar que llamaban a la puerta.

— Señor Seungcheol, se requiere su presencia en el vestíbulo en quince minutos —Anunció una voz que le resultaba muy familiar. La cadencia en ella le decía que no quería estar allí—. El director quiere hablar con vosotros.

Se quedó de pie, observando la puerta pensativo. No había estado en muchos hoteles ni había viajado al extranjero. Quizás fuese una costumbre en Grecia, pero eso no le impidió sentirse inquieto. Fue a coger la llave de la habitación, pero no la encontró en ningún sitio y al salir se dio cuenta de que la puerta no tenía ningún tipo de cerradura. Decidido a poner una queja al director, bajó al vestíbulo con decisión. Sentía como se aceleraban los latidos de su corazón con cada peldaño que bajaba, preocupado por la extraña fuerza que sentía a su alrededor. No creía en dios ni en ningún tipo de deidad, pero sí en la energía y aquel lugar estaba cargado de ella.

— Buenos días, Coups —Le saludó Joshua, regresando a la incomodidad de los últimos meses como si el viaje no hubiese servido de nada. Odiaba que le llamase así, que no utilizase su nombre completo para distanciarse de los demás—. ¿Has dormido bien?

— Buenos días —Suspiró, cansado de sentirse un intruso a su alrededor—. Sí, ¿Y tú?

— También, mi habitación es increíble y tiene unas vistas impresionantes —Al pie de la escalera, se quedó mirando a su amigo con las cejas alzadas. Lo conocía lo suficiente como para saber que había un "pero"—. Siento que algo no va como debería. No me mires así, ¿No te ha parecido raro que un hotel no tenga llaves en las habitaciones? —Bajó el escalón que le quedaba y se adelantó, recorriendo los pasillos para alcanzar el vestíbulo. Más estatuas y grabados adornaban las paredes como si se tratase de un museo—. Además, es extraño que todos hayamos ganado un sorteo para estar aquí o que no haya más clientes. Estamos solos.

¿Quién dijo que ser dios fuera fácil? (Seventeen) #Wattys2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora