El sol resplandecía como cualquier otra tarde de agosto y podían escucharse los sonidos usuales de la pista de baloncesto por las tardes: risas, gritos, zapatillas rechinando contra el suelo, balones botando... La mismas personas que cada domingo se peleaban por ganar, por hacer comer el polvo al otro equipo. Sus amigos, los que había conservado desde que era pequeño, bromeaban como siempre que se encontraban de nuevo, contando anécdotas de sus vidas universitarias, sus trabajos de medio tiempo o sus sueños de futuro. Todo permanecía igual que la primera vez que cruzaron sus caminos al mudarse al mismo edificio, como si el tiempo no hubiese pasado y el mundo se hubiese detenido. Habían crecido, se habían convertido en adultos y aún así, mantenían los mismo miedos e inquietudes, jugaban de la misma forma y discutían sobre los mismos temas. A Seungcheol nunca le había importado, hasta ahora. Mientras todos se divertían, él los observaba apoyado contra la vaya metálica, cruzando los brazos y suspirando cada poco tiempo. Estaba cansado de la rutina. Era indudable que adoraba a los chicos que habían estado a su lado en los peores y mejores momentos de su vida, pero estaba harto de que el mundo girase de la misma forma, como la noria del poema de Machado. Necesitaba un cambio, algo con lo que sentir que su vida tomaba el camino adecuado y le impidiese pensar que estaba desperdiciando su futuro.
— Hey, Coups —Saludó Joshua apoyándose a su lado y dedicándole una gran sonrisa. El apodo sonaba extraño en sus labios, ¿Desde cuando había dejado de llamarle por su nombre completo para diferenciarse del resto?—. ¿Hoy no juegas?
— He decidido quitarte el puesto de "aburrido" —Bromeó, sin ganas, tratando de fingir que todo estaba como cualquier otro día, como todas las tardes de domingo, como cada mes de agosto—. ¿No estabas en Los Ángeles visitando a tus padres?
— He vuelto antes, les surgió un viaje de negocios del que no podían escapar y pasaba de quedarme solo en casa —El silencio se instaló entre ellos, tan profundo que temieron romperlo. La tensión podía sentirse en el aire que les rodeaba, como cada vez que se encontraban desde el fatídico día que decidió romperle el corazón a su mejor amigo.
— Yo... —Trató de disculparse, pero ¿Qué podía decirle? Por mucho que quisiese a Joshua y odiase hacerle daño, no podía salir con él. Era un gran amigo, pero no la persona con la que empezar una relación. « ¿No querías un cambio? Aquí lo tienes, antes no tenías tanta dificultad para hablar con él », pensó con amargura.
— No digas nada, sería mucho más humillante —Una vez más, el silencio volvió a envolverlo todo. Ninguno de los dos dijo nada ni se disculparon, nadie tenía la culpa de no sentir lo mismo. Sin embargo, Joshua sí se sentía allí. Si no se hubiese emborrachado aquel día, no le abría confesado lo que sentía y todo seguiría igual: él escondiéndose y Seungcheol hablándole como el buen amigo que era. Al menos, podría haberlo mantenido a su lado, sin incomodidad, sin que tuviese que medir sus palabras para no hacerle daño. No quería su compasión o su tacto, necesitaba recuperar a su amigo—. Voy a ver si James ha traído sabores nuevos ¿Quieres algo de beber? —Le sonrió, ocultando la tristeza que se había convertido en su fiel aliada desde entonces.
— Estoy bien, gracias. Si sigues bebiendo de ese refresco, se te quemarán las pocas neuronas que te quedan —Le aconsejó medio en broma como solía hacer desde que se había aficionado a una bebida con gas de dudosa procedencia—. Supongo que ahora nos vemos.
— Sí, ahora nos vemos. Tengo que saludar a los chicos después de todo.
No le dijo adiós, metió las manos en los bolsillos y siguió observando como iba el partido. El grupo de Jungseok iba ganado, como siempre, como cada tarde de domingo, como cada agosto desde que los conocía. Un nuevo suspiro escapó de sus labios. ¿Dónde estaba el cambio que necesitaba?¿Dónde estaba la vida que se merecía? Estudiaba como un loco y trabaja para poder pagarse las clases, pero sentía que estaba perdiendo su tiempo y su juventud para nada. Tomó una profunda respiración antes de gritarles a todos que se marchaba. Prefería estar en su casa, disfrutando de su monotonía bajo el aire condicionado y sin tener que incomodar a Joshua con su presencia. Tantos años juntos y su amistad había acabado de la peor manera posible. Si simplemente pudiese corresponderle, todo sería más fácil. Era el hombre perfecto que todo el mundo deseaba encontrar, menos él. Él simplemente quería estar solo, centrarse en sus estudios y aprobar todo con las mejores notas. No se había estado esforzando tanto como para tirarlo todo por la borda.
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¿Quién dijo que ser dios fuera fácil? (Seventeen) #Wattys2020
FantasiaLos dioses del Olimpo están cansados. Después de librar batallas durante años y cambiar el destino de la humanidad, necesitan unas merecidas vacaciones, pero ¿Cómo pueden hacerlo si el equilibrio del mundo depende de ellos? Trece jóvenes sin una apa...