Hay historias que nunca fueron contadas, que merecían ser relatadas. Hay historias que debieron tener un comienzo, que merecían tener una oportunidad. Hay historias que nunca debieron haber terminado, que merecían una eternidad.
Sero Hanta es un chi...
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—¿es una broma?—pregunta cuando ve al rubio parado frente a su puerta.
—¡Hola!—respondió como ya era habitual, con una enorme sonrisa dibujada en su cara—¿Pero que clase de bienvenida es esta? ¿quien abre la puerta cuando se esta lavando los dientes?—pregunta entre risas—si estas perdido.
—¿que haces aquí?—trato de no sonar grosero.
—te dije que te fastidiaría
—¿eh?—fue lo único que pudo decir—¿es en serio?—pregunto en un tartamudeo.
—estoy aquí, así que si—continuo riendo—bueno...
—no, no saldré a ningún lado, tengo un libro que escribir y tu solo haces que me desconcerté—suelta al chico haciendo que Kaminari dejara de sonreír y solo hiciera un puchero—ni aunque pongas esa cara, estoy demasiado ocupado para...
—si, demasiado ocupado en tu depresiva vida—No supo que repsonder—solo sera una hora y me ire, te lo prometo.
—espera ¿irte? ósea que ¿te que darás?—el rubio nuevamente estaba parado frente a su puerta para romper su paz y poner de nuevo su vida patas arriba. ¿Donde quedaron los modales de las personas? ¿Que a caso no saben que no deben desordenar la vida de las personas y después irse sin ninguna clase de culpa?
Sero maldijo dentro de su cabeza una y otra vez.
Había un computador esperando a que una mágica historia se escribiera, no estaba de humor y no era el momento para que Kaminari llegara de la nada e hiciera de su vida lo que a el le plazca. Busco un millón y medio de excusas que pudiera decirle al chico, pero no podía encontrar algo, estaba seguro que si le decía ahora mismo que tenia un viaje a otra galaxia el chico le seguiría incluso asta el fin del mundo.
El chico golpeo su cabeza contra su puerta y volvió a maldecirse por lo que haría.
—pasa—soltó acompañado de un suspiro.
Kaminari sonrió victorioso mientras se adentraba en el departamento del pelinegro. La luces de la otra noche habían desaparecido y todo estaba en completo orden, cada superficie limpia de polvo y perfectamente ordenada, tanto al punto que daba miedo. La iluminación del lugar solo hacia que cada parte de la habitación se viera impecable, Kaminari juraba que no había ni una mancha de mugre en todo el lugar.
A diferencia de donde Kaminari vivía, aquel lugar era mas limpio por una gran cantidad de porcentaje de diferencia. Tan solo miro asombrado cada espacio y finalizo con una sonrisa mientras metía sus narices en las cosas que estaban ahí, como si examinara a profundidad el lugar.
Kaminari se siguió paseando por toda la casa tocando y moviendo cosas mientras que Sero las devolvía a su lugar.
—este lugar es como el de las películas—dice en tono de broma mirando el mueble lleno de libros—recetarios... ¡ordenados alfabéticamente! ¡Diablos! ¡¿eres alguna clase de maniaco de la limpieza y el orden?!
