La discusión comenzó, como era habitual, con un simple comentario que derivó a la aparición de diferentes bandos. Perséfone planteó la cuestión que había estado preocupando a su joven discípulo: la falta de tacto de Poseidón que estaba consumiendo poco a poco la alegría de Mingyu. Ella había estado hablando con el chico y sabía que era una persona dulce, llena de energía y capaz de esforzarse al máximo, pero desde que tuvo lugar la batalla, lo había visto decaído y a penas sonreía a los demás. Esto influyó en que decidiese meterse en medio de una reunión en la que solo participaba porque los grandes dioses veían oportuno incluirla a la hora de hablar de los discípulos.
— Solo digo que deberías tratarle con más delicadeza —Prosiguió explicando la diosa de las cosechas—. No te estoy pidiendo que seas su amigo o el amor de su vida, pero creo que, si sigues con esa actitud de tipo duro, acabarás arrepintiéndote.
— Estoy con Perséfone —Dijo Ares con el ceño fruncido y los brazos cruzados sobre el pecho—. Ese chico no ríe desde hace días y lo he visto practicar solo hasta acabar agotado. Así no es como deberías tratar a tu heredero.
— ¿Vas a hablarme tú de cómo tratar a mi chico? —Cuestionó Poseidón levantándose de su silla y apretando los puños con furia—. ¿Tú? No eres el más indicado para hablar. He visto como Jihoon lloraba ¿Y qué has hecho tú? ¿Le has ayudado? No, porque eres tan frío como el océano ártico y la debilidad te asusta.
Ares quería arrancarle la cabeza a ese miserable bastardo que se creía que podía hablarle así, culparle del dolor de su discípulo y considerar que ambos estaban al mismo nivel. No se lo diría a ellos, no dejaría que viesen lo que sentía realmente por ese joven lleno de fuerza y vitalidad que había conseguido hacerle reír, a él, el dios de la rabia y la ira, pero no osaría aguantar que Poseidón le rebajase a su nivel. No tenía ni idea de lo que hacía cuando Jihoon lloraba, ninguno se imaginaba la furia que sentía cuando observaba desde las sombras, impotente, como sus hombros se sacudían o como sus ojos se empañaban por las lágrimas. «Si pudiese, le arrancaría el corazón a Soonyoung», se dijo mordiéndose la lengua para no hablar en voz alta «Si pudiese, te mataría a ti por añadir una carga más a mi chico».
Porque esa era la verdad, su discípulo no solo estaba mal por su mejor amigo, sino que también se sentía devastado por no poder ayudar a Mingyu.
— Cada uno tiene sus formas de enseñar, Ares, Perséfone, no podéis pedir que las cambie solo para complacer a vuestros discípulos —Comentó Zeus desde su lugar privilegiado en las alturas—. Si el cree que así va a mejor, que siga.
— Ese es el problema, Zeus —Se metió Apolo en la discusión—. No va a mejorar si sigue así, solo conseguirá empeorarlo. Puede ser cruel si quiere, pero que luego no venga quejándose si Mingyu se marcha.
— No se irá a ninguna parte —Añadió Atenea paseando con su andar elegante para ponerse cerca de Poseidón—. Prometió quedarse y cumplirá su palabra. Además, una de las prácticas educativas más empleadas en el mundo es la que está usando él y durante años ha funcionado.
Los dioses continuaron discutiendo, Hera defendió a Mingyu por el simple hecho de ir contra Zeus, Hermes pensó que lo mejor que podía hacer Poseidón era no acercarse a su discípulo para no acabar como Afrodita. Dioniso, Apolo, Hades, uno a uno fue dando su opinión hasta que el lugar quedó dividido entre los que querían proteger al humano y los que pensaban que necesitaba más mano dura para poder mejorar.
Jeonghan, sentía la necesidad de defender a su amigo, pero acababa de convertirse en dios y no estaba seguro de como aquella discusión podía repercutir en él. Mirando a ambos bandos con un brazo cruzado sobre el pecho y la mano del otro acariciando su barbilla, supo que lo mejor que podía hacer era contentarlos a todos de forma que Poseidón comenzase a actuar como debería, pero sin que pareciese que la decisión la tomaban por él.
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¿Quién dijo que ser dios fuera fácil? (Seventeen) #Wattys2020
FantasyLos dioses del Olimpo están cansados. Después de librar batallas durante años y cambiar el destino de la humanidad, necesitan unas merecidas vacaciones, pero ¿Cómo pueden hacerlo si el equilibrio del mundo depende de ellos? Trece jóvenes sin una apa...