Mingyu había vuelto a equivocarse. El agua no se había condensado en una nube como él quería, sino que se había congelado, provocando que Poseidón tuviese que salvar a los pobres animales que vivían en el lago. Después había sido el tridente el que le había hecho fallar. Debía lanzarlo hacia las profundidades y dividir el agua en dos, pero en su lugar había acabado provocando una gran ola que había terminado echando a perder la túnica dorada de su maestro. Por último, y lo que había terminado provocando la ira del dios del mar, había sido su intento fallido de convertir una piedra en un cangrejo que había terminado con Poseidón rescatándole de las fauces de una orca que aún no sabía cómo había podido llegar allí.
— Lo... —Comenzó a decir para disculparse.
— No digas que lo sientes, Mingyu, ni se te ocurra decirlo —El gran dios, empapado de arriba abajo apretó los puños con fuerza—. Por el mismísimo Hades, ¿Por qué no eres capaz de hacer las cosas como se deben hacer? —Levantó una mano cuando iba a hablar, cortándole por completo—. Hemos acabado con el entrenamiento por hoy y, sinceramente, empiezo a dudar de que seas capaz de conseguirlo.
Volvió hacia el agua con un rápido movimiento y se zambulló en el agua para desaparecer al mismo lugar al que solía ir cuando estaba frustrado, lugar que no le contaría hasta que no se mereciese convertirse un dios, algo que a ese ritmo no iba a pasar.
Se tumbó sobre la hierba y contempló las nubes que se arremolinaban en el cielo. Lo intentaba con todas sus fuerzas, practicaba incluso cuando no le miraban, pero parecía que algo no funcionaba en él. Tal vez no era la mejor elección para convertirse en dios, quizás debía regresar a casa y seguir trabajando en el taller de su padre mientras continuaba con las clases de diseño y moda.
Normalmente era capaz de decirse que todo saldría bien, que si se esforzaba podía conseguir cualquier cosa, pero Poseidón cada día le regañaba más y él ya no sabía que hacer para que se sintiese orgulloso. Seungcheol también se equivocaba y, sin embargo, Zeus seguía bromeando con él, se reía y le aplaudía cuando hacía algo bien. Nunca le dirigía una mirada de decepción ni parecía estar cansado de entrenarle. Seungkwan había sido incapaz de devolver a Vernon a su forma original y Hera solo le había dicho que tenían que seguir pronto, pero que tarde o temprano lo conseguirían.
Casi había muerto, había luchado hasta desfallecer y no había cometido ningún error. Había blandido el tridente como le había enseñado, pero, en vez de felicitarle, le había dicho que no podía estar orgullo de ver que por una vez hacía las cosas bien. ¿Tan difícil era que dejase de menospreciarle?
No pedía gran cosa. No necesitaba que su maestro fuese un amigo genial como Eros parecía serlo para Minghao ni uno que le mirase como Apolo a Soonyoung como si quisiese envolverle en plástico de burbujas para que nada malo le pasase. Solo quería que le dijese que podía conseguirlo, que le diese una razón para no rendirse, porque a este ritmo, no veía un futuro en el Olimpo para él.
— Un día más —Se dijo en voz alta—. Un día más...
Se levantó y se sacudió la ropa antes de volver a la casa consciente de lo difícil que era tomar una decisión como aquella. Si antes de mañana no notaba una mejora en sus poderes, se iría de allí y no volverían a verle. Posiblemente se arrepentiría toda la vida de su decisión, pero tenía que preocuparse por su salud mental y, si seguía escuchando lo malo y desastroso que era, acabaría creyendo que no valía para nada.
Estaba llegando al borde del bosque para tomar el camino largo, sumido en sus pensamientos, cuando vio a Soonyoung aparecer y sentarse en el muelle. Observó su figura solitaria que parecía mantener la mirada perdida en algún punto del lago. Se quedó allí unos segundos, incapaz de moverse, y vio, impotente, como su nuevo amigo se abrazaba las rodillas mientras sus hombros se sacudían. Estaba llorando, no había duda de que aquel movimiento era producido por sus sollozos, pero ¿Qué podía hacer él?
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¿Quién dijo que ser dios fuera fácil? (Seventeen) #Wattys2020
FantasiaLos dioses del Olimpo están cansados. Después de librar batallas durante años y cambiar el destino de la humanidad, necesitan unas merecidas vacaciones, pero ¿Cómo pueden hacerlo si el equilibrio del mundo depende de ellos? Trece jóvenes sin una apa...