Hay historias que nunca fueron contadas, que merecían ser relatadas. Hay historias que debieron tener un comienzo, que merecían tener una oportunidad. Hay historias que nunca debieron haber terminado, que merecían una eternidad.
Sero Hanta es un chi...
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Lo mejor del invierno, es que cuando termina inicia la primavera y entonces todas las flores vuelven a nacer.
El sonido de un martillo dar contra la madera resuena por todos lados, rebota en las paredes y viaja por los pasillos hasta llegar a todas las personas viviendo en el edificio. La completa tranquilidad se había ido hace tres días y medio que Kaminari había llegado con un gran cargamento de material para reparar suelos y paredes de su departamento. Comenzó con los suelos y prosiguió con las paredes, ahora se encontraba instalando las bases de su cama, que estaría sobre un armario improvisado que el rubio había creado.
Kaminari había gastado esos tres días de su vida en arreglar su hogar, pero no todo se debía a su optimismo de reparar todo, si no a todo lo que había pasado con su padre. Quería mantener su mente ocupada pues creía que si se quedaba quieto el coraje tomaría control de su cuerpo y no quería hacer alguna estupidez.
El chico tomo otro tablón de madera y lo coloco sobre la estructura que había estado elaborando toda la mañana, tomo la pistola de clavos y cuando estuvo bien sujeta tomo el martillo y comenzó con los pequeños detalles. Su ceño estaba fruncido y el sudor recorría por todo su rostro hasta llegar a su barbilla, donde Kaminari lo limpio pasando su brazo por encima. Cuando por fin termino de instalar las bases comenzó a dar detalle a todo.
Estaba tan concentrado en lo que hacia que no pudo escuchar cuando alguien toco a su puerta, por lo que cuando escucho los pasos de alguien dio un brinco en su lugar haciendo que perdiera el equilibrio y se tropezara con algunas cosas terminando en suelo.
—¡Por dios, Kaminari! ¿Estas bien?—pregunto Uraraka cuando vio que el chico había caído aproximadamente de dos metros de altura.
—e-estoy bien—responde quejándose del dolor— ¿que haces aqui?
—no te he visto pasar por Kishossa y teniendo en cuenta lo sucedido la semana pasada, me preocupe un poco—Uraraka examina cada punto de la habitación con un poco de asombro, si bien aun faltaba muchos detalles por arreglar el lugar ya lucia mas decente—¿tu hiciste todo esto?—pregunta demasiado sorprendida del trabajo duro de Kaminari.
—si—contesto cortante algo que no paso desapercibido para las castaña.
—¿Ocurre algo?
—nada.
—mientes—la chica se acerca a Kaminari y se dedica a leer la expresion de este—¿sigues molesto?—el rubio desvio su mirada y decidió ocultar su rostro con su espalda dedicándose a jugar con un tablón de madera.
—¿por que debería estarlo?—Kaminari tomo el martillo y comenzó a pegar levemente en la madera.
—¿quien no lo estaría? lo que hizo tu padre es imperdonable y la situación con respecto al divorcio de tus padres ha tomado un curso bastante molesto tanto que ha llegado a términos legales ... siento claramente tu odio hacia tu padre y es comprensible, pero tratas de ocultarlo y eso solo hace que se haga mas grande el problema—Kaminari parece ignorarle—estoy aquí porque estoy preocupada por tu situación y no me gusta verte de esta manera, quiero la dulce sonrisa que tienes todos los días.
