Hay historias que nunca fueron contadas, que merecían ser relatadas. Hay historias que debieron tener un comienzo, que merecían tener una oportunidad. Hay historias que nunca debieron haber terminado, que merecían una eternidad.
Sero Hanta es un chi...
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Kaminari no podía dormir por estar pensando en lo que Mina le había contado. Sus preguntas estaban mayormente relacionados a si en realidad Sero sentía esa clase de amor por él, estaba tan inseguro que dudaba que fuera a si y la única forma de salir de dudas era preguntarle directamente a Sero, pero Kaminari no tenia el suficiente valor para pararse frente a la puerta del pelinegro y llamarle para poder preguntarle si lo que Mina había dicho era verdad.
El rubio miro la pantalla del celular con el contacto de Sero a la vista, solo tenia que presionar marcar y lo demás lo haría su boca, pero no había forma de que se atreviera a aquello, ahora era un niño miedoso a escuchar un "No" como respuesta. Definitivamente quería quedarse con las palabras de Mina y pensar que los sentimientos que el pelinegro tenia por él eran verdad, eso le levantaba el animo y al mismo tiempo lo ponía nervioso, porque: ¿Como le vería a la cara el día siguiente? ¿Que le diría? ¿Como reaccionaria?. Como lo había dicho Mina, cuando el camino no es el del rotundo fracaso y los sentimientos son recíprocos, todos tienden a comenzar una relación, y por dios, la sola idea de besar los labios de Sero le producían un cosquilleo que le ponía la cara roja de la vergüenza.
Kaminari nunca había comprendido esos sentimientos hasta ahora. Se sentía tan bien pero al mismo tiempo era una sensación horrible que marcaba su sentencia a muerte. Exageraba las cosas pero era la forma en la que se sentía, ahora parecía que su mente no era capaz de pensar en algo que no fuera Sero, o todo lo relacionado con el mismo.
Sin poder conciliar el sueño el rubio miro el techo y aprecio el techo blanco que se había encargado de forrar con palabras y fotografias, cada que se acostaba lo unico que pasaba por su mente era Sero y por ende todo lo que estaba escrito en el techo, era relacionado con el pelinegro que le había robado el corazón en tan poco tiempo. En su rostro se dibujo una mueca de felicidad pura al mirar una fotografia de Sero con una maravillosa sonrisa, con ello confirmo de nuevo que estaba profundamente enamorado de él, pues en lugar de dormir las ocho horas que le corresponde, pasaba en vela mirando una fotografia del pelinegro.
Estaba perdido y lo sabia, pero perdido en Sero y por lo tanto se sentía seguro, sentía que nada podría hacerle daño, le asustaba esa emoción pero ¿que podía hacerle? no podía olvidarse de ella, no podía ignorarla y mucho menos eliminarla, así que solo la aceptaba con ese temor arriesgándose a salir lastimado. A pesar de los riesgos quería seguir así por el hecho de querer seguir amando a Sero, por querer seguir estando a su lado, para Kaminari cada maldito momento junto al pelinegro era simplemente perfecto, aunque no fuera el mejor de los escenarios sacado de alguna película romántica, con velas a su alrededor, una cena romántica a la luz de la luna y las estelas mientras que escuchan las olas del mar bailar en sintonía con un violín, incluso no era necesario estar en lo alto de la torre Eiffel en la ciudad del amor, no era necesario nada de eso porque con el simple hecho de tener a Sero a su lado, todo ya era perfecto, Es por eso que no le importaba si al final sufriría, porque entre todo el dolor y la tristeza, siempre estarán esos cálidos recuerdos resaltando en la oscuridad.
